Aunque es universalmente popular gracias a Los pitufos, el belga Peyo (Pierre Culliford) creó otros personajes y series a lo largo de una carrera mucho más amplia y sinuosa. Poussy, un gato de lomo negro y pecho blanco, es su personaje menos conocido fuera de fronteras, a pesar de que fue su primera creación editada en español. Recientemente, la editorial Dolmen editó un tomo que recopila todas las tiras de humor de este personaje, con suficiente material como para conocer el más mínimo detalle en torno a ellas.
Peyo nació en 1928 en una familia de la alta burguesía de Bruselas y falleció en 1992, indisolublemente asociado a los gnomos azules de sus historietas y a la industria a la que dieron nacimiento. Dibujaba desde chico, pero la muerte de su padre le cambió los esquemas a su familia y tuvo que asumir diversos trabajos desde muy joven, como, por ejemplo, el de proyeccionista de cine. De acuerdo con Hugues Dayez, su biógrafo, tantas horas mirando películas le permitieron desmenuzar las claves de la narrativa visual, un aprendizaje que, como buen admirador de Disney, empleó en sus historietas.
Sin elenco estable
La tira debut de este gato fue publicada en las páginas infantiles del diario Le Soir, en enero de 1949. Ese fue el inicio de una primera etapa en blanco y negro, formada sólo por 26 tiras. Casi siempre son historias contadas en cuatro viñetas iguales, creadas así para que el diario pudiera disponerlas en cuadrícula, en una columna o en una fila, según las necesidades de cada edición. Aquí el trazo de Peyo es más primitivo, aunque sólido, y el diseño del gato recuerda en parte al gato Félix, de George Herriman. El estilo en esta etapa no se parece a la línea clara característica del cómic francobelga, una forma de dibujar y narrar en trazos definidos de manera uniforme. Hergé, el creador de Tintín, probablemente es el mayor exponente de la línea clara, aunque Los pitufos también es parte significativa de esa escuela.
Los primeros gags de Poussy, con todo, sientan las bases de lo que Peyo hará en la siguiente etapa, que ocupa casi la gran mayoría de las páginas de este tomo con tiras a color a partir de 1955. Como muchos creadores de tiras de humor seriadas, el autor apela a algunos esquemas que se repiten. De ese modo está el chiste de la falsa alarma, con un animal u objeto que no es lo que parece; también está el del baño a la fuerza; el del maullido molesto que consigue cosas; el de que Poussy se atraganta con algo y esto causa un efecto en otros o en él mismo; y principalmente está el esquema de la inversión de roles, cuando el perseguidor pasa a ser el perseguido, o quien se queja por alguna rotura termina haciendo lo mismo.
A pesar de esta repetición, que no se da siempre, Peyo logra causar gracia en todas las tiras. Hay que tener en cuenta que se trata de una historieta pensada para un suplemento infantil, por lo que el humor es sencillo, de golpe y porrazo y sin segundas intenciones. Lo más atrevido que hace desde ese punto de vista son dos chistes, uno en el que se nombra a Peyo y otro en el que él mismo se incluye pintando a Poussy luego de que un niño lo destiñó con lejía.
A diferencia del gato Félix, Poussy no habla pero se comunica y parece entender la palabra escrita. A diferencia de Garfield, el ambiente en el que vive este gato se repite pocas veces. En un momento su dueño es un hombre pelado, en otro es un niño, en otras tiras es otro niño distinto, y así sigue, tanto que ni siquiera persigue siempre al mismo ratón ni es perseguido por el mismo perro; sin reglas, porque lo que importa es el gag. El ejemplo más extremo de esta falta de continuidad intencionada es un chiste en el que aparece uno de sus dueños, pero como un niño, es decir, muchos años atrás, aunque Poussy no es cachorro, sino que tiene el mismo aspecto que las tiras en las que su dueño es mayor.
La industria pitufera
El libro se divide en cuatro secciones. La primera contiene las tiras inaugurales. La segunda contiene 223 chistes, casi todos a color, excepto aquellos de los que los editores rescataron la versión original. El tercer segmento integra todas las tiras que Peyo hizo en colaboración con sus asistentes o que directamente hicieron ellos.
Peyo estaba muy ocupado con sus otras creaciones, ya que desde 1946 hacía las historietas de aventura medieval de Johan y Pirluit, que también comenzaron como tiras de humor autoconclusivas para la prensa. Cuando esos personajes ya habían evolucionado hacia el formato de historietas extensas de aventuras, en 1958 se cruzaron a sus páginas con una aldea de gnomos azules. Un año más tarde, los gnomos se independizaron y protagonizaron su primera historieta, la célebre y cuestionada Los pitufos negros. Las discusiones en torno a esta historia fueron tantas que, años después, los pitufos negros pasaron a ser morados en la edición estadounidense (y ese recoloreo lo hizo el uruguayo Diego Jourdan).
No conforme con esto, en 1960 creó a Benito Sansón, un niño con fuerza sobrehumana que se convierte en una persona normal cuando se resfría. Debido al éxito creciente de Los pitufos, Peyo delegó esta historia en su hijo y otros asistentes a mediados de los 70.
En el libro de Poussy llama la atención el cambio de estilo gráfico, aunque no del humor, en las tiras en las que intervienen otros artistas o en las que Peyo no participa. Si bien siempre se trata de una línea clara, es notorio que son otros autores. Acá llama la atención cómo en muchos casos se precisa más de uno para hacer lo que Peyo creaba solo. Un ejemplo es el gag 285, que tiene guion de uno, boceto de otro con retoques de Peyo y dibujo final de una cuarta persona. Esos datos aparecen al pie de la tira, del mismo modo que cada tira va acompañada de su fecha original de publicación y también de su reedición en otros medios.
Hay mucho material extra dentro del libro, y en ese sentido la edición de Dolmen está pensada de principio a fin con cuidado y esfuerzo de investigación. Poussy, concebido para hacer reír a niños en un diario, aparece aquí como una pieza importante para entender a un autor, conocer curiosidades de la prensa de la época y aprender sobre el modo de trabajo en la vieja historieta francobelga.
Poussy. De Peyo. España, Dolmen, 2019. 220 páginas.