Javier Calvelo. adhoc; Montevideo, 2024. 90 páginas, 1.500 pesos.
Nancy Urrutia Lungo, fotógrafa de larga trayectoria, justifica con creces el título de este hermoso libro. Baste decir que su primer encargo periodístico fue la cobertura del Acto del Obelisco, de noviembre de 1983, una masiva manifestación multipartidaria contra la dictadura militar. Como esa mujer que rompe las cadenas en el monumento a la independencia ubicado en la plaza de Florida, y que cierra el conjunto de imágenes, Urrutia también quebró muchas barreras. En su profesión y en el lugar de las mujeres en la sociedad. Textos como el de Niki Johnson o el de Marisa Silva Shultze –pioneras ellas mismas en lo suyo– lo dejan claro.
Hay retratos, hay política, hay movilizaciones, hay ciudad. Todo eso habitado por las mujeres, que siempre estuvieron, pero no siempre fueron mostradas. Y ahí la cámara de Urrutia, tenaz. Las tomas sobre la lucha por los derechos humanos conmueven en particular. Pero también –y sobre todo– esa niña apenas acompañada –porque no puede decirse sostenida– por una mano que quizá es de su madre, que aparece para mirarnos en el hueco de una barrera policial, con su rostro a continuación del arma de un policía, sin que nadie tenga intención de nada, salvo el visor de Urrutia, que nos dice algo, y diciéndonos, nos dice.
El libro de adhoc fotos parte de una idea de Javier Calvelo Luisi, editor de fotografía de Le Monde diplomatique Uruguay –por eso la etiqueta “De casa” que presenta esta reseña, en lugar del género–, quien también tuvo la difícil tarea de escoger entre el voluminoso archivo de Urrutia.