La poeta, traductora y docente Circe Maia fue distinguida por “convertir la poesía en un método de conocimiento de la realidad, que se basa en la experiencia diaria con un lenguaje transparente y exacto”, según destacó el jurado del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, que organiza el Ayuntamiento de Granada.
La creadora cumplió 90 años en junio de 2022 y es considerada una de las más grandes artistas vivas de Uruguay. Comenzó a publicar en 1944, cuando todavía era una niña, y su obra, que incluye decenas de títulos, se extiende hasta Voces del agua, de 2020.
Residente en Tacuarembó desde hace décadas, en 2015 decía a la diaria en ocasión de su distinción con el Premio a la Gran Labor Intelectual: “Hay un orden cronológico y una generación a la que pertenezco. Recuerdo sorprenderme con lo que escribían los muchachos de acá, de Tacuarembó, porque no sólo era el Bocha [Washington Benavídez]. Cuando venía en vacaciones escuchaba que los jóvenes se reunían en la casa de Manuel Seoane, traían poemas y los leían. Eso en Montevideo no pasaba. En esa época tenía 15 años y el Bocha, 17. Pero su poesía nunca fue en la misma dirección que la mía. El Bocha tiene su personalidad, completamente diferente. Fuimos compañeros y somos amigos, pero creo que no es bueno eso de buscar cercanías literarias porque se pertenezca a la misma época. Somos voces distintas. Y tampoco me gusta que a mi poesía se la llame 'femenina'. ¿Por qué, si no hay una ciencia femenina?”.
En otra entrevista anterior, de 2010, se refirió al lugar del “yo” en su obra: “Me parece que sólo en caso de grandes escritoras el 'yo' debe ser el centro. No creo en el egocentrismo. Tiene que ver con lo que decían los griegos. Heráclito, por ejemplo, decía que el que duerme tiene un mundo personal, propio de él, y los que están despiertos viven en un mundo común. Yo escribo sobre ese mundo común, no sobre mis sueños, mis esperanzas, mis amores. No, no. Me tira más otra cosa, una especie de realismo. Ojo, el realismo también puede ser muy superficial. Pero no me gusta hablar de cómo reflejo mi personalidad. El poeta Odysseas Elytis, un griego contemporáneo, decía que detrás de cada cosa hay otra cosa. Es decir, no se precisa hablar de uno mismo, hablás del árbol que tenés enfrente y se asocia a otra cantidad de experiencias. ¡Cómo me cuesta esto! Es como lo del contenido latente y el contenido manifiesto. Porque no se trata de escribir de la naturaleza, a lo Juana. Es cierto que en el campo, en el campo verdadero, sentís una emoción, pero no simplemente por nombrar al árbol, sino porque aparecen otras cosas. Sobre todo cosas que tienen que ver con el tiempo”.
Dotado con 20.000 euros, el premio García Lorca fue instituido en 2004 y entre sus ganadores se cuentan el mexicano José Emilio Pacheco, la peruana Blanca Varela, el español Pere Gimferrer y también la uruguaya Ida Vitale, que lo obtuvo en 2016. En esta ocasión, el jurado estuvo integrado por Amelina Correa, del Departamento de Literatura de la Universidad de Granada, Enrique Ojeda, por la Casa de América, Mercedes Cebrián, de la Residencia de Estudiante, Martín López-Vega, del Instituto Cervantes, Carlos Pardo, por la Fundación Federico García Lorca, y Diego Doncel, del diario ABC.