Naomi Klein. Planeta; Buenos Aires, 2024. 464 páginas, 1.220 pesos.

A todos nos perturba la enloquecedora idea del reflejo deformado. Tal vez porque la imagen que nos devuelve el espejo dice más de lo que somos que lo que estamos dispuestos a asumir. Naomi Klein, con la rigurosidad que caracteriza sus investigaciones, nos comparte un punto de vista repetidamente trabajado en la literatura, pero disruptivo y original en el análisis político e ideológico: los dobles.

Naomi no es un nombre muy común, es probable que por ello otra Naomi, Naomi Wolf, empezó a ser confundida con Klein en los debates públicos. Wolf, otrora feminista liberal de la tercera ola, hoy es una conspiranoica empedernida, antivacunas y asesora de Steve Bannon [consejero del presidente estadounidense Donald Trump en 2017].

Esta confusión desata una obsesión a lo Silvia Prieto [por la película de Martín Rejtman, de 1999] en Klein, quien, buscando diferenciarse de “la otra Naomi”, se pregunta si la visión de mundo encarnada por esta última, más que ser un reflejo invertido de ella misma, no es un clon colectivo de la izquierda en general, que, vaciando su contenido, imita su retórica al servicio del Partido Republicano y el sector más reaccionario del imperialismo.

Doppelganger es una invitación a pensar cómo los fracasos o las traiciones de la izquierda son tierra fértil para el crecimiento de las nuevas ultraderechas. Es una crítica profunda que, lejos de caer en antagonismos irreductibles, busca comprender cuáles son los aspectos compartidos entre tendencias opuestas y qué del accionar progresista alimenta al monstruo que promete borrarnos del mapa.

Un meticuloso estudio sobre el vínculo entre la hipertecnologización de la comunicación política, la psicología de masas y los nuevos conflictos bélicos. Mientras los pobres sufren las consecuencias de la desigualdad y la debacle medioambiental, las élites monopolizan el control tecnológico ofreciendo falsas respuestas a los problemas estructurales que hunden nuestra existencia.