Es un grupo nebuloso. Son influencers y videastas comprometidos con la defensa de una identidad masculina que consideran amenazada, a menudo vinculados con la extrema derecha. Sus principales figuras vuelan al rescate del patriarcado como bravos soldados en una guerra feroz, y a veces cínica, dedicada por entero a la causa de la masculinidad.

Al enterarse de que Éric Ciotti había entrado en la Agrupación Nacional (RN), Julien Rochedy no ocultó su alegría: “Mi sueño político desde hace más de diez años”, comentaba entusiasmado en su cuenta de la red X (137.000 seguidores). Este joven buenmozo de 30 años, que fue director del Frente Nacional de la Juventud (RNJ) a comienzos de la década de 2010, abandonó el partido de extrema derecha en 2014, sobre todo como protesta ante la presencia de “jóvenes alrededor de Florian Philippot”, “jóvenes que no son hombres según [su] corazón”. Desde entonces, Rochedy intentó crear un curso de formación en masculinidad y seducción (la escuela Major), un proyecto que fracasó pese a su original receta (“coraje”, “espíritu de conquista”, “voluntad de poder”). Ahora hace carrera como “videasta” en internet. Y publica libros con Éditions Hétairie: El amor y la guerra. Responder a las feministas (2021); Veni vidi vici. Amenazas sobre los izquierdistas (2021, en coautoría con Papacito); Superhombres y subhombres. Valor y destino del hombre (2023)... Está claro que el ensayista tiene sus caprichos: quiere restaurar el “ideal de una virilidad sana y aristocrática para la masculinidad, la del ‘hombre total’ europeo, desde el griego hasta el gentilhombre”.

Junto con Papacito, Baptiste Marchais, Valek o incluso Stéphane Edouard, Julien Rochedy encarna la flor y nata de la esfera masculinista francesa (la “manosfera”), que delira con un mundo controlado por mujeres en el que la masculinidad estaría amenazada, dentro de un discurso que combina la homofobia, la misoginia y, a menudo, la xenofobia y las ansias de autoritarismo. Son ideas cada vez más compartidas, constata la antropóloga Mélanie Gourarier, que investigó durante varios años distintos grupos de seductores. “Este discurso se desarrolla desde hace tres décadas en Francia y más ampliamente en Europa y en América del Norte en torno a la defensa de los padres, de los hombres y de lo masculino de modo más general. Aparentemente sin relación unos con otros, estos relatos victimistas proceden sin embargo de la misma ideología masculinista basada en la apología de la ‘causa de los hombres’”. Una reacción “a las luchas feministas” y a “varias décadas de opresión androfóbica”1.

Algunos “seductores”, los llamados Pick up Artists [artistas del levante], aprovecharon la oportunidad que esto ofrecía. A cambio de una remuneración, entrenan a sus congéneres paralizados ante las nuevas reglas del mercado sexual. Al mismo tiempo estetas y cazadores, [sostienen que] su capacidad para “levantarse” hembras es asombrosa. No se detienen ante ninguna manipulación para llevárselas a la cama, intercambiando trucos para hacer ceder cualquier “resistencia de último momento” que pudiera hacer que la presa se escapara.

La crisis de las masculinidades

Los incels2, por su parte, se resignan al celibato y odian a las mujeres que los privan de las relaciones sexuales a las cuales creen tener derecho. En los foros virtuales elaboran ideas oscuras. Los más radicalizados cometen atentados y después se suicidan, como Elliot Rogers (seis víctimas en 2014) o Scott Beierle (dos en 2018) en Estados Unidos, o Jake Davison en Reino Unido (cinco víctimas en 2021). La independencia preserva de este riesgo a los MGTOW (Men Going Their Own Way, “Hombres que siguen su propio camino”). En los tiempos que corren, consideran, mantener relaciones con mujeres constituye un peligro. ¿Cuántas carreras se truncaron después de que una “feminazi” se quejara de un comportamiento inapropiado? La Justicia, en toda su androfobia, fallaría de forma sistemática a favor de las madres en los casos de divorcio. Privaría a los hombres de sus hijos y los condenaría a pagar pensiones alimenticias ruinosas.

En los años posteriores a 1968, y a partir del modelo de los grupos de concientización feminista, algunos hombres empezaron a reunirse para debatir sobre el patriarcado y sus estragos. Pero “la iniciativa de reunirse entre hombres”, explica Francis Dupuis-Déri, “allanó el camino para el desarrollo de la ideología masculinista y de una resaca antifeminista. Es preciso decir que el carácter no mixto entre los dominantes no tiene el mismo significado político ni el mismo efecto que entre los subalternos”3. Observando la redundancia de las “crisis de la masculinidad” en épocas y sociedades tan distantes como la Antigua Roma, la Alemania nazi y la India contemporánea, el politólogo se burla: “Los hombres no están en crisis, hacen crisis”.

