Como un indispensable desprendimiento del monumental libro Diagramando la modernidad. Libro y diseño gráfico en América Latina, 1920-1940, que coescribió junto a Rodrigo Gutiérrez Viñuales, la nueva obra editorial de Riccardo Boglione se hace eco del culto por la excepcionalidad uruguaya. Tanto por cantidad como por calidad, la producción gráfica local de las primeras décadas del siglo XX requería un abordaje más extenso y que contemplara un marco temporal más amplio. De traje atrayente: diseño gráfico uruguayo y modernidad en libros y revistas (1890-1940) excede la propuesta descriptiva de fuentes documentales —tapas de revistas y libros— o la mera apuesta impactante por la reunión de un conjunto muy valioso de ejemplos de diseño gráfico. Es mucho más que la ampliación del capítulo uruguayo de la obra anterior y, si bien en una mirada a vuelo de pájaro parecen prevalecer las imágenes sobre las palabras, en realidad se teje entre estos dos elementos una elaborada historia cultural y social del país con eje en la modernidad.
Los tres capítulos en que se organiza –inicios de la modernización, auges del vanguardismo y las derivas eclécticas del art decó y sus vínculos con los cambios sociales— proponen una periodización en la que se conjugan el panorama de la historia del arte con los procesos históricos locales. La introducción incorpora el análisis de la producción de los afiches del período —por formato y carácter efímero se distancian de las otras piezas— y propone una conceptualización del objeto que da cuenta del conocimiento exhaustivo que Boglione tiene sobre el tema.
Allí plantea una suerte de reivindicación del estudio del diseño gráfico, medio expresivo que por mucho tiempo supo recibir mucho menos reconocimiento que las artes visuales tradicionales. Por fuera de los circuitos de galerías y los ámbitos legítimos de exhibición, estas piezas podían llegar a tener difusión masiva y generaron un fuerte impacto visual masivo. El arraigo de estas imágenes, productos del “terremoto de la reproductibilidad técnica”, en públicos amplios y populares también se relaciona con las propias características materiales de obras que requerían, precisamente, una relación estrecha con las nuevas tecnologías de la industria editorial. La increíble riqueza de las carátulas de libros y revistas, pensadas para llamar la atención y en vínculo complejo con el contenido de la obra –“umbral entre el mundo y la obra que arropa”– también fue dispuesta para la circulación. Más allá de tempranos coleccionismos, las portadas estaban pensadas como bienes de uso y por eso Boglione expresamente deja visibles las huellas de su uso o deterioro.
Ese vínculo introduce un actor que suele tener escasa relevancia en el estudio de las artes plásticas: el trabajador/artesano/artista. El desplazamiento de las “bellas artes” a las “artes aplicadas” permite que, junto a los consagrados del panteón nacional, aquí se repongan muchos nombres casi desconocidos. Pintores, dibujantes, grabadores se integran al trabajo de los tipógrafos, imprenteros, editores, proto diseñadores, volviendo complejo el tema de la autoría de la obra. No sólo las firmas anónimas destacan en estas piezas, sino que las particularidades de este medio logran hacer visibles las presencias de las mujeres como creadoras en el ambiente “rocosamente patriarcal del arte nacional”. Muchos de estos nombres luego son presentados con mayor detalle en el último apartado biográfico, en el que se reúne toda la información que se ha podido obtener de las personas involucradas en el diseño gráfico.
El libro también invita a recorrer una posible historia del arte del período: art nouveau, art deco y muchos de los ismos de las vanguardias europeas forman parte de las apropiaciones locales; por momentos, es justamente este tipo de obras ajenas a la rigidez de la academia las que exhiben con más soltura la experimentación y la integración con las vanguardias. Este itinerario, en el que prima el deleite que genera el conjunto, también está atravesado por las políticas de Estado, por el proceso de urbanización y alfabetización, por los ciclos económicos y las crisis políticas. Por eso se trata de una historia cultural, que atiende las formas precisas en las que estas obras intervienen en el proceso de modernización.
En este punto reside uno de los elementos más valiosos que propone Boglione y permite salir de una encerrona teórica recurrente cuando pensamos las relaciones entre las metrópolis cosmopolitas (las capitales económicas y culturales del norte, en plena expansión imperialista) y otros centros de producción. Las modernidades como las nuestras no logran escapar de alguna adjetivación —periférica, vernacular, sudamericana— y se suelen pensar como objetos derivados de los modelos originales. Este tema, parte de inquietudes habituales en los intercambios académicos, se resuelve acá con la misma elegancia y elocuencia con que está expresado todo el texto. Nos encontramos aquí con distintas declinaciones de la modernidad, pensadas como si fueran conjugaciones verbales. Tomando siempre en cuenta el factor diacrónico, Boglione constantemente analiza las particularidades de esas declinaciones locales, que implican procesos mucho más complejos que las simples apropiaciones.
El libro ofrece cientos de imágenes que pueblan casi todas las páginas y que en general relegan al texto a la simple identificación: esta historia cultural no utiliza las imágenes como fuentes, sino que está narrada en imágenes. El recorrido por estas ilustraciones implica en sí mismo un acto de lectura. Entendemos el proceso siguiendo los trazos y los colores, los cambios tipográficos o el uso de las distintas técnicas. En cierta forma, esta propuesta puede remitir a la idea del Atlas de Aby Warburg, como una forma de conocimiento del mundo. El libro de Boglione no sólo traza una línea del tiempo, sino que también dibuja un posible mapa para pensar el proceso. Sin proponérselo, creo que también consigue otra cosa: nos invita a mirar con detalle las imágenes con las que convivimos en nuestras vidas cotidianas, a ser más sensibles a ese umbral entre el mundo y la obra, a las formas en las que las distintas formas del diseño intervienen en nuestra vida sensible.
De traje atrayente: diseño gráfico uruguayo y modernidad en libros y revistas (1890-1940), de Riccardo Boglione. 284 páginas. Gegen Press, 2024.