La summa es un género literario medieval que nace a fines del siglo XII y se desarrolla durante el XIII. Por sus características se lo reserva para, en el ámbito jurídico, proponer formas más breves y simples que los commentaria (comentarios). Este propósito didáctico otorga a las summae rapidez en la transmisión de ideas de manera tal que resultan síntesis útiles de la obra mayor que las motiva.
En Summa, Elías Uriarte dialoga, ya desde el título, con el género latino. Además, el poemario se compone por más de 70 textos autónomos y, al igual que en el antiguo género, cada uno refiere a un todo: son partes de un syntagma, como se anuncia en la contratapa. Cada poema conduce a la presencia de una norma mayor. Ya se ha señalado y aquí se confirma la influencia de la propuesta filosófica del filósofo Ludwig Wittgenstein en la obra de Uriarte en esto de entender que el lenguaje es funcional al mundo de los hechos, dado que existe una relación estructural entre el lenguaje y el mundo, por lo que el pensamiento resulta una representación de la realidad que sólo se puede describir con el lenguaje que a su vez resulta de ella.
De ahí que el filósofo afirme que de lo que no se puede hablar hay que callar. Es decir, aquello que no tenga espacio en el código lingüístico es silencio. Para explicarlo, la referencia más popular que lo resume es: Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, de acuerdo a Ferrater Mora en su Diccionario de filosofía.
El sentido de la vida como el valor de los hechos del mundo resulta inexpresable porque su estimación es mística y por serlo reside fuera de esta realidad. Al seguir este trayecto, entonces, se quita la posibilidad de incluir en el discurso estas nociones que no son de este ámbito porque no es posible indicarlas en el lenguaje; sin embargo, una y otra vez se muestran en su frontera.
De esta manera, en la vis dicendi propuesta por Uriarte el silencio expresa lo místico y permite la reflexión que el lector necesita para trasladarse al no tiempo e intuir que aquella estructura no se expresa con palabras porque es de una naturaleza preexistente. “Ese silencio,/ ese terrible silencio,/ ese inmortal,/ antiguo silencio, a la espalda del ser./ [...] Ese dios oscuro,/ esa nada, ese nadie, eso de lo imposible/ pero que/ sin embargo/ es./ Ese silencio digo,/ digo,/ que se coloca/ a la espalda/ de los nacimientos,/ a la espalda de toda voz,/ a la sombra de todo ser./”.
Además del silencio, se proponen temas que confirman esta línea, y que, entiendo, son el resultado de la experiencia contemplativa que en el movimiento del aire intuye lo trascendente, que, temo, sólo el lenguaje poético le reserva espacio para existir. El tiempo se reclama en presente dado que el ahora es el momento para los que contemplan lo efímero, que por serlo confirma lo eterno, como el kigo en una composición poética oriental. “He sabido/ de aquel día;/ de aquel patio,/ crepúsculo,/ cóncavo silencio,/ y el tiempo detenido/ de aquel niño/ que levanta/ los ojos,/ y mira/ hacia un exacto/ espacio/ inexplicable.// Silencio,/ silencio.// Allí permaneceré/ acompañado, por la eternidad//”.
En sigilo se dice, se observa, y transgrediendo la norma, se piensa desde otro pienso ¿por qué no? Es poesía de pensamiento, o pensante que late en un modo diverso. “Si lo sabes,/ no lo digas:/habla sólo de la sombra,/ de las nubes en la piedra.// De lo que se teje con aire,/ de lo que se abriga con espuma.//”, se lee en la recopilación Poesías. La filósofa María Zambrano con su razón poética brinda en Filosofía y poesía elementos teóricos para este abordaje, dado que en su ecuación propone un conocimiento unificado que integra los distintos saberes –tanto de dimensiones racionales como irracionales– de la existencia.
Lo sobrenatural se transforma en trascendente porque eso desconocido a lo que se alude, eso que desborda los límites de la naturaleza por salirse de cualquier conocimiento humano posible, es reconocido por el yo en diálogo con lo infinito; ese soplo vital para los antiguos orientales o ese aliento divino para los occidentales se hace presencia: “No indagues,/ esa otra cosa;/ todo lo cambia:/ la inteligencia/ la imaginación,/ el propio sentir.// [...] Es él/ que se presenta/ lejos de las palabras,/ lejos de los sentires// [...] el otro es otro,/ el propio mundo/ es otro;/ no hay palabras,/ ni siquiera/ las que lo designan,/ no hay palabras, /no,/ no;// [...] las palabras se inclinan,/ dicen ‘ahí’,/ ‘ahí’,/ pueden describir,/ dar cuenta, tal vez,/ tal vez;/ ese único espacio, completo, infinito. […]”. Es así que en ese gesto de humildad de las palabras se inclina el poeta.
Elías Uriarte nació en Rocha en 1945. Profesor de literatura, cursó estudios de filosofía en Uruguay y Brasil, y trabajó en el Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional. Residió diez años en Alemania. En 1978 publicó Trabahombre, en 1986 Brevario de la peste e Hiroshima en 1999. En 2022 apareció Poesías, una antología de los tres anteriores.
Summa, de Elías Uriarte. Paréntesis, 2023.