Situada en el sur de Moldavia, Gagaúzia es una región autónoma de 130.000 habitantes, un pueblo de lengua turca y religión cristiana ortodoxa. Arrinconada entre Ucrania y Rumania, cerca del frente de guerra, vota en bloque por Moscú. El Kremlin financia, la televisión adoctrina y los jóvenes emigran desilusionados con la política moldava.

El ambiente es tranquilo en las calles de Comrat, capital de la región autónoma de Gagaúzia. Las banderas de la región ondean sobre todos los edificios de la arteria principal, la calle Lenin. En la plaza central, una estatua del mismo Lenin se yergue frente al parlamento regional, la Asamblea Popular de Gagaúzia. A media tarde, no es raro oír a los niños de la escuela entonar el Tarafim, himno a la gloria del territorio, mientras que, al atardecer, los habitantes se reúnen y pasean en pequeños grupos por las callejuelas de la ciudad.

Pero la vida política en Gagaúzia se ha puesto tensa. El 25 de marzo, Eveghenia Gutul, gobernadora de la provincia autónoma (llamada localmente bachkan), fue detenida por las autoridades anticorrupción moldavas en el aeropuerto de Chisináu cuando se disponía a despegar hacia Estambul. Se la acusa de mantener vínculos con Ilan Sor, oligarca israelí-moldavo y prorruso, fundador del partido político que lleva su nombre, al que pertenecía Gutul hasta su prohibición por la Corte Institucional en junio de 2023.

El arresto provocó numerosas manifestaciones en cada rincón de la provincia. En Comrat, cientos de personas se reunieron para pedir su liberación. La responsable local incluso pidió ayuda al propio presidente de Rusia, Vladimir Putin. Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, solicitó a las autoridades que “renunciaran a este tipo de métodos y concedieran libertad de acción a todas las fuerzas políticas del país”.1 Tras ser encarcelada inicialmente en una de las prisiones más antiguas del país, Gutul fue puesta bajo arresto domiciliario, antes de ser condenada a siete años de prisión el 5 de agosto.

Un pueblo entre imperios

Desde la disolución de la Unión Soviética (URSS), Gagaúzia es una región estratégica, trampolín de la influencia rusa en Europa. Situada en el sur de Moldavia, arrinconada entre Ucrania y Rumania, este territorio de 1.800 km² está habitado por 130.000 gagaúzos, un pueblo de lengua turca y religión cristiana ortodoxa. Originarios de Dobruja, una región compartida entre las actuales Bulgaria y Rumania, los gagaúzos se instalaron a fines del siglo XIX en Budzhak, zona fronteriza a veces llamada Besarabia del Sur, tras un intercambio de poblaciones entre los imperios ruso y otomano. Los gagaúzos, ortodoxos, fueron “invitados” a colonizar las tierras de Budzhak, anexionadas por el Imperio ruso en 1812. Los tártaros y turcos de esta región, de religión musulmana, recorrieron el camino inverso y se unieron a Dobruja, que siguió siendo otomana.

Influenciada por los pueblos balcánicos y las culturas eslava y moldava, Gagaúzia constituye una “simbiosis cultural en una encrucijada histórica”, según Stefanida Stamova, directora del museo de Ceadir-Lunga, segunda ciudad y capital cultural de la región, con 16.000 habitantes. “La gente siempre ha atravesado nuestro territorio hacia el oeste y hacia el este, por lo que tenemos vínculos muy estrechos con otros pueblos, tanto del oeste como del este”, añade la especialista local, rodeada de cuadros y túnicas tradicionales que adornan los pasillos del pequeño museo. El juego de influencias históricas ha convertido a los gagaúzos en una especie peculiar de Europa del Este: primero bajo la autoridad del Imperio ruso de Alejandro I, luego bajo el dominio rumano, Moldavia se integró finalmente en la URSS en 1944. Durante estos dos períodos de control de Rusia, el uso de la lengua gagaúza no estaba permitido. “Recuerdo que en la escuela estaba totalmente prohibido hablar gagaúzo. Todo debía expresarse en ruso”, relata una periodista local que prefiere permanecer en el anonimato.

Todavía hoy, la inmensa mayoría de la población tiene como lengua materna el ruso. Aunque su uso cotidiano es poco frecuente, el gagaúzo resiste y se transmite a las nuevas generaciones para no desaparecer. Tras la caída de la URSS, los gagaúzos, impulsados por su voluntad independentista, obtuvieron un estatuto de autonomía dentro de la República de Moldavia. Pero la lengua que aprendieron facilita los vínculos con la Federación de Rusia, que, por su parte, ve a Gagaúzia como una puerta de entrada perfecta a Europa.

