Cuba lleva tres décadas y media de crisis económica, sólo interrumpida durante unos años por el apoyo de Venezuela, lo que ha llevado a un retroceso notorio de los avances sociales logrados por la Revolución. Para romper la tendencia, se impone una urgente reforma estructural del modelo económico que lo acerque al existente en China o Vietnam.

Después de la grave crisis de los años 1990, iniciada con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, entre 2000 y 2008 Cuba disfrutó de una recuperación parcial de su economía. El crecimiento del producto interno bruto (PIB) promedió casi ocho por ciento anual durante estos años, debido principalmente a la relación económica favorable con la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Pero entre 2009 y 2018 la mala situación en Venezuela redujo la ayuda y el PIB cubano prácticamente se estancó a un promedio anual de dos por ciento. Entre 2019 y 2023, una nueva crisis económica contrajo el PIB en dos puntos al año. La meta del gobierno para 2024 era lograr una tasa de crecimiento de dos por ciento, pero en noviembre el ministro de Economía y Planificación anunció que el año cerraría con otra contracción1. De hecho, Cuba sufre una situación de crisis económica permanente desde los años 1990, es decir, durante 34 años, marcando el peor desempeño de América Latina.

Otros indicadores macroeconómicos confirman la magnitud del problema. La formación bruta de capital se redujo de 25 por ciento del PIB en 1989 al 16,3 en 2021. El déficit fiscal fue de 17,7 por ciento del PIB en 2020, 11,7 en 2021 (el más alto de América Latina), 11,1 en 2022 y 11 en 2023. No obstante, en el primer semestre de 2023 el ministro de Finanzas y Precios informó que los ingresos presupuestarios sólo financiaron el 78 por ciento de los gastos, lo que implica un déficit de 22 por ciento, el doble del porcentaje oficial reportado para todo el año.

Desde 2021, cuando se anunció la unificación monetaria, la inflación se ha disparado. Recordemos que hasta ese momento Cuba tenía dos monedas: el peso cubano convertible (CUC), vinculado con el dólar, y el peso cubano moneda nacional (CUP), en el que se pagan los salarios (a un cambio de 24 CUP equivalente a un dólar, pero en las empresas estatales el cambio es par). La unificación fue necesaria porque la doble moneda distorsionaba los precios y creaba segmentación. La unificación eliminó el CUC y devaluó el CUP en 2.300 por ciento. Esto disparó la inflación: el deflactor oficial del PIB (el indicador más confiable) fue de 1.062 por ciento en 2021 y subió a 1.696 en 2023; el índice de precios al consumidor (IPC) fue de 77 por ciento en 2021, 39 en 2022 y 42 en 2023 (el IPC subestima la inflación porque excluye las transacciones en el sector informal, que se realizan mayoritariamente en moneda extranjera). Dos expertos estimaron recientemente una inflación de entre 500 y 700 por ciento2.

El tipo de cambio oficial pasó de 24 CUP (moneda nacional de Cuba tras la unificación monetaria) por dólar estadounidense en enero de 2021 a 120 en agosto de 2022; en el mercado informal, el cambio era de 335 en enero de 2025, casi el triple de la tasa oficial3. A fines de diciembre de 2024, el gobierno anunció que dejaría flotar la tasa oficial de cambio de acuerdo con el mercado de divisas, pero no se sabe cuándo comenzará, cuál será su ámbito y si se aplicará al sector estatal empresarial.

La producción en caída

El índice de producción industrial se recuperó de forma parcial entre 2013 y 2018, pero luego comenzó a disminuir. En 2023 era 61,4 puntos menor que el nivel de 1989. Entre este año y 2023, el procesamiento de productos alimenticios disminuyó 80 por ciento, la industria azucarera cayó 95 por ciento, la producción textil 98 por ciento y los fertilizantes 99,7 por ciento. En 2022-2023, de las 20 líneas manufactureras clave, sólo una estaba por encima del nivel de 1989, 17 estaban por debajo y dos estaban estancadas.

La caída de la producción de alimentos ha sido particularmente severa. Las tasas anuales del PIB por tipo de actividad económica en 2016-2023 muestran que la tasa promedio del sector agropecuario disminuyó 8,5 por ciento, la del sector azucarero 15,9 por ciento y la de la pesca y los mariscos ocho por ciento. La producción de un total de 13 productos agrícolas y pesqueros clave en 2023 estuvo por debajo del nivel de 1989 en ocho, y todos por debajo de las cimas de producción anteriores.

Un país envejecido

Cuba es el país más envejecido de las Américas. Si las tendencias actuales se mantienen, en 2050 será el segundo más envejecido del mundo. La tasa total de fecundidad (número medio de hijos nacidos por mujer en edad reproductiva) llegó a 1,4 en 2022, cerca de la mitad de la tasa de reemplazo de 2,1. Esto hizo que el tamaño total de la población comenzara a disminuir a partir de 2017. En 2023 la población se redujo 10,5 por ciento. Contribuyen a este fenómeno la alta tasa de uso de anticonceptivos (62 por ciento), la alta dependencia del aborto inducido y las duras condiciones de vida (bajos salarios reales promedio, escasez de bienes de consumo y vivienda inadecuada), que disuaden a las posibles madres de tener hijos.

