Santiago Gerchunoff. Anagrama; Barcelona, abril de 2025. 88 páginas, 490 pesos.

Este ensayo filosófico en extremo conciso analiza la emoción política que moviliza, en ciertas sensibilidades progresistas, la retórica de la resistencia al fascismo. Gerchunoff sostiene que esta invocación funciona como un mecanismo de consuelo: permite a quienes operan desde una ética automatizada inscribirse en el “lado correcto” de la historia: el de los moralmente íntegros que, al convocar el espectro de Auschwitz, creen conjurar el mal en estado naciente. Desde esta autopercepción virtuosa, se diagnostica un presente ominoso como preludio de un futuro aún más sombrío. El problema de esta visión profética de la historia, no obstante, no radica en exagerar la gravedad de eventos aislados, sino en la pretensión de descifrar su lógica oculta y su desenlace inevitable. ¿Qué relato histórico se construye al rastrear en el presente ecos de los horrores pasados? Se trata de una concepción que subestima la acción humana –con su indeterminación, contingencia y carácter impredecible– mientras sobrevalúa la idea de un “proceso” histórico con sujetos y sentidos predefinidos. Los eventos singulares pierden valor en sí mismos y se vuelven piezas de una narrativa superior. Y, peor aún, esta perspectiva asume la capacidad de intervenir para evitar la catástrofe, pero también –y aquí yace lo siniestro– construye una moralidad en la que las víctimas potenciales son responsabilizadas por su propia desgracia (“no hicieron lo suficiente para detenerlo”), mientras que los verdugos quedan exonerados.