Para quienes simpatizan con el proceso político boliviano, que se abrió en 2006 con la llegada al gobierno del aymara Evo Morales, lo peor de la intentona militar del mes pasado fue la duda que se instaló después de conjurada. Morales acusó a su exdelfín Luis Arce de escenificar un autogolpe para ganar la pulseada dentro del Movimiento al Socialismo (MAS). La pregunta que le sigue es más difícil todavía: ¿la pugna es por el rumbo político o por ambiciones personalistas?

El 26 de junio, la plaza Murillo, donde se encuentra el Palacio Quemado, sede de la presidencia (La Paz, Bolivia), se llena de soldados fuertemente armados y vehículos blindados dirigidos por el general Juan José Zúñiga. Destituido el día anterior de su cargo como comandante del ejército boliviano por el presidente Luis Arce, quien lo había designado para el cargo en 2022, el alto oficial había declarado en un canal de televisión: “Ya no puede ser presidente de este país”. No se refería a Arce, sino al exjefe de Estado Evo Morales quien, en un contexto de rivalidades con el actual mandatario y divisiones dentro del MAS, vuelve a presentarse a las elecciones presidenciales de 20251.

A 2.861 kilómetros de la Murillo hay otra plaza. En realidad, es un lugar vacío, sin árboles ni fuentes, pero con un cartel que indica que se llama Espacio Libre Hernán Siles Zuaso. Fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), fue presidente de Bolivia en dos ocasiones (1956-1960 y 1982-1985) y murió en Uruguay en 1996. No le era territorio desconocido. Aquí había sido embajador de su país durante el gobierno de su correligionario Víctor Paz Estensoro, y aquí se tuvo que exiliar durante 14 años en 1964 en el prólogo del golpe de Estado que derrocó al MNR.

Aquello no fue nada nuevo. Desde 1825, año de su independencia, Bolivia ha sufrido 189 alzamientos militares: más de uno por año2. Si sólo se cuenta desde 1946, cuando comenzó el Proyecto Cline de la Universidad de Illinois, que registra los golpes en el mundo posteriores a la Segunda Guerra Mundial (en los que Washington tuvo activa participación), en Bolivia hubo 39, 17 de los cuales fueron exitosos3.

El primero de esa lista de tiempos de la Guerra Fría fue el de 1964, del cual en noviembre se cumplen 60 años. Marcó el inicio de una dictadura que duró hasta 1982. Una Comisión de la Verdad estableció que en ese período fueron asesinadas al menos 363 personas4. Si bien tuvo su origen en la intención de sacar del gobierno al MNR, y en las acciones de la ultraderecha representada por la Falange Socialista Boliviana (FSB), las divisiones dentro de la izquierda facilitaron el cuartelazo. Paz Estensoro estaba intentando ser electo por tercera vez en la presidencia, generando divisiones en el MNR. La crisis motivó que Siles Zuaso se trasladara a La Paz para intentar mediar. No tiene éxito. Paz Estensoro se impone a las opiniones internas del MNR que estaban en contra de su reelección, asume la presidencia y envía a Siles al exilio uruguayo. Cuatro meses después se produce el golpe.

El presente

EL MAS señaló que fueron las presiones de Estados Unidos, o en todo caso su anuencia, las que llevaron a la caída de Evo Morales en 20195. En noviembre de ese año las Fuerzas Armadas le “sugirieron” a Morales renunciar luego de que un reporte de la Organización de los Estados Americanos (OEA) hablara de fraude en las elecciones del mes anterior que le habían abierto las puertas de un cuarto mandato que sus opositores tildaban de inconstitucional6. El cuartelazo llevó al gobierno a Jeanine Áñez y marcó el regreso de los símbolos católicos a las ceremonias oficiales por encima de la whipala, bandera indígena que Morales había transformado en símbolo del Estado plurinacional7. No duró mucho. Las protestas contra Áñez y la represión gubernamental, sumadas a las dudas sobre los reportes de fraude en la votación de octubre de 2019, hicieron inevitables las nuevas elecciones que confirmaron el triunfo del MAS en primera vuelta en octubre de 2020, esta vez con Luis Arce como candidato. En junio de 2022 Añez fue condenada a diez años de prisión en la causa “Golpe de Estado II”.