“La recurrencia histórica del tema de la ‘crisis’ o el ‘malestar’ de la masculinidad subraya el rol de este tópico, en efecto, como instrumento de resistencia ante la evolución de los vínculos de género”, escribe Gourarier. Esta retórica alarmista es un marcador y un estandarte, la causa común de un contramovimiento social encarnado, gracias a internet y las redes sociales, por las figuras de la “manosfera”.

En Francia, el masculinismo online contribuye a la batalla cultural de la extrema derecha. Destacados hombres mayores abrieron el camino a la joven guardia. Antes de reeditar France judía de Édouard Drumont, Alain Soral se alarmaba por la suerte que corrían los hombres en sus libros4, y filmó Sociología de un casanova en 2001. En ese entonces, a los críticos de Les Cahiers du cinéma no les había parecido tan mal. Por su parte, Éric Zemmour vinculó de modo muy precoz el destino de Francia a la defensa de la virilidad. En El primer sexo (2006) nos enteramos de que “todo sucedió como si los hombres franceses y europeos, al haber depositado en tierra su falo, no pudiendo o no queriendo ya fecundar a sus mujeres que se habían vuelto reticentes, hubieran llamado a sus antiguos ‘empleados domésticos’, a los que habían emancipado, para que acudieran al rescate”. L'Express (23 de febrero de 2006) señalaba entonces que “un poco de insolencia no molesta, dado el conformismo ambiente”.

Mujeres de “alto valor”

Entre las influencers “mascu” francesas, Anne-Thaïs du Tertre d'Escoeuffant, más conocida por su seudónimo Thaïs d’Escufon, está en la cima del podio. Miembro efímero de Action Française y portavoz de Génération Identitaire [Generación Identitaria], ahora libra una guerra en internet contra “la sociedad moderna, que volvió a los hombres miserables y a las mujeres sin principios”5. La lanzadora de alertas, nueva experta en relaciones hombre-mujer, vuela al rescate de las personas blancas y masculinas. Y, de paso, cuadruplica el número de sus suscriptores.

Convencida de que “las feministas destruyeron todo”, Thaïs d’Escufon no deja ningún canal sin tocar. En X, YouTube, TikTok y Telegram combate a las mujeres “desvergonzadas” y advierte: “Un hombre con un futuro brillante merece una mujer con un pasado puro”. Es zalamera con los “hombres promedio” que aprenden mediante sus cuidados cómo evitar las trampas de las tchoins –el equivalente de “chica fácil” en el argot marfileño– para encontrar una “mujer de alto valor” con la que formar una familia. Y así se lo dice a sus 64.900 seguidores en X: “Si una mujer te quiere de verdad y la tratás correctamente, ella: cocinará para vos, se acostará con vos, te apoyará en tus proyectos, te dará hijos, hará las tareas domésticas, te obedecerá, te respetará. Eso es lo mínimo estricto. Si no, andate”.

El algoritmo de TikTok no se detiene en sutilezas: el modelo de negocios de la red social preferida por los jóvenes de 15 a 24 años fomenta la difusión de contenidos escandalosos. El último informe del Consejo Superior para la Igualdad entre Mujeres y Hombres sobre el estado del sexismo en Francia no invita al optimismo. “Los reflejos masculinistas y los comportamientos machistas se van anclando, en especial entre los jóvenes adultos, mientras que la asignación de la mujer a la esfera doméstica y al papel maternal vuelve a ganar terreno”6. Pero no está claro que el mérito le corresponda únicamente a Thaïs d’Escufon.

El 26 de mayo, Thibaud Delapart, alias Tibo Inshape (20 millones de seguidores), se convirtió en el youtuber más popular de Francia. Entre dos sesiones de abdominales, participaba en la promoción del servicio nacional universal (SNU) en un video pagado por el gobierno, grababa un vlog con los gendarmes o se conmovía por la inseguridad. Aunque encarna cierta virilidad, el “videasta fitness” manifiesta sus sentimientos como todo el mundo. En junio de 2017 organizó la “elección de Miss InShape” para encontrar una compañera: “¿Sos chiquita [sic] pero tenés por lo menos 18 años? Hacé un video presentándote y explicando por qué deberías ser la nueva señorita InShape [en forma] ¡y los suscriptores votarán para elegir a la mejor candidata!”. Compartió recientemente sus “preguntas íntimas” con Thérèse Hargot. “¿Cómo durar más en la cama?”. El sexo “es un trabajo en equipo”, respondió la sexóloga. “Las mujeres son responsables de su sexualidad. [...] No por recibir una debe ser pasiva. Es como cuando hacés una reunión en tu casa [...], vos decidís lo que servís de aperitivo y en qué momento traer el postre”.

