La exhibición de poder realizada por China al reunir a los jefes de Estado de Rusia e India, el 31 de agosto en Shanghái, justo en momentos en que Washington busca reconfigurar el mundo bajo el eslogan de “Estados Unidos primero”, fue más allá de la multipolaridad. Hizo explícita su voluntad de guiar la construcción de un espacio alternativo potente y predecible.

Los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái1 reúnen el 40 por ciento de la población mundial. Aunque “sólo” representan una cuarta parte del producto interno bruto (PIB) global, este peso crece hasta ser un tercio del poder de compra del mundo si se mide en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA). China es el centro de ese núcleo, que es incluso más grande si se mira el otro espacio que comparte con Rusia e India, los BRICS+, en el cual, al estar Brasil y Sudáfrica, su participación en el PPA global es del 40,4 por ciento.2

Desde esta posición de poder, Xi Jinping recibió en Tanjin a sus pares de Rusia, Vladimir Putin, y de India, Narendra Modi, entre otros jefes de Estado. La economía fue la base en la que se pararon para dar un mensaje político claro. Xi Jinping lo planteó desde el discurso de apertura: es momento de oponerse a la “intimidación” que viene de otros lados, en una clara referencia al mandatario estadounidense, Donald Trump, quien estaría motivado por “una mentalidad de Guerra Fría” de confrontación “entre bloques”.

Un detalle que no debería pasarle desapercibido a Washington es la palabra bloques. Pekín ya no estaría situándose solo como potencia desafiante. Eso era cosa de la primera década de los años 2000. Ahora se presenta como líder de “un bloque de influencia que desafíe el orden económico y político dominado por las potencias occidentales”.3 No es sólo juego diplomático. Incluye la creación de un sistema económico internacional paralelo al establecido por instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. De ese modo, iniciativas como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS “emergen como mecanismos estratégicos orientados a canalizar inversiones hacia el fortalecimiento del sistema productivo de los países en desarrollo, en contraposición a los esquemas financieros tradicionales”.4

Si esta canasta de acciones se había mantenido, hasta el momento, relativamente alejada de la escenificación del poder global que está en su entrelínea, el evento de Shanghái parece implicar un cambio. Como dijo dijo Alfred Wu, profesor asociado de la Facultad Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur, “Xi Jinping quiere claramente desafiar el orden global posterior a la Segunda Guerra Mundial dominado por Estados Unidos y demostrar que China es una alternativa fiable y legítima”.5 El desafío es tal, que la cumbre se cerró el 1° de setiembre con un desfile que fue una exhibición de poderío militar, justo cuando uno de sus socios, Moscú, está en guerra ya no sólo con Ucrania, sino también –si nos atenemos al discurso europeo y a la ayuda militar brindada a Kiev– con Occidente. Formalmente fue para celebrar los 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial en Asia. El timonel reluctante de antaño parece estar dispuesto a mostrar, ahora sí, que es quien conduce el barco, aunque sin asustar a sus socios, que no quiere que se vean como simples pasajeros.


  1. Miembros plenos: China, Rusia, India, Bielorrusia, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán, Uzbekistán. Estados observadores: Afganistán y Mongolia. Socios de diálogo: Armenia, Azerbaiyán, Baréin, Camboya, Catar, Egipto, Kuwait, Laos, Maldivas, Myanmar, Nepal, Arabia Saudita, Sri Lanka y Turquía. 

  2. legrandcontinent.eu, 1-1-2025 y 30-8-2025. 

  3. Sabino Vaca Narvaja, “La pelea del siglo”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo de 2025. 

  4. Ibídem. 

  5. “Xi, Putin y Modi intentan señalar unidad en una cumbre en China”, The New York Times, 1-9-2025.