Arianna de Sousa-García. Seix Barral; Montevideo, 2025. 144 páginas, 820 páginas.

Esta breve crónica de una periodista venezolana exiliada en Chile busca dar cuenta de la tragedia de sus conciudadanos mientras narra su peripecia personal y familiar. Es la deriva de una hija del chavismo, en el sentido de que su padre es un convencido seguidor del intento refundacional de Hugo Chávez luego mutado en desencanto madurista, que encuentra en el periodismo un camino que va mucho más allá de un oficio para ganarse la vida. Encuentra un espacio vital en el que sostener su disidencia. A juzgar por lo que el libro expone, no se trató de traficar una postura política a través de sus artículos, sino de amparar, mediante las herramientas y la comunidad que compartía con sus pares, una suerte de autopoiesis. Ese work in progress fue topándose, cada vez más, con los límites del entorno, y en determinado momento la emigración se presentó como la única salida.

Quizá a partir de ese momento el libro decae. Todo lo que era expectativa por la mirada que la autora había venido poniendo en juego se resuelve de forma débil en términos de pulso literario. Da paso, muchas veces, a páginas en las que el testimonio le gana a la narración. Deja la sensación, así, de que esta no es la “gran crónica” de la tragedia venezolana (no en términos de volumen, sino en el sentido utópico de aquel mito de la modernidad anglosajona de la “gran novela americana”). La autora probablemente no la buscó, pero el lector que se acerque al resultado no debería buscarla tampoco.