El pasado número, en la cobertura de portada, presentamos la visión de Evgeni Morozov sobre el tecnofeudalismo, criticando la mirada de Yanis Varoufakis. Aquí se reseña el libro en el que el autor griego resume su polémico punto de vista.

Lo que vivimos actualmente, según la osada hipótesis del renombrado economista y exministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis, no es una más de las varias transformaciones que ha experimentado el capitalismo en su historia, sino su muerte. Denomina tecnofeudalismo –o capitalismo en la nube– al sistema que ha venido a reemplazarlo desde hace poco más de dos decenios. El mercado y los beneficios, pilares fundamentales del capitalismo tradicional (que llama “terrestre”), han sido sustituidos por plataformas digitales de comercio “que parecen mercados, pero no lo son”, y por las rentas que deben pagarse para acceder a “la nube”, metáfora del conjunto de máquinas conectadas en red, software, algoritmos basados en inteligencia artificial y hardware de comunicaciones que abarcan todo el mundo. Así lo dice en su libro Tecnofeudalismo, subtitulado “El sigiloso sucesor del capitalismo” (Editorial Ariel; Buenos Aires, 2024).

Esto no significa que el mercado y los beneficios hayan desaparecido; siguen existiendo, pero ya no determinan la dinámica central del capitalismo. Los dueños del capital terrestre continúan extrayendo sus ganancias de los trabajadores, pero han pasado a ser vasallos de una nueva clase de señor feudal, los “nubelistas”, a quienes deben pagar una renta para operar en “su territorio” (por ejemplo, en Amazon), en tanto la condición de la inmensa mayoría de la población es la de siervos, que alimentan la riqueza y el poder de los nuevos amos con su trabajo no remunerado cada vez que se conectan a sus dispositivos y brindan sus datos, su identidad y su vida privada, ya meras mercancías. Y por último están los proletarios de la nube, asalariados de las empresas tecnológicas. El tecnofeudalismo –afirma el autor– nació del despojo de los bienes comunales de internet y su privatización para la mercantilización de la red y su captura para una nueva forma de capital, y se financió con los torrentes de dinero que derramaron los bancos centrales de las potencias capitalistas para salvar sus economías del derrumbe tras la crisis de 2008. No viene a reemplazar el capitalismo tradicional por otro liberador de la humanidad, sino por uno mucho más explotador, totalitario y liberticida.

Ciertamente, el análisis de Varoufakis es penetrante, novedoso y brillante, pero ofrece también flancos controvertibles: ¿la magnitud actual del capitalismo en la nube, sin dudas relevante, es suficiente como para sentenciar que es otro sistema y que ha acabado con el tradicional o lo está haciendo? ¿Se ubican acaso en la nube las poderosas empresas extractivas –petroleras, mineras, gasíferas–, las energéticas, otras “terrenales” con enormes ganancias, los grandes bancos y los gigantescos fondos de inversión como BlackRock, que son copropietarios de las mayores empresas del planeta, incluso de las principales tecnológicas, y manejan una masa de capital que supera el producto interior bruto de buena parte de los países? Varoufakis menciona al pasar estos colosales grupos financieros que llama “imperiales”, pero no profundiza en su índole dominante y en el lugar que ocupan en este nuevo mapa político-económico.

Carlos Alfieri, periodista.