¿Vuelta de tuerca?

El domingo 30 de junio, mientras Francia y Uruguay concurrían a las urnas, Evo Morales sembraba en su audición de Radio Kawsachún Coca una duda sobre el cuartelazo del miércoles de esa semana: “Yo pensaba que era un golpe, pero ahora estoy confundido: parece un autogolpe”. El presidente Luis Arce respondió enseguida que “Evo Morales pone en duda el golpe militar fallido por sus aspiraciones políticas personales” (El País, Madrid, 30-6-2024).

Esas aspiraciones son concurrir como candidato presidencial a la votación de 2025. Algo que Arce considera que no es constitucional. Como antes del golpe de 1964, las divisiones de la izquierda gobernante parecen ser parte del menú.

¿Por qué se alejaron Morales y su exministro de Economía Luis Arce?8. Primero se alejaron “de palabra”. No por nada que hubieran dicho sino por el manto de silencio que tendió Arce sobre Morales durante la campaña de 2020. Supuestamente desprestigiado por su cuarto intento reeleccionista y por su posterior renuncia, Morales no estuvo en los discursos de Arce y el MAS en los mitines previos al triunfo. Tampoco en las palabras de toma de mando. El regreso de su corto exilio luego de la restauración democrática no mejoró las cosas. El divorcio parecía ser cosa de tres y al alejamiento de Arce se sumó el del vicepresidente recién electo, y excanciller de Morales, David Choquehuanca. Se dice que los problemas con este tercer actor provienen de 2017, cuando Choquehuanca aspiraba a suceder a Morales. El entonces presidente venía de perder un referéndum en el que había preguntado a los bolivianos si podía volver a reelegirse, por lo que esa aspiración de Choquehuanca, su compañero de ruta desde los tiempos en que Morales era diputado, parecía lógica. Sin embargo, Morales jugó la rocambolesca carta del Tribunal Constitucional que declaró la nueva como reelección una cuestión de derechos humanos. Si bien los seguidores de Morales (evistas) acusan al gobierno de Arce de llevar adelante en sus políticas de gobierno un giro favorable “a la derecha endógena”, los arcistas dicen representar una izquierda libre de personalismos. Quien fuera vicepresidente de Morales, Álvaro García Linera, hoy en retiro político y dedicado a la vida académica, ha calificado la situación como “desgarradora”. En el escenario de que haya sido, en efecto, un montaje, “lo desgarrador es que un gobierno de izquierda necesite apoyarse, en parte, en los militares para tener estabilidad y contener los intentos de movilización de Evo para buscar ser habilitado como candidato”. Pero, a la vez, García Lineras señala la paradoja, en el caso de que el cuartelazo haya sido real, de que “Evo aproveche este momento de debilidad del presidente Arce para poner en duda la gradual autonomización de los militares y ahora se suma al coro de ‘autogolpe’ que enarbola la misma derecha que en 2019 promovió el golpe de Estado contra el propio Evo”9.

Rafael Trejo, de la redacción de Le Monde diplomatique, edición Uruguay.


  1. monde-diplomatique.fr

  2. Renaud Lambert, “En Bolivie, un coup d’État trop facile”, Le Monde diplomatique, diciembre de 2019. 

  3. Juan Cori, “EEUU y su participación en los golpes de Estado en Bolivia”, ABI, 30-6-2024. 

  4. Ibídem. 

  5. Fernando Molina, “¿Golpe o fraude?: 2019 sigue polarizando a Bolivia”, Nueva Sociedad, setiembre de 2021. 

  6. Boris Miranda, “Evo Morales: cómo hizo el presidente de Bolivia para poder presentarse a un cuarto mandato presidencial si la Constitución solo permite una reelección”, BBC, 20-10-2019. 

  7. “La wiphala y la biblia, símbolos del nuevo tiempo en Bolivia”, France 24, 13-12-2019. 

  8. Fernando Molina, “Evistas vs Arcistas”, Nueva Sociedad, setiembre-octubre de 2023. 

  9. Pablo Stefanoni, “‘Arcistas’ vs ‘evistas’: los riesgos de despertar monstruos en Bolivia”, El País, Madrid, 30-6-2024.