También, por supuesto, la emigración, que priva al país de la población joven. Las tasas netas de emigración han sido consistentemente altas, incluyendo una alta proporción de mujeres en edad reproductiva. El éxodo poblacional alcanzó un récord en 2022-2024, cuando salieron 2,4 millones de personas4, lo que equivale a casi una cuarta parte de la población oficial del país.

El envejecimiento es, por un lado, positivo. Al aumentar la esperanza de vida, las personas viven más tiempo, pero crea enormes problemas económicos y sociales. A medida que la población envejece, primero disminuye el segmento joven (0-14 años) y luego el segmento productivo (15-64 años), mientras que el segmento viejo (65 años o más) se expande de modo constante. Por tanto, la tasa de dependencia, es decir, el financiamiento de la población anciana y joven por el segmento en edad productiva, aumenta. Entre 2011 y 2023 la fuerza laboral se contrajo un 15 por ciento, mientras que la fuerza laboral empleada se redujo un 12 por ciento, por lo que habrá una escasez de mano de obra, en particular de trabajadores calificados. Para 2040 se proyecta un déficit de 815.000 trabajadores5.

Todo esto presiona sobre el sistema. A medida que aumenta la esperanza de vida, los jubilados viven más tiempo y reciben sus prestaciones por períodos más largos, lo que aumenta el costo de sostener las jubilaciones y pensiones. Además, las personas mayores a menudo sufren de enfermedades que incrementan el costo de la atención médica. La disminución del PIB y de los ingresos públicos producto de la crisis económica, en combinación con el aumento del gasto social principalmente como resultado del envejecimiento, obligaron al gobierno a recortar los recursos sociales. Como porcentaje del presupuesto estatal total de gastos corrientes, los gastos sociales (salud pública, educación, jubilaciones y asistencia social) alcanzaron un máximo de 55,4 por ciento en 2007 y disminuyeron a 34,4 en 2020. Como porcentaje del PIB, el gasto social alcanzó un máximo de 36,6 por ciento en 2008, bajó a 25,1 en 2022 y a 18,8 en 2023.

El impacto social

La crisis económica, el envejecimiento y la decisión de recortar las prestaciones del Estado dieron como resultado un deterioro social. El desempleo declarado sigue siendo uno de los más bajos de América Latina, aunque aumentó de 1,2 por ciento a 1,9 entre 2019 y 2023. Sin embargo, la baja tasa de desempleo es posible a costa de mantener una tasa de subempleo en torno al 30 por ciento de la fuerza laboral. La unificación monetaria ha mantenido, de manera artificial, un bajo desempleo formal, por medio de subsidios fiscales a las empresas estatales deficitarias, un tercio del total, que mantienen en su plantilla a miles de trabajadores. El bajo desempleo se explica porque hay mucho subempleo sostenido de manera artificial, porque el Estado emplea más trabajadores de los que son necesarios, lo que resulta en una caída de la productividad y el salario.

El salario medio en el sector estatal, ajustado a la inflación anual, menguó en 2018 a 42 por ciento del nivel en el que estaba en 1989, antes del inicio de la crisis. Debido a las distorsiones inflacionarias, registró su máxima caída en 2021; en 2023 disminuyó a 60 por ciento del nivel de 1989. La jubilación media real se redujo a la mitad entre 1989 y 2018, alcanzó su punto máximo en 2021 y fue el 91 por ciento del nivel de 1989 en 2023. Al tipo de cambio oficial, la pensión media mensual real es de menos de diez dólares.

Las cuotas de alimentos racionados, con precios subsidiados por el Estado, cayeron de forma drástica. La fuerte disminución de la producción agrícola, combinada con la hiperinflación y la reducción del volumen de alimentos importados, indujo una grave escasez de alimentos y un aumento vertiginoso de los precios en el mercado informal. En 2023, el salario medio sólo alcanzaba para comprar tres libras (menos de un kilo y medio) de pollo (y nada más), mientras que el salario mínimo y la pensión media sólo podían comprar 1,5 libras, y la pensión mínima una libra6. Para sobrevivir, los cubanos deben recibir remesas del extranjero –44 por ciento, sin embargo, no recibe nada– o trabajar en el sector privado, que representa una cuarta parte de la fuerza laboral. El sector privado genera riqueza, pero también compite con el Estado, por lo que este lo ha estrangulado con regulaciones, inspecciones, multas e impuestos excesivos.

La reforma de las pensiones implementada en 2008 que aumentó las edades de retiro, de 50 años para la mujer y 60 para el hombre a 60 y 65 respectivamente, también incrementó las contribuciones. El déficit (ingresos menos egresos) disminuyó de 44 por ciento del gasto previsional en 2013 a 14 por ciento en 2017, pero desde 2018 retomó su crecimiento y alcanzó 34 por ciento en 2023. Las razones de este retroceso fueron el envejecimiento acelerado y la insuficiencia de la reforma. A menos que se implemente una nueva y más drástica transformación del sistema, por la que se aumenten aún más las edades y contribuciones y se reduzcan los montos de las pensiones, la tendencia ascendente continuará. Pero, dada la terrible situación que atraviesa la población, se trata de medidas muy difícil de concretar.

