La doble pregunta ha dado lugar a tantos libros, coloquios y tesis que uno podría imaginarla resuelta. ¿Quién vota a la extrema derecha y por qué? Desde sus primeros éxitos hace 40 años, el Frente Nacional (FN), convertido en Agrupación Nacional (RN, por su sigla en francés) en 2018, es “indiscutiblemente el partido político francés más estudiado en las últimas décadas”, observa el politólogo Alexandre Dezé, habiendo sido analizado en no menos de 210 libros entre 1980 y 20171. Y el flujo no se ha detenido. ¿Cómo interpretar la lógica territorial de su creación? ¿Es su auge indicativo de una derechización del país? ¿Sus votantes están motivados, en lo principal, por consideraciones sociales o culturales?

Sus electores no justifican su voto de la misma manera, ni muestran la misma adhesión al partido; sus motivaciones varían en función de sus antecedentes biográficos, su edad, su origen social, profesional o geográfico, etcétera. Habría que hablar, por lo tanto, de “los” votantes de RN, dado que este partido penetra en todos los ámbitos de la vida. En las elecciones europeas de junio de 2024, la lista encabezada por Jordan Bardella [de RN] se situó a la cabeza en todas las categorías socioprofesionales, alcanzando un 53 por ciento entre los trabajadores, un 40 por ciento entre los empleados, pero también un 20 por ciento entre los ejecutivos (al mismo nivel que Raphaël Glucksmann, de centroizquierda)2. La RN se apoya en una base obrera poco calificada, pero también cuenta con el apoyo de cierta burguesía. Por ello, la mayoría de los investigadores son reacios a sacar conclusiones demasiado generales, o a abordar temas demasiado amplios, y prefieren realizar estudios parciales sobre barrios u oficios concretos, para examinar todas las complejidades de las opciones electorales. A los medios de comunicación, por su parte, no les importan esos matices.

Ya en los años 1990, el geógrafo Jacques Lévy se dio a conocer con su teoría del “gradiente urbano”3: el voto al FN, muy débil en el centro de los grandes centros urbanos, espacios de diversidad y de conexiones internacionales, aumentaba a medida que se avanzaba hacia zonas menos densas y menos diversas, suburbios y zonas rurales, donde el apego a las identidades locales y tradicionales es fuerte. Todo es cuestión de densidad y diversidad. A pesar de haber sido invalidada por numerosos contraejemplos y criticada por su dudoso uso de las estadísticas y su descuido de las variables sociales, la tesis de Lévy ha gozado de cierto éxito. Sobre todo desde que algunos de sus seguidores la han perfeccionado añadiendo algunas consideraciones económicas. Un ejemplo es el geógrafo y consultor Christophe Guilluy, autor de un best seller en 20144. Sostiene que, si bien la fractura territorial es real, en realidad se da entre una “Francia metropolitana” próspera, atravesada por los flujos materiales, financieros y humanos del capitalismo, la Francia de las “élites” y de los “ganadores de la globalización”, y la “Francia periférica”, golpeada por la desindustrialización, aislada de la creación de riqueza, lejos de las zonas de empleo, la Francia del “pueblo” y los “olvidados”, que vota de manera masiva por la extrema derecha.

Diversos especialistas han criticado a Guilluy por homogeneizar la Francia rural y pueblerina y presentar un panorama desmesuradamente sombrío, embelleciendo al mismo tiempo el destino de los suburbios obreros. Algunos han señalado, con estudios que lo avalan, que vivir en los suburbios, cuando se elige el municipio de residencia y este ofrece un entorno de vida agradable, no favorece el voto de extrema derecha5. Otros han subrayado, cruzando un amplio abanico de datos a nivel de los circuitos (registros electorales, cuestionarios de salida de urnas, estadísticas de censos, etcétera), que la ubicación es un factor menos determinante en las opciones electorales que la edad, los estudios universitarios o la profesión. En su investigación sobre el área urbana de Nantes, el geógrafo Jean Rivière señala que “los cambios electorales siguen de cerca la trayectoria sociológica de los barrios de la metrópolis”6. La ruptura de los bloques electorales y la tripartición política resultante de la victoria de Emmanuel Macron en 2017 han socavado un poco su teoría, pero Guilluy no se rinde: “No hay tres bloques sino dos, las metrópolis contra la Francia periférica”, volvió a explicar el día después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas (Le Figaro, 15 de julio de 2024).

En el mercado de las explicaciones electorales con credenciales, al consultor le ha surgido ahora un competidor: Jérôme Fourquet.

Benoît Bréville, director de Le Monde diplomatique (París).


  1. Alexandre Dezé, “Que sait-on du Front national?”, dans Olivier Fillieule, Florence Haegel, Camille Hamidi y Vincent Tiberj (bajo la dir. de), Sociologie plurielle des comportements politiques, Presses de Science Po, París, 2017. 

  2. “Sociologie des électorats et profil des abstentionnistes. Élections européennes, 9 de junio de 2024”, Ipsos

  3. Jacques Lévy, L’Éspace légitime. Sur la dimension géographique de la fonction politique, Presses de Sciences Po, 1994. 

  4. Christophe Guilluy, La France périphérique. Comment on a fracutré les classes populaires, Flammarion, París, 2014. 

  5. Éric Charmes, Lydie Launay, Stéphanie Vermeersch, Quitter Paris? Les classes moyennes entre périphéries et centres, Créaphis, Grane, 2019. 

  6. Jean Rivière, L’illusion du vote bobo. Configurations électorales et structures sociales dans les grandes villes françaises, Presses universitaires de Rennes, 2022.