La escritora estadounidense Elizabeth Gilbert se volvió famosa en 2006 cuando apareció su libro autobiográfico Comer, rezar, amar, que permaneció más de tres años en la lista de los más vendidos de The New York Times. En 2010, su historia se transformó en una película protagonizada por Julia Roberts y Javier Bardem.

Por estos días se encuentra envuelta en una polémica tras su decisión de cancelar el lanzamiento de su próxima novela, El bosque nevado, que originalmente iba a publicarse en 2024. La historia transcurre en Siberia a comienzos del siglo pasado, con personajes que abandonan la sociedad soviética para defender la naturaleza de la industrialización.

Ese escenario ocasionó, según dijo la propia Gilbert en un comunicado, “una cantidad enorme de reacciones y respuestas por parte de los lectores ucranianos, expresando enojo, pena, decepción y dolor por haber decidido lanzar un libro en este momento, sin importar la temática, que estuviera ambientado en Rusia”. Ese fue el motivo por el que comunicó a la editorial su intención de detener la publicación y dedicarse a otros proyectos.

“Quiero decirles que escuché y leí esos mensajes, y los respeto”, agregó. “No quiero sumar más dolor a un grupo de personas que han experimentado y siguen experimentando un daño grave y extremo”.

Muchos de los comentarios negativos se habían concentrado en la red social Goodreads, propiedad de Amazon, en donde los usuarios comparten los libros que están leyendo y hacen reseñas sobre ellos. El bosque nevado ya era víctima del fenómeno conocido como review bombing, que se usa cuando productos reciben una catarata de puntajes negativos aunque todavía no hayan llegado a los usuarios. En muchos casos, se trata de historias o videojuegos con elementos de “justicia social” que enfurecen a los conservadores.

La decisión de Gilbert tampoco estuvo exenta de polémica, y generó críticas de organizaciones a favor de la libertad de expresión. Estas señalaron que la autora tenía buenas intenciones, pero que se equivocaba al creer que la creación artística debía restringirse debido a un conflicto militar. En los últimos tiempos, atletas rusos y bielorrusos no pudieron participar en eventos deportivos bajo sus respectivas banderas, mientras que la Ópera Metropolitana de Nueva York se había desmarcado de la estrella rusa Anna Netrebko, quien anteriormente había dado su apoyo al presidente Vladimir Putin, entre otros casos de bloqueo a artistas y deportistas vinculados a Rusia.