El 18 y 19 de noviembre, la ciudad de Río de Janeiro será sede de la próxima edición del G20, bajo la presidencia de Brasil. Por primera vez, el país sudamericano será anfitrión de la reunión con la responsabilidad de presentar su voz sobre tres grandes temas: economía, medioambiente y lucha contra el hambre.
El G20 es un grupo informal creado en 1999, durante la crisis económica en Asia. Se propuso con el objetivo de ser un espacio de diálogo para fortalecer los mercados y las economías y en 2008 se renovó con el fin de discutir acciones económicas que pudieran revertir la crisis económica inmobiliaria en Estados Unidos. Luego de varios cambios en el mundo, el foro sumó nuevos temas a la agenda anual. En la reunión de Río de Janeiro, intentará discutir los principales debates mundiales, por ejemplo, la economía, el medioambiente, la lucha contra el hambre y las guerras.
El evento llega después de unos años de bajo perfil externo en los que Brasil renunció a albergar conferencias y grandes eventos durante el gobierno de Jair Bolsonaro, por ejemplo, la COP25, evento sobre el medio ambiente que finalmente fue organizado por su vecino, Chile. La nueva política exterior (o la vieja con nuevos matices) del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva prometió recuperar el protagonismo y la voz activa en los grandes debates mundiales. La promesa electoral de 2022 será una realidad con la organización del G20 en Río de Janeiro en noviembre y de la COP30 en Belém do Pará el próximo año.
Es bueno recordar el papel que jugó Brasil en el propio G20 entre 2019-2022, años de la gestión de Bolsonaro, cuando no estuvo presente en las grandes discusiones mundiales. De hecho, en 2019, los líderes de las principales economías (China y Rusia) apuntaron a mantener reuniones informales sin la presencia del país. Fue un momento de “bajo perfil” con una política exterior reactiva y modesta.
Para Brasil, el G20 de noviembre será el momento de plantear nuevos caminos para agendas poco apreciadas por los países desarrollados. A partir de un Pacto Mundial contra el Hambre, Lula pretende presentar medidas que puedan reducir las asimetrías entre países del mundo en términos sociales.
Además, otro tema en el que el país buscará ser protagonista es la agenda ambiental. Si bien en este campo existe cierta contradicción entre el discurso diplomático brasileño y lo que la realidad muestra sobre los incendios [por ejemplo, en la Amazonia], será un momento para que Brasil haga una nota crítica sobre sus políticas públicas para el área.
Otro aspecto a tener en cuenta son las guerras en curso en la actualidad, en especial los conflictos entre Rusia y Ucrania y de Israel contra Hamas. Cabe recordar que Brasil, junto con China, lideró el “Grupo de Amigos por la Paz”, en el que 12 países buscan mecanismos que conduzcan a la paz en el conflicto ruso-ucraniano. A pesar del esfuerzo colectivo, el intento de paz fue rechazado por el presidente ucraniano Volodímir Zelensky. Su par ruso Vladimir Putin, por su parte, sólo hizo comentarios superficiales sobre el acuerdo. Eso lleva a una pregunta crítica, ¿hasta qué punto Brasil tiene la fuerza para alzar su voz en temas de guerra? La respuesta no es sencilla, ya que el país no siempre es escuchado por las grandes potencias cuando se trata de conflictos internacionales. Pero, por otro lado, la iniciativa de buscar medidas para la paz entre Rusia y Ucrania es una forma de decir que la nación brasileña tiene una posición en el escenario internacional.
Una iniciativa muy importante de la presidencia brasileña del G20 es el espacio que abrió para que las organizaciones no gubernamentales (ONG), los movimientos sociales y la sociedad civil organizada participen en las discusiones del foro. En agosto se llevó a cabo una reunión entre el gobierno brasileño y los movimientos sociales para discutir el tema de la lucha contra el hambre y la pobreza. Además, se abre un espacio para el activismo digital de propuestas sobre los temas que se tratarán en la agrupación.
Al abrir un espacio para que nuevas voces se pronuncien sobre cuestiones sociales, económicas, militares y ambientales, Brasil apunta a una gobernanza global más democrática e inclusiva. Busca, así, ampliar los actores para demostrar que es posible conectar temas internacionales más allá del ámbito de los representantes oficiales de cada país, logrando un entorno más horizontal y plural.
*Danilo Sorato es profesor de Historia y Relaciones Internacionales. Doctorando en Estudios Estratégicos por la Universidad Federal Fluminense (UFF). Artículo publicado en Le Monde diplomatique, edición Brasil.