El misterio de Alberto Methol Ferré. Gabriel Delacoste. Estuario; Montevideo, 2025. 344 páginas, 990 pesos.

“Ultramontano” es uno de los posibles adjetivos, el único que no se le adjudicó a Alberto Methol Ferré (Montevideo,1929-2009); porque se lo clasificó de múltiples formas, siempre tratando de encasillarlo o finalmente declararlo inclasificable. Methol, que justamente se declaraba “tomista silvestre”, tuvo un recorrido político e intelectual que comenzó en el herrerismo y seguidamente participó en la experiencia ruralista. En 1962, ya por fuera del Partido Nacional, participó en la malograda experiencia electoral de la izquierda socialista con la Unión Popular, para después llegar al Frente Amplio en 1971 y ser parte del grupo asesor del general Liber Seregni. Finalmente, volvió al Partido Nacional con Wilson Ferreira primero, a su regreso al país en 1984, y con Alberto Volonté después. Su último pronunciamiento fue en apoyo a la candidatura de José Mujica a la presidencia de la República (2010-2015).

A ese recorrido debe agregarse su permanente prédica de las ideas geopolíticas del general Juan Domingo Perón para la realización de la Patria Grande latinoamericana que será católica. Justamente, en los medios jesuitas argentinos encontró eco para sus propuestas teológicas, que lo llevaron a ser un influyente laico en el Consejo Episcopal Latinoamericano desde 1976 hasta 1982.

La necesaria forma adoptada por Delacoste, justificada en su introducción, requiere una lectura por demás atenta, aunque probablemente cualquier forma que quiera superar un sobrevuelo de la actividad y la personalidad tan heterodoxas requiere una lectura cuidadosa. Porque en el transcurso de su vida Methol se halló en circunstancias donde debió volver a sus primeras publicaciones, a sus autores más trabajados o sus preocupaciones existenciales. Así, el vaivén entre diferentes autores o la imbricación de varios temas en pos de la claridad expositiva están presentes tanto en el autor como en la obra de Methol. Sí, el libro requiere una lectura activa cuya dimensión temporal se va haciendo cada vez más ancha al avanzar las páginas y es, como dice el autor, “vagamente cronológica”.

En 2008, José Rilla ya calificaba las primeras obras de Methol, en particular El Uruguay como problema, como más filosóficas que fácticas, y esta característica se mantuvo en las posteriores; tanto en los escritos teológicos como en los propagandísticos que obligan a Delacoste a rodeos para lograr echar luz sobre las páginas de Methol.

El largo recorrido desde fines de los años 1940 en Uruguay se hace cada vez más ancho al volverse más universal el pensamiento y las tareas religiosas de Methol, cuyas ideas están presentes en el papado de Francisco, a quien conoció y con quien luchó por la primacía de la teología del pueblo (neoperonista) sobre la teología de la liberación (neomarxista).

En los últimos capítulos se presenta y discute de manera más orgánica alguno de los tópicos que aparecen a lo largo de la obra: por ejemplo, el verticalismo latinoamericano, campo donde Delacoste ubicaría al Methol nacionalista y católico. Un Methol partidario y defensor del más amplio poder y facultades del papa también podrá encontrarse en la lectura de este libro escrito por Gabriel Delacoste, en un trabajo de cuatro años de duración.