Distintos gobiernos e instituciones se han pronunciado en las últimas horas sobre el fallecimiento del escritor Mario Vargas Llosa, anunciado por su familia en la noche del domingo.
En tanto, todavía no ha habido declaraciones de instituciones públicas uruguayas, Hebert Benítez Pezzolano, investigador de la Facultad de Humanidades de la Udelar, y Valeria Tanco, coordinadora del Instituto Nacional de Letras del Ministerio de Educación y Cultura, brindaron sus comentarios sobre la trayectoria del Premio Nobel a la diaria.
“Mario Vargas Llosa, en mi opinión, es fundamental. Es fundamental en las letras universales y específicamente es fundamental para Latinoamérica. Las voces latinoamericanas en su obra y la manera en la que las introdujo lo hacen uno de los protagonistas en la construcción de una lengua latinoamericana. Una lengua que saliera del neutro, de lo que nosotros consideramos neutro, y que tuviera una personalidad, o personalidades, que abarcaran diversos territorios. Lo hizo desde la narrativa y también desde los híbridos que encontraba entre el periodismo, la investigación y la narrativa. No fue el único en intentarlo, pero es uno de sus mejores exponentes”, dijo Tanco.
“También hay que agradecerle a Vargas Llosa su militancia y su activismo por la lectura, siempre. Por la lectura crítica, por la lectura de disfrute, por el ejercicio de la lectura como un derecho. Eso lo siguió haciendo toda su vida y lo alentó desde su lugar”, agregó.
“Otra cosa destacable en Vargas es su trabajo con otros autores. Tenemos un ejemplo maravilloso en los estudios que le dedicó a Juan Carlos Onetti. Siempre, más allá del tiempo que compartieron, siguió en diálogo con Onetti, al punto que hizo un ensayo que después publicó como El viaje a la ficción, que recomiendo mucho. También en la edición conmemorativa de La vida breve que hizo la RAE aparece un texto de Vargas que está extraído de este ensayo. Y hay una cosa muy divertida que dijo Onetti sobre él en una entrevista, que me parece que es como un homenaje en cierta manera. Onetti dice que Vargas le contó que él trabajaba como si fuera a una oficina, con horarios, todos los días. Pero Onetti no escribía así, escribía cuando se inspiraba. Entonces fue que dijo que Vargas trataba a la escritura como un cónyuge y en cambio él la trataba como un amante”.
“Se lo va a extrañar”, concluyó Tanco.
Nada de conservador
“Vargas Llosa es un enorme escritor, desde sus primeras novelas, y lo es en la medida del rigor exploratorio de su técnica, pero de la técnica al servicio de la creación, no de la mera exhibición. Justamente, la complejidad del mundo que busca construir está dada por la complejidad de las técnicas que lo refieren. De esa manera, se puede entender que la novela latinoamericana haya tenido en Vargas Llosa a uno de sus renovadores, a uno de sus más estrictos defensores, a uno de sus más desafiantes creadores”, dijo Benítez.
