El maestro y escritor José María Obaldía falleció en las últimas horas a los 99 años. Nacido en Treinta y Tres, se trasladó a Montevideo, donde estudió la carrera de docente de primer y segundo grado, para luego ejercer la profesión de maestro. En paralelo, tuvo una larga carrera como escritor y retrató la picardía de los paisanos del campo uruguayo en la forma de encuentros con alumnos que se juntaban a escuchar sus recuerdos de niñez. Cuando se agotó ese repertorio, comenzó a rememorar las míticas “mentiras” del imaginario rural.

En su profusa obra se destaca el recorrido en clave de humor por la tradición de los cuentistas con Veinte mentiras de verdad (1971), mientras que en El habla del pago (1988) recogió expresiones de su departamento natal y en El matrero y otros cuentos (2001) reconstruyó historias criollas tradicionales. Obaldía también fue autor de varios poemas que luego fueron musicalizados por Los Olimareños, como “La tardecita”, “Tiento” o “Zamba del Olimar”.

“Quienes lo conocen personalmente o le han oído en radio saben de su prosa morosa, cálida, que va armando esa fina urdimbre, donde aparecen envueltos en un aura de inocencia anécdotas y personajes de los más remotos pagos de nuestra tierra. Obaldía sabe captar, con sutileza, gestos, actitudes, que ‘pintan’ y definen a esos humildes seres perdidos por nuestros campos”: así lo definía hace unos años Alcides Abella, director de la editorial Banda Oriental, el sello que publicó Veinte mentiras de verdad a lo largo de varias reediciones, desde 1973. Se trata de “una regocijante recopilación de ‘mentiras’ realizada por Obaldía en su Treinta y Tres natal”, según Abella. En 2016, el editor decía: “No deja de ser gratificante que, casi 50 años después, el programa Ceibal lo incluya en su catálogo de títulos para Primaria”.

“Es un libro muy difícil de explicar, porque hay que tenerlo enfrente e imaginarse lo que uno imagina”, agregaba el propio Obaldía en su charla con la diaria en 2014. “El material le gustó tanto a esta gente, que se entusiasmaron. Y eso que yo muchas veces no quedé conforme con el traslado a la escritura; a veces tuve que usar palabras intermedias, porque, si no, era un lenguaje incomprensible para mucha gente. Tuve que transar”.

El éxito de ese libro le trajo numerosas satisfacciones. “Comencé a recibir cartas de todas partes, se difundió en las escuelas. En un cumpleaños me llegó un video desde Quebracho, con tres mentiras de mi libro dramatizadas por los niños del liceo. Cómo no voy a estar en deuda con el libro, le debo como loco. Hasta por él me invitaron a la Feria del Libro de Buenos Aires, que no sé si ustedes la conocen, pero es monstruosa. Ahí conté algunas mentiras en un salón inmenso que se llamaba Martín Fierro, donde había gente del Chaco, de Tierra del Fuego y otros lugares; fue algo imponente. Todo eso lo consiguieron las mentiras solitas”, afirmaba el autor.

Como parte de su labor académica, en 1981 comenzó a trabajar en la Comisión de Paremiología de la Academia Nacional de Letras. Allí, entre otras cosas, recopiló dichos criollos. A partir de 1988 se desempeñó en la Comisión de Lexicografía, que se encarga del estudio y la elaboración de diccionarios.

En 1994 tomó posesión como miembro de número de la Academia, que presidió en dos períodos, desde 1999 a 2003. La revista oficial de la institución le dedicó una publicación en ocasión de sus 90 años. Allí, Juan Justino da Rosa expresaba que, “sea por su fecha de nacimiento, sea por su aparición pública como poeta en 1963, podemos certificar que Obaldía pertenece, con legítimos derechos, a la generación del 45”.

De su trabajo en la Comisión de Lexicografía, Carlos Jones Gaye recordaba que Obaldía “aportaba increíbles saberes sobre oficios y prácticas, muchos ya desaparecidos, de los cuales sus colegas de comisión sabíamos poco o nada”.

“Yo resulté valioso, sin agrandarme demasiado, porque en esa comisión todos eran profesores de español jubilados, que vía libro sabían todo del lenguaje, pero nunca habían hablado con un paisano”, señalaba Obaldía en la entrevista citada. “Yo sí lo había hecho, y había pasado tiempo en el campo. Cuando uno quiere conocer el habla de una región tiene que permanecer mucho tiempo, porque todas las palabras tienen más de un significado. Así que tuve la posibilidad de aportar todo ese material, que es muy importante desde el punto de vista lingüístico”, agregaba.

Sobre la designación como académico de número, contaba Jones Gaye que fue votado por unanimidad, pero que “no fue elegido por su condición de creador literario, sino por su versación indiscutida en las hablas del interior de nuestro país y en las jergas de diferentes profesiones a las que directa o indirectamente estuvo vinculado. También, por supuesto, pesó su obra literaria y también su destacada y reconocida trayectoria docente”.

“Lamentamos profundamente el fallecimiento de José María Obaldía, una figura insigne de la cultura uruguaya, maestro de generaciones, escritor, académico y ser humano excepcional. Acompañamos a nuestra querida María Inés Obaldía, a su familia y amigos”, escribió en sus redes sociales la agrupación frenteamplista La Amplia.

María Inés Obaldía, hoy senadora de ese sector y hasta hace unos meses directora de Cultura de Montevideo, había subido el domingo una fotografía junto a él, en ocasión del Día del Padre. “No fue siempre de alegría ni de prosperidad, pero en todo momento, como en la foto, ha estado tu mano en mi hombro, para darme protección y amparo trascendente, para ayudarme a mirar lejos, marcando que, se llegue hasta donde se llegue, los afectos te sostienen, te protegen y te potencian”, escribió en sus redes sociales.