No deja de representar una pequeña pero luminosa sorpresa que en una época en la que la literatura apunta cada vez más a lo fragmentario, al relato intimista, a la pose excesivamente personal, a la adopción bajo el registro ficcional de asuntos determinados por la agenda pautada por la actualidad, a la omnipresencia digital-tecnológica como trasfondo y ambiente de tramas y situaciones y a cierta frugalidad en el lenguaje (como gesto puramente estético o como exhibición de una carencia estructural), aterrice en las mesas de las librerías locales una novela que no sólo hace de la cuidada ambientación histórica –Estados Unidos en las tres décadas finales del siglo XIX y las dos primeras del XX– una fortaleza para desarrollar su argumento, sino que se apropia y actualiza el ritmo de los agrandes novelistas decimonónicos sin convertirse en un mero pastiche de géneros ni en una réplica de museo.

La novela se llama One Big Union, fue escrita por el boloñés Valerio Evangelisti (1952-2022), publicada originalmente en Italia en 2011 y recientemente editada en español por la preciosista Hoja de Lata. El autor, que además de ser un prolífico novelista practicó el ensayo y la historieta, emprendió con esta novela y otros dos títulos también publicados en español –Antracita y Todo han de ser– su “trilogía americana”, dedicada a narrar la historia de Estados Unidos desde finales de la Guerra de Secesión a la consolidación del país industrializado. Para llevar adelante tamaño proyecto literario, Evangelisti inscribió sus libros, o, mejor dicho, su propio estilo como narrador, en lo que se ha dado en llamar Nueva Epopeya Italiana, a saber, el relato de determinadas historias fijadas en un momento histórico específico desde la voz de aquellos que no tienen voz, los nadie, los desplazados e ignorados por el relato oficial de los hechos que conforman historiadores, sociólogos y estadígrafos y que representan, al decir de una canción de Bob Dylan escrita hace más de 60 años, “sólo un peón en su juego”.

El gran tema de fondo de One Big Union es la compleja historia del movimiento sindical en Estados Unidos, atravesada por la irrupción de diversos grupos, corrientes y partidos que, a su vez, protagonizan las más variadas adhesiones, escisiones, trifulcas y manifestaciones ante el gran poder que representan los industriales, los gobiernos y el brazo armado de estos, a saber, los agentes de la ley y los rompehuelgas. El “nadie” que protagoniza esta novela se llama Robert Coates y es un irlandés reclutado por la Agencia de Detectives William J Burns y luego por la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton para infiltrarse en diversos movimientos sindicales a lo largo y ancho de Estados Unidos. El carácter de espía, de vulgar soplón del personaje, además de su desprecio visceral contra los inmigrantes, los negros, los trabajadores sindicalizados y las mujeres que pretenden alcanzar los mismos derechos que los hombres, lejos de convertirlo en un arquetipo del Mal, lo vuelven un carácter complejo, minado de contradicciones, que intenta sacar adelante a su propia familia (una subtrama que se desarrolla en paralelo y que sutilmente se va imbricando con la historia central) en condiciones adversas y que, ante la sociedad establecida, no se presenta como un agente de la ley y el orden sino como un experimentado mecánico de ferrocarriles.

Narrador solvente y competente artesano de la psicología humana –la tercera persona que narra los hechos se contagia gradualmente de las sensaciones contradictorias que pautan la vida y el accionar de Robert Coates–, Evangelisti despliega la historia por un lapso aproximado de 50 años, sin exhibir ninguna costura historicista ni fatigar al lector con notas al pie de página ni con interpretaciones políticas que justifiquen o cuestionen el accionar de sus personajes. Como los grandes novelistas de aventuras de finales del siglo XIX, desde Robert L Stevenson a Jack London (que aparece como personaje en One Big Union, intentando vivir de la literatura en la Chicago de 1905, abrazando en sus escritos periodísticos las razones de la clase obrera), Evangelisti contrabandea datos concretos de la realidad (históricos y científicos) en el accionar o en el diálogo de sus personajes. Especialmente destacable es la forma en que, al llegar a un pueblo perdido en las montañas o al momento de sumarse como obrero afiliado al sindicato en una movilización, Robert Coates se entera de determinada información –y junto con él el lector– por la simple conversación con un lugareño.

Otro elemento a destacar, dentro de los muchos que jalonan esta interesantísima novela, es el pulso narrativo de Evangelisti para describir enfrentamientos armados y desplazar en la escena (o en el capítulo que corresponda) a grandes masas humanas, destellando en la multitud el accionar de algunos personajes. Una buena muestra de lo anterior lo constituye el relato del enfrentamiento armado que se produjo en el marco de la llamada Huelga de Homestead, en el estado de Pensilvania, a finales de junio de 1892, protagonizado por obreros de una fábrica de acero y agentes de la Pinkerton (entre los que se encuentra Coates).

A pesar de haber sido escrita por un italiano (gesto en sí mismo que dinamita esa rémora llamada “literatura nacional”), One Big Union se acomoda con solvencia y sobradas credenciales en el mismo estante en el que siguen brillando novelas como Manhattan Transfer (1925), de John Dos Passos, y Las viñas de la ira (1939), de John Steinbeck, a saber, construcciones ficcionales que se apropian de una época y un fenómeno social determinados para cristalizarse en destacadas manifestaciones artísticas.

One Big Union, de Valerio Evangelisti. Traducción de Francisco Álvarez. 448 páginas. Hoja de Lata, 2024.