Charlotte Prando dirige Emergencia 93, una asociación que trabaja con jóvenes que salen de la cárcel en una cité de la ciudad de Aubervilliers en las afueras de París; Ali Rahni es parte de la asociación Nueva Mirada sobre la Juventud en un pauperizado exbarrio obrero de la ciudad de Roubaix, al norte de Francia; también en el norte, pero en un barrio de la periferia de Lille, Driss Farahy creó la asociación El Lavadero, que ofrece una lavandería y un espacio de convivialidad para las familias que viven en condiciones de precariedad; Hamza Aarab dirige la asociación Montpellier Mediterráneo Futsal en el barrio Petit-Bard, un club de fútbol sala que ofrece otras actividades de asistencia y apoyo escolar; Michèle Addala dirige desde hace décadas la compañía de teatro Mises en Scène en el barrio popular de Monclar de Aviñón, donde se erige también su teatro de l’Entrepôt; en la ciudad de Toulouse, un grupo de mujeres sostiene desde hace décadas la asociación Izards Actitud, fortaleciendo lazos sociales del barrio empobrecido de Izards, en cercanía a la asociación Tactikollectif que desde 1997 desarrollan una militancia artística allí; en la misma línea, la compañía Memorias Vivas de la ciudad de Estrasburgo, que importa el rap y el hip-hop a la escena teatral, innovando en las formas de militantismo cultural.

Estos son los “mundos militantes” que el francouruguayo Denis Merklen ha elegido analizar desde la sociología a partir de las trayectorias biográficas de hombres y mujeres que se han puesto al hombro colectivos de militancia asociativa. En Los indispensables: sociología de mundos militantes explora el porqué y el cómo de esos “indispensables” que renuevan las formas de “politicidad” en la Francia contemporánea.

La obra del sociólogo Denis Merklen está atravesada por el interés de entender los engranajes de las prácticas políticas de las clases populares, piezas claves de las formas de movilización colectiva contemporánea que no sólo habían quedado excluidas del lente académico, que mira la política institucional de los partidos y del comportamiento electoral, sino que también se volvieron un blanco sistemático de ataques de los medios.

En libros como Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática: Argentina 1983-2003 (Gorla, 2005), Quartiers populaires, quartiers politiques (La Dispute, 2009) y Pourquoi brûle-t-on des bibliothèques? (2013; traducido como Bibliotecas en llamas por la Editorial de la UNGS), es manifiesta la intención de cuestionar la aporía que reside en formulaciones recurrentes como “la relación de las clases populares con la política”. Esta supuesta distancia conduce a pensar que los sectores degradados de nuestras sociedades capitalistas posindustriales, residentes generalmente en las periferias pauperizadas, desvinculados de las antiguas formas de cohesión social que proporcionaba el trabajo o las redes de solidaridad comunitaria, consecuencia de cambios estructurales en las dinámicas del empleo y migratorias, están confinados a “un desierto político”, geográfico y simbólico.

A lo largo de este tiempo, Merklen ha observado cómo, en ambos márgenes del Atlántico, se ocupan territorios, se arman asambleas en los patios de casas de barrio, se organizan bibliotecas populares en salones comunales, se incendian mediatecas públicas en protesta por la violencia simbólica y policial del Estado. “No hay distancia ni salida posible de la política y en consecuencia no es necesario estar afiliado a un partido para hacer política o para que la vida cotidiana adquiera una dimensión política”, afirma. Una forma de trascender una “concepción etnocéntrica de lo político”, como afirma Robert Castel en el prefacio de Quartiers populaires, quartiers politiques.

Devolverles la política a los pobres es también, en cierta medida, para el sociólogo, devolverles su condición de ciudadanos, de habitantes y de sujetos, un lugar positivo y afirmativo que no sólo los construye en objeto de estudio desde la falta, la carencia o la necesidad. El estudio de “sus prácticas, sus modos de socialización, sus valores, sus formas de organización”, así como el examen de “las condiciones que propician la aparición de su militancia”, explican su opción metodológica: la observación, la conversación, el intercambio, la sistematización de trayectorias de vida y de redes de cooperación que se nuclean en torno a estos deferentes “perfiles militantes”.