En materia de salud, Cuba encabezaba los índices de América Latina en 1989. Sin embargo, la mayoría de los indicadores comenzaron a deteriorarse. Las tasas de mortalidad infantil y materna han aumentado (esta última alcanzó un récord de 177 por cada 100.000 nacimientos en 2021), mientras que varios países latinoamericanos han mejorado su desempeño, superando ahora a Cuba. Aunque la relación de médicos por habitante siguió creciendo hasta 2022 y sigue siendo la más alta de la región, la exportación de médicos (en especial, médicos de familia, imprescindibles para la atención primaria) ha reducido el acceso de la población a la atención sanitaria. Entre 2007 y 2023, el número de hospitales se redujo 31 por ciento, las enfermeras cayeron 32 por ciento y los técnicos de salud disminuyeron 85 por ciento. Además, ha ocurrido un grave deterioro de las instalaciones sanitarias y de la calidad de los servicios, así como una severa escasez de medicamentos (causada por la disminución de la producción nacional y de las importaciones).

La construcción de viviendas disminuyó 86 por ciento entre 2006 y 2023. Ese año se registró la tasa más baja de casas construidas desde el inicio de la Revolución. El resultado es que el déficit habitacional alcanzó prácticamente el millón de unidades en 2018 y siguió aumentando. Pero además alrededor de 39 por ciento del stock de viviendas existente se encuentra en condiciones malas o mediocres[^7]. A pesar de ello, la vivienda recibe la asignación presupuestaria más baja entre los servicios sociales: representa sólo 1,5 por ciento de la inversión total del Estado.

¿Cuántos pobres hay en Cuba? Aunque el gobierno nunca ha publicado estadísticas sobre la incidencia de la pobreza, reconocidos científicos sociales cubanos la estimaron en entre 25 y 30 por ciento7. La actual crisis económica y el deterioro social han exacerbado la pobreza. La asistencia social debería haberse ampliado, pero entre 2006 y 2023 se contrajo de 5,3 a 3,4 beneficiarios por cada 1.000 habitantes.

El futuro de Cuba

El gobierno responsabiliza principalmente al embargo/bloqueo de Estados Unidos por la crisis económica y el deterioro social. Sin embargo, hemos mostrado con abundante evidencia que la afirmación no es correcta y que hay múltiples causas de las crisis, incluyendo el fracaso del sistema económico y la timidez de las reformas de los últimos años8. Para superar la crisis económico-social se debe emprender una urgente reforma estructural que conduzca a Cuba hacia un modelo de socialismo de mercado, que ha sido muy exitoso en China y Vietnam9, con los ajustes necesarios según las peculiaridades cubanas, o a un modelo de Estado de bienestar social democrático como en los países escandinavos. Sin ello, la situación socioeconómica seguirá deteriorándose.

Carmelo Mesa-Lago, economista. Profesor distinguido emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh.

[^7: Oscar Figueredo y Lisandra Romeo, “Política de construcción de viviendas: Cuba aspira a recuperar el déficit de viviendas en diez años”, Foro Debate, La Habana, 21-11-2018.


  1. “Gobierno cubano reconoce que en 2024 no crecerá la economía”, El Toque, La Habana, 15-11-2024. 

  2. Pavel Vidal y Luis Luis (2024), “Cuba monetary reform and triple digit inflation”, Latin American Research Review, 59 (2): 274-291. 

  3. “Mercado informal de divisas en Cuba”, El Toque, La Habana, 10-1-2025. 

  4. Juan Carlos Albizu-Campos, “Estimados del saldo neto migratorio de Cuba: 2020-2024”, La Habana, 2024. 

  5. “A Cuba le faltarán 800.000 trabajadores”, Efe, La Habana, 26-2-2018. 

  6. Carmelo Mesa-Lago, The Social Impact of the Economic Crisis in Cuba, Occasional Paper, Cuban Research Institute, Florida International University, enero de 2023; “Precios de alimentos obtenidos en el mercado informal”, El Toque , 25 al 31-10-2024. 

  7. Mayra Espina (2020), “Reforma y emergencia de capas medias en Cuba”, Nueva Sociedad, 285: 108-121; Pedro Monreal, “Notas sobre consumo, inflación, salarios, pobreza y desigualdad”, Equis, 2-3-2023. 

  8. Carmelo Mesa-Lago (2024), “El embargo de los EE.UU. contra Cuba y sus efectos: Un balance de 62 años”, en El impacto real de las sanciones sobre Cuba y Venezuela: Una mirada plural alejada de la propaganda oficial, Sergio Ángel Baquero, editor, Bogotá, Editorial Universidad Sergio Arboleda. 

  9. Carmelo Mesa-Lago (2025), Comparing Socialist Models: Economics and Social Security in Cuba, China and Vietnam, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, en prensa.