La Fundación Manolo Lima de Maldonado le encomendó a Johanna Holdt la realización de una serie de cortos documentales con entrevistas a discípulos, amigos y allegados del pintor. A 102 años del nacimiento del artista, el rescate de su memoria, la restauración de su casa y la puesta en marcha del taller de cerámica son prioridad de la institución fernandina.

“Estamos construyendo un relato común de Manolo, porque nos preocupa que vayan desapareciendo los testigos de su tiempo”, dijo a la diaria Ariel Inzaurralde, secretario de la fundación que fue creada a instancias de su viuda.

Foto del artículo 'Salvar del olvido: la Fundación Manolo Lima de Maldonado realiza cortos testimoniales para recordar el aporte del artista'

Foto: Nathalie González

Manuel Vicente Lima nació en San Miguel, Rocha, en 1919 y fue el mayor de seis hermanos. Emigraron a la capital en 1935 y su madre trabajó en un frigorífico del Cerro. Los siete compartían una pieza en Vizcaya 115. Cuando un automóvil atropelló a su madre, él y sus hermanos fueron enviados a diferentes centros del Consejo del Niño.

Manolo aprendió carpintería y terminó cuarto año en el liceo nocturno, donde comenzó su militancia en la Asociación de Estudiantes y en las Juventudes Libertarias. Participó en las luchas por los Consejos de Salarios, contra el Servicio Militar Obligatorio, en las grandes huelgas en los frigoríficos, en las huelgas de plomeros y cloaquistas, en las huelgas solidarias con Ancap.

En 1941 ingresó al Taller Joaquín Torres García, del que se desvinculó en 1945. Desde esa época expuso en galerías y participó en muestras colectivas e individuales mientras era parte de la vida cultural y la bohemia montevideana, recuerdan desde la fundación.

También estuvo interesado en las letras: a los 21 años fue el editor de la revista Educación, que se distribuía y desarrollaba en un instituto dependiente del que antes fuera su orfanato.

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Foto: Nathalie González

En 1949 se casó con la nurse Hortencia Rivero Medeiro, a quien apodó “Mariquita”. Unos años después se trasladaron a Maldonado; allí comenzó a vivir de la pintura y fundó el Taller Maldonado, donde las clases eran gratuitas. Con sus discípulos compartía lecturas y charlas políticas.

Su casa País de Pinares fue construida a partir de su propio diseño, pensada con espacios para compartir: un taller de cerámica con horno, donde también había un fogón en el que reposaba una olla siempre con guiso para quien deseara servirse. En el lugar hay frutales y nogales, que eran puestos a disposición de estudiantes y vecinos. En los relatos aparece una imagen recurrente: Lima con tabaco y mate en mano.

El 31 de agosto de 1990 dejó instalada su última muestra individual en la galería de arte Portón de San Pedro y falleció a la madrugada siguiente, el 1 de setiembre, en Pinares.

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Foto: Nathalie González

En País de Pinares la fundación exhibe la obra de Manolo Lima junto a sus escritos y objetos. Puede visitarse los fines de semana, previa coordinación al teléfono +598 94 860 636. Existe la posibilidad de alojarse en una vivienda acondicionada para dos personas que forma parte del espacio creado por el artista. También se pueden ver adelantos de los cortos y otras novedades en su cuenta de Instagram @fundacionmanololima.