El patriarcado se reinventa

Trivializados por los influencers, los contenidos masculinistas proliferan ahora en internet, en particular en foros como Reddit o jeuxvideo.com, facilitados por el uso de seudónimos. “Las redes sociales de gran cantidad de usuarios como Twitter, Facebook, Instagram, TikTok y Snapchat se convirtieron en plataformas de promoción de estas ideas masculinistas”, constata un informe del Instituto del Género en Geopolítica (IGG). “Esta situación es tanto más preocupante cuanto que la mayoría de los usuarios son jóvenes y las redes sociales son parte integrante de su construcción social”7.

Ya en 1995 la socióloga australiana Raewyn Connell señalaba hasta qué punto la dominación masculina tiene que encajar el golpe del cuestionamiento de su legitimidad. Según ella, “la masculinidad hegemónica encarna una estrategia que fue ‘aceptada en un momento dado’. Cuando cambian las condiciones de defensa del patriarcado, se erosionan los fundamentos de la dominación de una determinada masculinidad”8.

Esta masculinidad hegemónica renegociada de forma constante permite a la dominación masculina reinventarse al tiempo que se perpetúa. Gourarier señala cómo “el nuevo mandato de afirmar una sensibilidad y una emocionalidad que serían propiamente masculinas no debería pensarse como un debilitamiento de lo masculino”. Al contrario, contribuiría a la “elaboración de una nueva normatividad masculina, a expensas de los hombres que no están en la medida de apropiársela porque carecen de las disposiciones necesarias. Así que no basta con ser hombre para disfrutar del poder que suministra dicho estatuto, además hay que ser hombre ‘correctamente’”.

Ahora bien, el ambiente actual es de cuestionamiento de las violencias sexistas y sexuales y de cuestionamiento de la asignación de género. Los emprendedores de la web no pueden ignorarlo. La comunidad de Benjamin Nevert, “un tipo ‘deconstruido’, de verdad”, certifica Le Monde (10 de octubre de 2021), cuenta con más de 560.000 suscriptores en YouTube. El autor de No soy viril (2021) menciona con regularidad las dificultades de los hombres y los mandatos que pesan sobre ellos. En su programa Entre tipos, sus invitados pueden confiar sus dificultades para decir “te amo” y discutir alrededor de temas variados como “el levante”, “el sexo”, “la ruptura amorosa”. O “la pija”.

“Hoy, claramente, soy un hombre feminista”, alega Ben Nevert. Es testimonio de ello la película “de realismo sensible, humano y conmovedor” que dirigió para Dorcel en 2022. El líder francés de la industria pornográfica, algunos de cuyos colaboradores están acusados de violación, proxenetismo agravado y trata de personas agravada, pudo entonces agregar a su catálogo la obra del influencer Pareja de verdad, coger de verdad. El patriarcado se ligó una buena paliza.

Anne Jourdain, docente. Traducción: Merlina Massip.


  1. Mélanie Gourarier, Alpha Mâle. Séduire les femmes pour s’apprécier entre hommes, Seuil, París, 2017. 

  2. Contracción de “involuntary celibate”, es decir, celibato involuntario. 

  3. Francis Dupuis-Déri, La crise de la masculinité. Autopsie d’un mythe tenace, Éditions du remue-ménage, Montreal, 2018. 

  4. Como Alain Soral, Sociologie du dragueur, Éditions Blanche, París, 1996; o Vers la féminisation? Démontage d’un complot antidémocratique, Éditions Blanche, 1999. 

  5. “Les femmes modernes ont tout détruit!”, entrevista acordada a Livre Noir, www.droite.tv, 12-11-2023. 

  6. “Rapport annuel 2024 sur l’état des lieux du sexisme en France. S’attaquer aux racines du sexisme”, 2024-01-22-STER-61, www.haut-conseil-egalite.gouv.fr, 22-1-2024. 

  7. “Contrer les discours masculinistes en ligne”, Institut du genre en géopolitique, igg-geo.org, 16-10-2023. 

  8. Raewyn Connell (dir.), Masculinités. Enjeux sociaux de l’hégémonie, Éditions Amsterdam, París, 2022.