En un capítulo de Curb Your Enthusiasm, la brillante serie creada y actuada por Larry David, cocreador de la no menos brillante Seinfeld, un rabino invitado a una cena en casa del protagonista le pregunta a este si puede asistir en compañía de un “superviviente”. Larry David le dice que sí y, a su vez, invita a un veterano amigo de su padre, sobreviviente de Auschwitz, para que pueda hablar con el otro invitado de su experiencia en el Holocausto. Lo que se revela en la cena no sólo es que el primer “sobreviviente” es un participante del reality show Survivor (Sobreviviente), sino que, además, intenta equiparar las pruebas que padeció en el programa televisivo con las de su interlocutor en el campo de concentración: cuenta que vivió varios días bajo nubes de mosquitos y algunos veces la producción olvidaba darle la merienda.
El chiste, uno de los tantos analizados en el libro El humor judío. Una historia seria, de Jeremy Dauber, profesor de Lengua, Literatura y Cultura Yiddish en la Universidad de Columbia, es representativo del objeto de estudio del volumen y también del abordaje que realiza el autor.
Dividido en siete secciones – “¿Qué gracia tiene el antisemitismo?”, “Médicos judíos no tan afables”, “El ingenio de los judíos”, “Una visión prosaica”, “La divina comedia”, “La tradición popular” y “El humor judío: la pervivencia de la identidad judía”–, este trabajo erudito, sin farragosidades académicas, de una prosa amena que se lee con soltura, desarrollando a su paso múltiples conexiones, no es un mero compendio de chistes ni un abordaje histórico-sociológico sino un estudio que le llevó a su autor 20 años de investigación y que surgió, en realidad, aunque él en ese momento no lo supiera, tal como relata en los agradecimientos finales, cuando tenía ocho años y sus padres lo plantaban delante de los invitados a cenar para que repitiera el chiste de la señora Greenstein que visita al Dalái Lama y le dice “¡Sheldon, vuelve a casa!”.
La conformación y evolución de una tradición cómica en el judaísmo lleva a Dauber a emprender un largo viaje a través de los siglos. Así, al rastrear los orígenes del llamado “humor judío”, establece los temas recurrentes que han sobrevivido como tópicos a lo largo del tiempo y, a través del análisis de formas como la sátira, la fábula o el humor escatológico, aborda cuestiones como la persecución, la diáspora, la identidad y la asimilación cultural (una importante cantidad de páginas está dedicada a determinar cómo se introdujo el humor judío en la cultura de Estados Unidos).
Si bien la mayor parte del libro se detiene en el siglo XX y lo que va del XXI, centrándose en las obras de creadores tan disímiles como el escritor y humorista judeo-ruso Sholem Aleijem (sobre quien Dauber escribió un libro, publicado en 2013), el artista de cabaret yiddish Shimon Dzigan (que junto a su compañero Israel Schumacher recorrió la Unión Soviética con sus números humorísticos, fue preso por la Policía estalinista y se reconvirtió en cómico televisivo en Israel), los Hermanos Marx (es especialmente interesante el análisis de la cuestión de la identidad en la conformación de los personajes de Groucho, Chico y Harpo), el infatigable Mel Brooks (sobre todo el abordaje de su personaje El Hombre de los 2000 Años y el tratamiento del nazismo en su archifamoso primer largometraje The Producers), Woody Allen (de quien aborda aspectos icónicos de su obra y de su personaje, tales como la neurosis y el intelectualismo, deteniéndose especialmente en un momento clave de su carrera: las tempranas colaboraciones en The New Yorker) y el fenómeno Seinfeld (a partir de los chistes judíos del fugaz personaje que interpretó Jerry Seinfeld en la serie Benson, en 1980), entre otros, la investigación de Dauber encuentra un principio fundante, en verdad, en el Antiguo Testamento, concretamente en el libro de Ester.
Ambientado en un imperio persa cuasimítico, a través de las intrigas que rodean a la judía Ester, hija adoptiva de su primo Mardoqueo, en la corte del rey Asuero y con el villano jefe de gobierno Amán como antagonista, el libro de Ester se desarrolla en la diáspora y es la primera obra de la literatura judía que trata sobre lo que luego se conocería como antisemitismo. Es también, como precisa Dauber, “una obra que durante siglos los judíos tradicionales consideraron la gran fuente del humor judío”.
Esa extraña paradoja que relaciona el desarraigo y la pérdida que al pueblo judío le impuso la diáspora con la posibilidad posterior de reírse de ella (como en la condición de “sobreviviente” en la serie de Larry David comentada al principio) ejemplifica el sistema de conexiones internas que sustenta a El humor judío, que subraya no sólo la complejidad del tema abordado, sino la imposibilidad de reducirlo a la dualidad bueno/malo (tanto en su connotación moral como humorística).
En muchas de las conexiones a primera vista inesperadas que establece Dauber se cifra una de las claves de lectura de este atrapante libro, que le otorgan al conjunto una más que necesaria cohesión, debido especialmente a la magnitud del tema abordado. A modo de ejemplo, y como cierre de este acotado comentario, puede mencionarse acá el vínculo que el autor traza entre la reacción de los familiares de Gregor Samsa al convertirse en un insecto en La metamorfosis, de Franz Kafka (“uno de los más célebres entusiastas del teatro yiddish, uno de los maestros del humor judío del siglo XX”) y lo que le ocurre al personaje del comediante judío Ben Stiller al inicio de la película Loco por Mary cuando sufre un accidente con el cierre de su pantalón y varias personas ingresan al baño para ayudarlo y reaccionar de diversas formas ante el episodio.
El humor judío, de Jeremy Dauber. Editorial Acantilado, España, 2023. Traducción de José Manuel Álvarez-Flórez. 450 páginas.