Mientras que la sociedad moldava se divide entre proeuropeos y prorrusos, la provincia ha tomado su decisión. “La mayoría de los moldavos está a favor de la vía europea, pero en Gagaúzia el sentimiento es mayoritariamente prorruso y esta posición está directamente ligada al idioma”, opina Elena Karamit, profesora de lengua gagaúza y exdiputada de la Asamblea Popular de Gagaúzia. “El problema es que la gente cree en la televisión. Lo que la televisión muestra y difunde forma lo que luego opinan”, añade su amiga Ekaterina Zhekova, también exdiputada del Parlamento Regional y periodista. Ambas mujeres han creado el canal de Youtube GagauzMedia, en el que conversan con personalidades locales. Aunque internet y las redes sociales tienen cada vez más influencia en la formación de la opinión pública, “la mayoría de la población gagaúza vive en pueblos, donde la televisión sigue siendo el medio para informarse”, añade la periodista. Como la inmensa mayoría de los programas provienen de la televisión rusa, esto acentúa la brecha entre Gagaúzia y el resto de Moldavia. “Las personas que hablan ruso nunca han aprendido moldavo”, explica Karamit. Y concluye, desilusionada: “De hecho, viven la vida de otro país, no la de su país de origen”.

Dinero ruso y urnas gagaúzas

Esta tendencia se confirmó durante las últimas elecciones. En las presidenciales de 2024, mientras Moldavia se dividía entre la candidata proeuropea Maia Sandu y el candidato prorruso Alexandr Stoianoglo, Gagaúzia votó en más de un 95 por ciento por el candidato rusófilo. Lo mismo ocurrió en las elecciones legislativas del 28 de setiembre: el partido de la presidenta ganó las elecciones con más del 50 por ciento de los votos en el país, frente a sólo el 24,2 por ciento del Bloque de Patriotas prorruso. Pero en Gagaúzia solamente el 3,19 por ciento de los votantes eligió el partido de Maia Sandu, y prefirió votar por el Bloque en un 82,35 por ciento. Al mismo tiempo, el partido prorruso Inima Moldovei [Corazón de Moldavia], fundado por la antigua bachkan de Gagaúzia Irina Vlah, fue inhabilitado para participar dos días antes de las elecciones por sospechas de financiación ilegal.

Estatua de Lenin junto al edificio del gobierno de Gagaúzia en la ciudad de Comrat (archivo).

Estatua de Lenin junto al edificio del gobierno de Gagaúzia en la ciudad de Comrat (archivo).

Foto: Daniel Mihailescu, AFP

Para reforzar su bastión gagaúzo, Rusia no duda en recurrir al dinero. Así lo señala una investigación de la periodista británica Sarah Rainsford.2 A partir de mayo de 2024, los funcionarios de aduanas del aeropuerto de Chisináu observan que cada vez más ciudadanos moldavos regresan de estancias cortas en Rusia. “Personas que nunca habían salido de Moldavia regresaban de unos días en Rusia con fajos de billetes –escribe la periodista–. En un solo día, los funcionarios de aduanas encontraron más de 1,2 millones de euros. Nadie reclamó nunca su dinero”. Al efectivo se suman transferencias opacas provenientes de un banco ruso sancionado, PSB, cuyos importes ascenderían a más de 12,8 millones de euros. “Muchos gagaúzos recibieron transferencias directamente en su cuenta bancaria, sin saber muy bien de dónde procedía ese dinero”, nos cuenta por teléfono un periodista rumano que investiga el tema (y que desea permanecer en el anonimato). “A cambio, se les decía a quién votar y, sobre todo, se les prometía que esas transferencias serían regulares en caso de ganar las elecciones. Evidentemente, no fue así”, afirma.

