La primera vez que nos divertimos con un diccionario fue cuando razonamos que, si todas las palabras están presentes entre sus tapas, las malas palabras también. Así que descubrimos cómo unos señores (los imagino señores, viejos y aburridos) tenían que describir ordinarieces porque, mal que les pese, nosotros hablamos así.
Si el diccionario común puede ser motivo de entretenimiento, ni que hablar cuando se toma el concepto de “libro repleto de definiciones” y se lo cruza con el sentido del humor. No será el primero, pero definitivamente el más famoso es el Diccionario del Diablo, escrito por Ambrose Bierce en etapas y recopilado en 1911. Ya volveremos a esto de las entregas periódicas.
El formato de pequeños disparos humorísticos, que incluyen juegos de palabras y toneladas de ironía, generó sucesores en todas partes del mundo. Es imposible no nombrar al Petiso Larrosa Ilustrado de Jorge Cuque Sclavo, pero también encontramos a Jugando con las palabras. Diccionario de verano con aire acondicionado de Daniel Scheck. En mi biblioteca nomás encuentro tres diccionarios rioplatenses humorísticos: el Diccionario Pequeño Portal Ilustrado, atribuido al argentino Raúl Portal y editado en 1988, apuesta por neologismos formados por palabras compuestas, como “democaca”, “ortimista” o “tranquilombo”. Lo compré muy barato.
La revista Barcelona sacó en 2006 el recomendadísimo Puto el que lee. Diccionario argentino de insultos, injurias e improperios, que incluye las palabras y expresiones más ordinarias imaginables, todas con ejemplos aplicados. Más cerca en tiempo y espacio, Gustavo Fripp Rojas publicó en 2019 ¿Qué es boniato, maestro? Pequeño diccionario ilustrado de uruguayismos para porteños, con un título que lo dice todo.
Más cercano al diccionario enciclopédico (aunque eso poco importe) y con la mira de francotirador puesta en un tema específico, acaba de llegar a las librerías el Diccionario de la política uruguaya, bautizado nuevamente con su propia definición perfecta. Su contenido podría resultarles familiar, ya que está basado en las páginas de humor de la edición de Fin de Semana de la diaria, donde, al igual que Bierce, fue apareciendo el contenido.
Quienes ya hayan disfrutado del humor de Marcos Morón (destacado entre el grupo como “editor”), Gabriel Lagos, Ignacio Pardo y Andrés Prieto no deberían preocuparse; el libro sí que cumple con eso de “edición corregida, actualizada y ampliada”, ya que incorpora numerosísimas definiciones más, con detalles de la realidad más cercana en el tiempo (Gabriela Fossati, Andrés Ojeda, Robert Silva).
Desde el prólogo, aparentemente escrito por un Joe Biden aún más golpeado por los años que lo que muestra la prensa conservadora, pasando por la forma de numerar las páginas, la capacidad humorística está garantizada. Se intercalan definiciones más largas, casi que pequeñas biografías de algunos de los protagonistas ineludibles de nuestras luchas por el poder, con golpes cortos que también son capaces del nocaut (“Herencia maldita: la llave inglesa de las excusas”).
Se nota que dentro del conciliábulo generador de textos hay suficiente conocimiento como para que se note que saben de lo que hablan, articulado para que nosotros entendamos de lo que hablan. Y, como buenos cultores del humor político, adhieren a la máxima de no dejar al títere con ninguna de sus cabezas, ni la derecha ni la izquierda (“Tregua: Cese temporal de hostilidades. La más famosa de la política uruguaya es la que decretaron tupamaros y militares en 1972 y continúa hasta el presente”).
Si bien el humor de repetición no es algo en lo que particularmente apuntan, sí hay referencias que aparecen varias veces, como la tertulia de En perspectiva, o pequeños collarcitos de definiciones de palabras similares, construidas unas a continuación de otras. Pero en la mayoría de los casos se puede abrir en cualquier página, apuntar con el dedo y darle a munición pesada (“Foro Batllista: Forma que adoptó el sanguinettismo cuando Jorge Batlle recuperó el control de la Lista 15. Comparte con los ticholos, Isla Patrulla y el Partido Socialista Obrero Español la cualidad de que el nombre sea mejor que la cosa”).
Sumando a los textos, se encuentran numerosas ilustraciones de Joaquín Rodríguez Frau, como si fueran fotografías trazadas, pero fotos de las más representativas de los últimos tiempos, desde el almuerzo secreto de López Mena hasta la bien actual de Yamandú Orsi rodeado de sus competidores, que decora la contratapa.
De tamaño pequeño, es otro ejemplo de la editorial Tajante de apostar a ediciones cuidadas (más allá de alguna viuda y huérfana) que se diferencian rápidamente en los estantes. El resultado es una obra con picos de hilaridad y un promedio de calidad envidiable, que demuestra que se puede hacer humor de todas las cosas si uno afina el lápiz (“la diaria: Matutino especializado en cooperativas de trans que hacen mermelada, películas de superhéroes y fútbol femenino del interior”). Acá se fueron al carajo; me gustaría que se disculparan públicamente. Con algunas cosas no se jode.
Diccionario de la política uruguaya, editado por Marcos Morón. 180 páginas. Tajante, 2024.