La trayectoria de Lalo Barrubia, escritora y perfórmer, abarca una parte fundamental de la literatura uruguaya contemporánea, ya que es de las voces que refundan la mirada local de la posdictadura con su poemario Suzuki 400 (1989). Ese lazo siempre imprescindible entre el arte y la historia hace que cada una de sus obras dialogue con el presente y, en el caso de su última novela, Sobre esta tierra, con las nuevas obsesiones de la narrativa actual.
Entre estas obsesiones se puede observar una particular forma de apreciar la naturaleza, tanto en su descomposición como por su amenazante gentrificación. Habitar el espacio natural, volver a lo primitivo y a la soledad para observar de qué modo este estilo de vida se enlaza con los pensamientos, la escritura y los vínculos es lo primordial en su nueva faceta de escritura.
Estos temas ya pueden rastrearse en las obras de autoras de la región, como Clara Obligado, Cynthia Rimsky y Nona Fernández. La ecocrítica como campo de estudio que indaga la relación de la literatura con el medioambiente y busca el punto donde los sujetos son conscientes de la existencia de un devenir fatalista del planeta es una de las formas más visitadas en la contemporaneidad. En este sentido, la nueva novela de Barrubia nos acerca a la conexión entre la narradora y un nuevo hábitat, alejado de la ciudad, del consumo y de los otros.
Aunque queramos alejarnos de los espacios multitudinarios, la vida neoliberal nos persigue. Hay que pagar, incluso en la periferia y alejada de las directrices convencionales de sociabilidad. Desde la primera página, la narradora plantea un problema que atraviesa la novela: todo tiene un precio. La libertad es una inversión planificada que se ejecuta paulatinamente y a largo plazo. El deseo también tiene un precio, y es así como la protagonista, en el proceso de levantar una casa, nos habla de levantarse a sí misma en una nueva vida.
La narradora compra un pequeño terreno en la costa para así comenzar de cero, alejada de Europa y de la mirada exigente de los otros. De este modo, invierte en la construcción de su propia casa, que ella hará con sus propias manos. La novela bien podría ser un diario de construcción, pero está determinada por el día a día de la evolución de una mujer en su nueva naturaleza. En el proceso de edificación, más allá de la cercanía con algunos materiales de albañilería, encontramos la reflexión silenciosa y crítica de una narradora a la que el mundo le resulta cada vez más ajeno y donde el escape está en lo silvestre.
Sobre esta tierra es una novela introspectiva que nos adentra en los conflictos de una protagonista que construye su propio espacio, pero que en definitiva nos lleva a sus hondas reflexiones que van más allá de ese proceso y que tienen que ver con ella y su convivencia con las pruebas que el clima, la soledad y la lejanía le ponen. Esta naturaleza que no está para agradarle, sino que es la propia narradora que debe ser conciliadora de los embates que esta le pone.
“Soy un experimento humano porque no tengo posibilidad de ser otra cosa”, nos plantea, como si fuera una especie de clave de lectura, donde, más allá del proceso de construcción, somos espectadores de su interacción con lo que el paisaje y la sociedad le ofrecen en ese afán de empezar de nuevo, adentrándonos en el redescubrimiento propio donde ella se va informando acerca de su propia labor.
Si algo ha de destacarse en este viaje introspectivo es que la soledad se va nutriendo a partir de ecos de otras voces. En primer lugar, por los mensajes de sus amigos, dándole indicaciones para la construcción, y en segundo lugar, a partir de las lecturas que la van acompañando. La soledad es el punto de inflexión donde se deja llevar tanto por otras historias como por las propias: “Cuando pueda querer otra vez a alguien lo recibiré debajo de estas líneas de madera amarilla que cortan el aire. Lo abrazaré con estos brazos que la levantaron. Puede que algún día, incluso, me parezca que quiero a alguien más de lo que puedo soportar”. La escenificación de mundos posibles son los fantasmas que habitan la convivencia con ella misma. Finalizar la casa es finalizar con una parte de sí y empezar a diagramar el destino con otros códigos, donde la simpleza, lo agreste y lo espontáneo coronan esta vida que compone como una égloga posmoderna.
La novela nos ubica en el deseo de la lejanía, en contacto con lo primitivo y con una sensación efímera de libertad. Cultivar el propio huerto, armar una casa con las manos y edificar la fortaleza a partir del diálogo con nosotros mismos son las claves esenciales que hacen de Sobre esta tierra una oda a la naturaleza viva.
Sobre esta tierra, de Lalo Barrubia. 246 páginas. Criatura, 2024.