Unión Europea o Rusia, algunos gagaúzos ven pocas diferencias entre ambas. Mijail Kylchik, de apenas 18 años, considera que, en cualquier caso, “Moldavia saldrá perdiendo”. “Creo que la Unión Europea no nos necesita, sobre todo porque apoya al actual gobierno moldavo, que tiene una actitud xenófoba frente a los gagaúzos –se indigna el estudiante de secundaria–. Al mismo tiempo, no consideramos que Rusia sea la raíz de todos los males. Pero en el mundo actual es imposible desarrollar buenas relaciones con Rusia.” Los jóvenes, más influenciados por internet y las redes sociales, son menos permeables a la propaganda que llega de Moscú. A pesar de todo, algunos de ellos prefieren abandonar la región o incluso el país en busca de estabilidad económica. “Creo que nuestros jóvenes simplemente están desilusionados con la política moldava. Consideran que este país no tiene futuro”, concluye el joven, que se hace llamar “Micha”.

Vecinos en guerra

¿Qué dicen los funcionarios gagaúzos acerca de los turbios vínculos con Rusia? Resulta difícil obtener respuestas. El gobierno regional, al que contactamos, no respondió a nuestras solicitudes. Sólo Anatoli Topal, alcalde de la ciudad de Ceadir-Lunga, nos abrió las puertas de su ayuntamiento y aceptó responder algunas preguntas.

Cuando se le pregunta cuáles son las relaciones entre su región y Rusia, su respuesta dura un minuto. “Tenemos escuelas rusas, nuestra lengua de comunicación es el ruso. Algunos habitantes sienten nostalgia por la Unión Soviética y creen que la Federación de Rusia es la sucesora de la URSS. Pero no podemos hablar de relaciones directas entre Gagaúzia y Rusia, ya que Gagaúzia forma parte integrante de la República de Moldavia, y estas relaciones deben establecerse sobre la base de los intereses nacionales de la República de Moldavia”. El alcalde juega la carta de la diplomacia y no dice ni una palabra sobre los opacos vínculos sospechados entre su región y Rusia.

El municipio se encuentra a menos de diez kilómetros de la frontera con Ucrania. Por lo tanto, es imposible no preguntarle al alcalde su opinión sobre el conflicto en curso. Topal se mantiene sobrio. “Históricamente, hemos tenido fuertes vínculos con Ucrania. Miles de gagaúzos viven también al otro lado de la frontera, por lo que, al inicio de las hostilidades, un gran número de refugiados vino aquí”. El alcalde agrega: “Seguiremos apoyando a los ucranianos en estas difíciles circunstancias. Esperamos que los políticos encuentren pronto un lenguaje común y que vuelva la paz”.

Las respuestas del alcalde están bien ensayadas. Sin embargo, en Ceadir-Lunga, la guerra no queda lejos. Odesa, Mykolaiv, Jersón: estas grandes ciudades ucranianas en el centro del conflicto se encuentran a pocas horas en auto. Una periodista, que también prefiere mantenerse en el anonimato, nos cuenta que, en febrero, varios drones explotaron en territorio moldavo, uno de ellos a las afueras de la ciudad. La agencia de noticias moldava Mold Press agrega que, “de acuerdo con las primeras investigaciones, los fragmentos en Ceadir-Lunga pertenecen a un dron ruso”.3

El destino de los gagaúzos parece estar ligado a las potencias influyentes que los rodean. Rusia en primer lugar, pero también Turquía, una suerte de hermano mayor con quien la minoría comparte fuertes lazos. A las afueras de Comrat, la ruta llena de baches conduce a un magnífico estadio de fútbol en perfectas condiciones, que desentona con el entorno de esta región agrícola y poco desarrollada. “El estadio fue financiado por [el presidente turco Recep Tayyip] Erdoğan. Vino a inaugurarlo en persona en 2018, aterrizó en helicóptero justo al lado del césped”, nos cuenta el taxista.

En el recinto, la bandera gagaúza ondea junto a las banderas moldava y turca, sobre un retrato del presidente de la República de Turquía. Erdoğan posa como un héroe. Tras retomar el camino en dirección a la capital moldava, Chisináu, una magnífica ruta asfaltada reemplaza el empedrado con baches de la salida de la ciudad gagaúza. El chofer acota: “Fue la Unión Europea la que construyó esta carretera”.

Hugo Laulan, estudiante de la Escuela Pública de Periodismo de Tours. Traducción: Emilia Fernández Tasende.


  1. “El Kremlin condena el arresto de la jefa de Gagaúzia en Moldavia” (en ruso), kommersant.ru, 26-3-2025. 

  2. Sarah Rainsford, “Russian cash-for-votes flows into Moldova as nation heads to polls”, bbc.com, 20-10-2024. 

  3. “Fragments found in Ceadir-Lunga belong to Russian drone”, moldpres.md, febrero de 2025.