Agustín Roig, uruguayo nacido en Caracas en 1978 por motivos que huelga explicar, publicó el primer tomo de una trilogía que habrá de ser leída con impulsos análogos a los que provocan las series audiovisuales que mantienen cautivas a sus audiencias. Pero, ¿han sido eficientes los mecanismos de difusión para que se conozca al autor y a la obra que antecede al libro del que nos ocuparemos? Podrá suceder que la comunidad lectora se encuentre de improviso con Prólogo en la tierra y se pregunte de dónde vienen las raíces de esta literatura inexorable.
Se sabrá que, en tiempos anteriores, publicó varios libros de narrativa: Piriápolis, un suvenir negro (Jardín de Heliópolis, 2012), Cuentos piriapoludos (Jardín de Heliópolis, 2014), La clínica (Irrupciones, 2016), La improbable fuga de la Señora Paraíso (Civiles Iletrados, 2019, reconocida en el Premio Lussich 2017). Se conocerá el dato, además, de que recién en 2019 el autor empezó a firmar la obra con su nombre de la cédula, dado que antes se valía del heterónimo Caracé Olivera. Se tendrá en cuenta el carácter satírico corrosivo de las primeras publicaciones y se valorará su consolidación en las dos que anteceden a este trabajo de largo aliento, cuyo título especifica Sofía: Libro 1. Tal vez las propias características de la mirada y del contexto vital de donde procede el autor lo hayan hecho optar por inventarse un escritor que lo oculta: es muy contundente la mirada de su infierno grande entre los cerros y el agua de Piriápolis, ese lugar bello para el visitante pero acaso dificultoso para quien allí debe desarrollarse.
Uno de los motores del arte es el rechazo a un entorno adverso, a partir del cual la creación retrata el paisaje humano con una nube de dardos que aciertan al corazón doloroso. Hay un movimiento en la maquinación narrativa que va desde lo más velado, cubierto evidentemente por el nombre de fantasía, hasta lo más descarnado. Se constata un desprendimiento de las capas de la ficción en busca de lo más profundo de la sangre, ya que, si en las raíces de su literatura Roig inventa desde un escritor hasta sus personajes, en esta novela de hoy se descubre –en los dos sentidos del verbo– y se reinventa. ¿Valdrá la pena calificar como autoficción este declarado primer tomo de una trilogía? Cierto es que, conociendo a la persona, encontramos similitudes entre su relato vital y el que desgrana con potencia irrefrenable el narrador, así como también es posible observar un movimiento tectónico desde unos artificios iniciales hacia lo auténtico.
“El 12 de marzo de 2016 enterré a mi hija. Yo tenía treinta y siete años y ella diecinueve. Ese día reconocí que era un sobreviviente de algo peor que un tsunami”, se declara en una nota previa al torbellino narrativo propiamente dicho, con lo cual la lectura es inducida a instalarse en el pacto de que se dirá la verdad. El hecho efectivamente sucedió, el hombre ha encontrado las fuerzas para salir adelante y el escritor es un creador que insufla vida. ¿Cómo se digiere el negocio a todo o nada que se propone desde el discurso autoral? ¿Soportaremos la carga? Consideremos que el hombre sí lo ha hecho y se ha munido de energías no sólo para reconstruirse sino para venir a contar la historia, y lo ha hecho con las mejores herramientas que su conocimiento literario le ha proporcionado. Quien decida obviar el fárrago de la realidad –pensemos en alguien que lea desde otro país– se podrá encontrar con una prosa contundente e imparable al servicio de una historia que no se puede frenar. Hay todo un mundo en las páginas, que transcurre con la energía de los borbotones de la primera juventud arrebatada, con un personaje lleno de apetencias, creencias y limitaciones. No hay nada mejor para una literatura poderosa que una psicología en construcción, un personaje que se mueve desde lo oscurecido –una figura paterna ausente– hacia lo aún más desconocido, una paternidad revuelta entre un deseo verdadero y unos puentes endebles en cuyos propios pilares el protagonista se encarga de colocar cargas explosivas con forma de alcohol, drogas y una personalidad que no ha acabado de sostenerse y se debate en impulsos angustiosos.
Si bien la primera persona impone la mirada masculina, no hay atisbos de autojustificaciones sino que se expone a un ser desorientado, regido en algunos casos por leyes tradicionales y por cimientos fundados como se pudo, un muchacho acelerado por el final de los años noventa que retrata uno de los tipos humanos paridos por nuestras sociedades. No se percibe la tentación de agradar, no hay una pizca de intento de corrección política: son los hechos calientes, es la construcción eficiente, incuestionable, de un mundo chico en que se entra y del que no se sale incólume. Será imposible olvidar a estos personajes y el drama que encarnan, la inmersión en la historia nos modificará y, aún más, querremos continuar enterándonos de cómo continúan las peripecias de estos personajes que laten en la trampa lingüística en la que hemos caído. Esto es literatura, quien lo probó lo sabe, y sólo queda una pregunta acuciante: ¿cuándo sale el próximo capítulo de esta novela de novelas?
Sofía. Libro 1. Prólogo en la tierra. De Agustín Roig. Uruguay, Labia, 2022, 389 páginas.