Los indispensables aporta un mapa, en la medida en que es un inventario no exhaustivo de demandas que atraviesan hoy a las clases populares francesas y, al mismo tiempo, un itinerario de territorios heterogéneos en los que estas habitan, que permite entender ese pasaje de la politicidad obrera unificada “construida gracias a un movimiento centrípeto” a esas clases populares de hoy, que se fragmentan en “un movimiento centrífugo”. Por eso, en estos militantes populares, su condición de habitante es crucial para entender su ciudadanía, así como su accionar como sujetos políticos, articulando las demandas de sus pares con los recursos que aporta el Estado. La inscripción territorial de la militancia asociativa transforma de alguna manera el ruido de los barrios en acciones políticas concretas, en un proceso de doble subjetivación: por un lado, de interreconocimiento entre iguales (los vecinos); por otro lado, de reconocimiento por parte de los responsables de las políticas públicas (los funcionarios) y de los representantes locales (los políticos).

En un contexto en el que el mundo intelectual francés se aterroriza ante la amenaza de la extrema derecha y se elaboran múltiples teorías sobre la cruzada electoral a lo largo y ancho del territorio francés, teorías que apelan a la obsolescencia de las antiguas formas de movilización, el creciente descreimiento en la política y el progresivo retiro del Estado para explicar la derechización de las clases populares, el libro de Merklen ofrece una mirada alternativa, visibilizando la existencia de redes de solidaridad, de reconocimiento y de compromiso que recrean la sociedad desde el obrar en colectivo “por lo bajo”.

Más allá de la riqueza empírica de las trayectorias específicas de los militantes estudiados por Merklen, el libro invita a considerar de otra forma a los “chivos expiatorios” recurrentes de la derecha francesa, el joven migrante de barrios periféricos, el banlieusard en que se inspiran los personajes de la película El odio (Mahieu Kassovitz, 1995), pero también a los chivos expiatorios de la izquierda intelectual y urbana, esos habitantes de las provincias que el Estado parece haber olvidado y que hoy orientan su voto hacia la extrema derecha, como esos votantes del norte que siguen a la candidata de la película Chez Nous (2017) o los olvidados rurales del Pas-de-Calais de P’tit Quinquin (2014) de Bruno Dumont.

También permite cuestionar la creciente estigmatización del destinatario de políticas sociales como un receptor pasivo de beneficios del Estado de bienestar, imagen a la que apela recurrentemente la derecha radicalizada, tanto en Francia como en América Latina, visibilizando en cambio la creatividad con la que ese lugar puede ser utilizado activando procesos de subjetivación política a través de la mediación.

“¿Por qué leer en América Latina historias de militantes franceses?”, se pregunta el autor en el prólogo de la edición en español que acaba de publicarse por Ediciones del Berretín. Primero, para conocer las heterogéneas formas que adquieren una forma de hacer política que no aparece en los relatos heroicos. Segundo, para problematizar nuestras propias categorías de lo político como agenda para investigar la otra política en estas latitudes, la de nuestros propios chivos expiatorios.

La mirada sociológica forjada en ese ida y vuelta entre el Río de la Plata y Francia le permite a Merklen identificar el gesto político más allá de las categorías teóricas de ambas tradiciones de pensamiento. Quizás por eso, su “yo investigador” nunca desaparece del relato, explicitando el mecanismo que une (y separa) al investigador del investigado, casi como el yo literario de Emmanuel Carrère cuando emerge de la ficción para recordar al lector que él también está ahí, como sujeto. En definitiva, “existir es existir políticamente”, dice Abdelmalek Sayad; hace suya la frase Ali Rahni, uno de los personajes de esta historia, para firmar los correos de la asociación que dirige, y también la usa Denis Merklen como hilo conductor de su nuevo libro.

Los indispensables: sociología de mundos militantes, de Denis Merklen. 370 páginas. Ediciones del Berretín, 2025. El libro se presenta este jueves 12 a las 21.00 en Escaramuza (Pablo de María 1185) y al día siguiente a las 18.30 en la sala Luisa Cuesta de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.