Mientras despliega, fronteras adentro, una versión renovada del macartismo, Estados Unidos encuentra en China la horma de sus aranceles. Pero no todo es oro entre las escamas del dragón: incluso para Pekín la economía guarda algunas luces de alerta. La relación entre Washington y Moscú tampoco es de un solo color: rosa en la sintonía entre sus líderes, opaca en la negociación de sus intereses. El mundo se está reconfigurando, pero no todo lo nuevo está desconectado de lo viejo.