Toda escritura es memoria. El lector de poesía busca reliquias en cada poema. Esos vestigios no son más que balbuceos de memorias que en el decir lento se construye a sí misma. Mimesis y poiesis reunidas por Mnemosine, de ojos grandes, de la misma manera que cuando aquel aedo se dispuso a cantar el último de los nueve años en Troya. Composición de memoria, en este caso, de memorias que tejen una rica vestidura de ceremonia que devuelve la experiencia profética al verso y a la prosa reunida.
Robert Graves brinda insumos para esta reflexión cuando recuerda que aquel dios que venció a Cronos, Zeus, luego se unió a la memoria, Mnemosine, unión de la que nacerán las siete musas del arte. En la nueva generación de dioses, se vence al tiempo y el nuevo dios supremo se une a la memoria. ¿Entonces el tiempo sólo existe en la memoria? Pierre Grimal indica que son las musas las que presiden el pensamiento en todas sus formas, son las que dictan las palabras convincentes, y con su dulzura, a sus servidores, les quitan las penas.
Como surgidos de un plano mágico, los recuerdos se abren frente a la conciencia del que se ejercita en la acción de recordar y en este nuevo paso por su corazón recrea sus vivencias desde el plano subjetivo. Quien recuerda se adueña del tiempo, vuelve a experimentar lo vivido, aunque en esta tarea, de forma simultánea, es el mismo y otro.
Las memorias tejen tiempo y texto, pero el punto del tejido varía cada vez; de esta manera ningún punto propone el mismo dibujo. Fragmentos de existencia viven en nosotros y se transforman. Actividad únicamente humana esta de recordar, viaje que propone distintas coordenadas en cada yo. En su recorrido la analogía se hace agua y serán los iniciados los que podrán evitar beber de la fuente Lete.
El manto de las memorias reúne textos e imágenes que hacen posible ese recorrido. En una nota inicial, Lucía Delbene, antologista junto con Marcos Ibarra, estudia los dos grandes grupos que conforman esta selección, el primero considerado de “lenguaje barroco-modernista” (integrado por las primeras cuatro poetas, según el orden propuesto en la antología), y el segundo de “textualidades naturalistas y neorrománticas”, de las últimas cuatro. La selección de cada poeta se cierra con una valoración de Delbene. Los textos de María Laura Blanco, Silvia Guerra, Melisa Machado, María Laura Pintos, Claudia Campos, Claudia Magliano, Magdalena Portillo y Regina Ramos se presentan así junto a las creaciones visuales de Mariana Felcman, Ce Vignolo, Gustavo Fernández Cabrera, Domingo Ferreira, Gustavo Wojciechowski, Cecilia de Souza, Fidel Sclavo y Ana Strauss.
En este canto inspirado por Mnemosine y trenzado por Mimesis y Poiesis, las poetas y los artistas visuales reunidos por Delbene e Ibarra tejen un manto como ofrenda; sí, a una ceremonia en la que se bebe de la fuente del recuerdo es a la que se invita con esta lectura.
El manto de las memorias. Muestra de poetas y artistas visuales del Río de la Plata, de Lucía Delbene y Marcos Ibarra. 142 páginas. La Coqueta, 2024.