La altura del derrumbe. Margarita Heinzen. Fin de Siglo, 2024. 248 páginas, 740 pesos.
La urdimbre reventó y el derrumbe se consuma; la altura desde donde todo se derrumba va subiendo a medida que avanza esta novela de Margarita Heinzen, breve relato cronológico de dos años en la vida de la familia Inchausti, regida desde siempre con mano dura por Oldemar, abogado, nieto de migrantes vascos. Es caudillo colorado en un pueblo al norte del río Negro y candidato a diputado por tercera vez cuando se inicia el relato, en noviembre de 1950, probablemente el domingo 26, y se cierra en diciembre de 1952. Son años en los que Luis Batlle Berres está en pleno apogeo, lejos de su derrota en 1958, y en los que aún se vivía el ¡uruguayos campeones! Pero también son momentos tumultuosos para los colorados batllistas. Las pujas entre la lista 15 y la 14, la del sobrino y la de los hijos de José Batlle y Ordóñez, obligan a los dirigentes a decantarse por unos u otros.
En la familia Inchausti el relevo del doctor Oldemar está comenzando y el elegido es Alaídes, el mayor de sus hijos, abogado como él, casado y con un hijo pequeño; el otro hijo, Emilio, apenas mayor de edad, abandonó sus estudios liceales y trabaja de peón en Los Ceibos, el establecimiento rural de la familia en Paso del Perdido. Un descuido en sus tareas lo llevará a moverse a la capital para tomar distancia de su padre e iniciar su vida lejos de la influencia política y social de su familia.
María Esther, la madre, ama de casa, se ha ocupado de sostener al padre, los hijos y el hogar con artes citadinas fruto de sus estudios en el Instituto Crandon de Montevideo. Está siempre atenta, atiende y contiene a Oldemar, se ocupa de su nieto y, casi sin descanso, cuida el vínculo paterno filial con Emilio. El encerramiento protector del hogar también se derrumba, alejado del mundo de la política. Fuera del relato cronológico, la voz de la abuela de Esther estremece con un flashback de la vida de su nieta, desde su nacimiento en Blanquillo hasta su matrimonio a merced de la voluntad de su esposo.
Ciertos años suelen ser difíciles, como aquellos de los comienzos. Las aspiraciones justicieras de Alaídes como jerarca municipal chocan con la necesidad de financiar la actividad política, simbólica y monetaria en la crudeza del padre y desencadenan un frenesí que pone en vilo a la clase política del pueblo. La llegada a la ciudad de Emilio, su proletarización y su lucha diaria como trabajador terminan por integrarlo, un poco a su pesar, al movimiento sindical, y al volver a su pueblo descubre que todo sigue igual.
Es una novela de la historia contemporánea y además es una novela policial al estilo de la primera época de Dashiell Hammett, con matones y policías que tomaban partido por los que mandaban, aunque no estén los agentes de La Continental. La narración de la noche a la espera del resultado electoral no difiere en aspectos esenciales de la documentada para la de 1966 por Ugo Ulive y Mario Handler en Elecciones (1967). Amanda Huerta de Font en Montevideo y Nano Pérez en Melo eran los protagonistas; y probablemente al día de hoy no sean muy diferentes. Ulive en La tentativa (1955) se acercó a los dilemas morales de los trabajadores en conflicto cuando no participan en instancias colectivas, un retrato de apenas unos años después de la llegada de Emilio a Montevideo.
Tal vez lo más logrado de la novela sea construir un universal ―uruguayo― para la actividad política tradicional e histórica, como poder local, activo participante en los conflictos sociales. La novela podría desarrollarse en múltiples departamentos y con otros personajes, pero seguiría siendo verosímil.