“La complejidad de los procedimientos, el uso de múltiples voces narrativas, de flashbacks, el hecho de que la verdad no es algo que termina siendo revelado, sino que está, en gran medida, sometida a fragmentación y búsqueda. Sin embargo, no hay una detención en la fragmentación, sino que sus novelas exploran porque buscan, precisamente, no exploran para mostrar la exploración. El uso de monólogos, del monólogo interior, sobre todo, nos hace pensar en piezas insustituibles de la narrativa latinoamericana. ¿Cuáles son esas piezas? Sin desmedro del resto de su obra, porque esto es difícil de establecer, pero creo que, para mi experiencia personal, Conversación en la catedral, que leí bastante joven, es y sigue siendo una de las novelas claves de la literatura latinoamericana. Incluso responde a un momento muy particular, ya de cierta madurez, si se puede hablar así, de la obra de Vargas Llosa. Ya hace rato que es el autor de piezas decisivas, como La casa verde, y luego lo será de La guerra del fin del mundo, agregó el catedrático del Departamento de Literatura Uruguaya y Latinoamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
“Si tengo que elegir dos piezas que están a cierta distancia y que ambas, en cada plano, revelan una madurez, una estatura, que las hace diferentes, son esas. La guerra del fin del mundo tiene que ver, obviamente, con la historia de Antônio Conselheiro, y es llevada con una técnica depurada sobre la base de un acontecimiento real, que es la guerra de los Canudos. Es una novela histórica, pero, a su vez, lo creativo, la elaboración, la ficcionalidad se toca delicadamente, sutilmente, con los acontecimientos que la historia cuenta. Y, en ese sentido, también, en Conversación en la catedral termina siendo el género de la conversación el que se convierte en novela. Utiliza el género de una conversación en un bar, en un café, para hacer que dos personajes se encuentren allí y aparezca un gran fresco sobre la historia del Perú en tiempos dictatoriales, durante la década de 1950. La novela es de 1969, se sabe. Y eso hace que uno pueda advertir que esta técnica permite la proliferación de la realidad a través de la fluidez de una conversación, de esa falta, por así decirlo, de estructura rígida de una conversación. Así, aparece Perú y aparece América Latina”, dijo Benítez.
“Siempre va a ser injusto hablar de manera abreviada, porque incluso ciertas piezas que hasta se podría pensar que conectan con aspectos bufos, como Pantaleón y las visitadoras, también zurcen uno de los temas constantes, pero de signo político diferente en su trayectoria, que es el del autoritarismo, el tema de la libertad, el tema de la individualidad, el tema de la conquista y de la pérdida de la libertad de expresión, pero asimismo la corrupción del poder, la opresión cultural”, anotó.
Finalmente, el investigador dijo: “Es compleja la obra de Vargas Llosa, también en la medida en que muchos quedamos estupefactos en determinado momento por su transformación a lo que podríamos llamar un liberalismo conservador, a un tipo de liberalismo conservador que podrá tener otros nombres también. No es ese el punto en el que me detengo ahora, sino en la enorme capacidad transformadora que su obra tiene desde el punto de vista de la creación. Vargas Llosa, como creador, es justamente aquel que va más allá de toda conservación de estructuras. El mejor Vargas Llosa es el escritor, es el que más importa, es su mejor cara y la principal, la de aquella frase detonadora de Conversación en la catedral que bien podría iluminar el conjunto de su obra: ¿Cuándo fue que se jodió el Perú?”
Desde el Reino
Vargas Llosa residió durante décadas en España, país que le otorgó no sólo su ciudadanía, sino también un título nobiliario. La Casa del Rey de España emitió un comunicado tras el fallecimiento del escritor: “Gracias siempre por toda su inmensa obra a nuestro hispano-peruano eterno. El Olimpo de las letras universales le ha abierto sus puertas a Mario Vargas Llosa”.
También el jefe del gobierno, Pedro Sánchez, comunicó: “La literatura en español despide a Mario Vargas Llosa, maestro universal de la palabra. Mi agradecimiento como lector por una obra inmensa, por tantos libros clave para entender nuestro tiempo. En nombre del Gobierno de España, envío mi sentido pésame a la familia, amigos y a la gran comunidad de lectores y lectoras en todo el mundo”.
Asimismo, el también socialista Salvador Illa Roca, presidente de la Generalidad de Cataluña, expresó sus condolencias y dijo que la trayectoria de Vargas Llosa “siempre estará ligada a Barcelona, capital del boom latinoamericano”.
La agencia literaria Carmen Balcells, heredera del trabajo de Carmen Balcells, la agente que convenció al escritor de mudarse a Barcelona, también comunicó su tristeza por la partida del escritor, y Pilar Reyes, directora del sello Alfaguara, que publicó la obra reciente de Vargas Llosa, escribió: “Nos ayudó a ver más lejos. Su obra y su pensamiento seguirán iluminándonos”.