De Ibéro Laventure. Yaugurú; Montevideo, 2024. 94 páginas, 500 pesos.

El título completo de este poemario es Procrastinación bajo las arcadas luminosas de hambrientos yoes. Si procrastinar es diferir, el autor difiere la entrada en escena de la poesía abundando en los paratextos. Primero, una dedicatoria que es al mismo tiempo manifiesto y casi arte poética (“A la memoria de Sarandy Cabrera, el poeta más transformador que el siglo XX diera en este lugar enano”), luego un prólogo de Tabaré Rivero, luego sus propias palabras preliminares, después un cartel con un cita a Charly García, y todavía después un acápite de Fernanda Muslera. Recién entonces se abre la poesía. “Petardos mastuerzos” es una declaración de principios, casi al modo de Leonel Rugama y su “vivir como los santos” subvirtiendo y reinventando el santoral. Podría pensarse, al mismo tiempo que se piensa en el nicaragüense, malogrado poeta caído en la guerrilla con menos de 20 años, en Bertolt Brecht. Y si se piensa en Brecht (pensar en otros poetas es procrastinar antes de pensar en serio en la poesía de Laventure) podría asociarse los primeros textos de Procrastinación a las canciones de La ópera de dos centavos. Por su tono, sí. Por el marrón, tal vez. Por el tema, no. Y podría estar Charles Bukowski, al mismo tiempo, en la tónica más ochentosa del conjunto (aunque el autor nació en 1976). Y en ese “al mismo tiempo” se comprende que quien está es Laventure, o su álter ego Inés Table, que es todos los anteriores y algunos más, sin ser ninguno de ellos porque no es necesario que lo sea para que despeje la ecuación de su arte poética inicial.