En julio, Australia y Nueva Zelanda participaron en Washington en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Se trataría de contener a China que, por su parte, se ocupa de sus relaciones con las islas Salomón y Kiribati. En este contexto –y en la prueba climática– los territorios oceánicos se encuentran empujados a un “gran juego” similar al que empantanó a los Balcanes a comienzos del siglo pasado. Balcanes donde, por otra parte, China extiende su desafío actual. Tampoco los hielos árticos parecen estar del todo libres de estas presiones.