La Intendencia de Maldonado (IDM) puso a consideración de la Junta Departamental (JDM) la viabilidad de construir un hotel de campo en la zona arenosa de la playa de José Ignacio, entre el océano Atlántico y el balneario La Juanita. De acuerdo al expediente administrativo al que accedió la diaria, el emprendimiento es promovido por Luna Colonial SA, “cuyo único accionista y director” es el empresario artístico argentino Diego Filkenstein.

Referente en su país como productor de grandes eventos (su firma DF Entertainment llenó estadios recientemente con Red Hot Chili Peppers y Taylor Swift, entre otros), Filkenstein es también conocido en José Ignacio como residente y desarrollista de “importantes inversiones”. “Por su actividad, tiene la posibilidad de captar destacados personajes de la cultura y del arte internacional, que proyecta alojar en el futuro hotel”, argumenta la solicitud de viabilidad presentada ante la IDM.

El problema es que el empresario pretende enclavar su proyecto en un padrón rural de casi siete hectáreas frentistas a la costa oceánica, que requiere excepciones a la normativa edilicia y ambiental por dos razones, por un lado, invade parcialmente la faja de protección de 150 metros de ribera; por el otro, el Plan Entre Lagunas no permite construcciones en esos predios, según reconocen los promotores en su petición.

El hotel de campo y sus características

De aprobarse su viabilidad, el proyecto diseñado por el arquitecto Mathías Klotz estará ubicado en el padrón rural 20.638, que tiene una superficie cercana a las siete hectáreas y linda con otro inmueble rural, de poco más de una hectárea y media, que es “complementario” y propiedad de la misma firma. Ambos terrenos son frentistas al mar y se ubican a la altura del kilómetro 182 de la ruta 10.

El inmueble principal es contiguo a la urbanización horizontal El Secreto (antes The Setai). Para el promotor, si bien los predios están categorizados como rurales, no existe la posibilidad de desarrollar actividades productivas ya que se encuentran en un área “íntegramente” arenosa. Tampoco hay “posibilidad de desarrollar pasturas ni ningún tipo de vegetación o forestación”, ni chance de fraccionarlos porque “son muy angostos”.

Por otro lado, consideran a su favor que los padrones están ubicados en “una zona urbana consolidada”, ya que el terreno principal es lindero al fraccionamiento El Secreto –compuesto por el hotel Bahía Vik y su infraestructura accesoria– y a varias residencias de veraneo de grandes dimensiones. Al otro lado de la ruta se encuentra el barrio La Juanita, “con una alta densidad demográfica”.

Luna Colonial adelantó que el hotel de campo contará con un área central (recepción, servicios asociados y algunas suites) y tres volúmenes complementarios para otros servicios (gimnasio, restaurante y lounge) más habitaciones hoteleras en búngalows independientes, algunos proyectados en dos plantas.

“Amigable”, aunque no tanto

Como la intención de Filkenstein, según el expediente, “es dar utilidad práctica y económica a los inmuebles”, a cambio de las excepciones promete un proyecto “concebido de forma tal de no afectar las dunas primarias ni la escasa vegetación existente en el predio”.

Las construcciones serán edificadas con materiales “amigables con el ambiente” y no interferirán con el paisaje que se observa hacia el mar, asegura la sociedad anónima. Su percepción desde la ruta “será mínima”, por lo cual “el paisaje natural actual sufrirá mínimos cambios”, añade.

Sin embargo, aunque “las construcciones se adecuan a la ordenanza general de construcciones (TONE) para los hoteles de campo”, el proyecto colide con otras normas para la zona donde estará enclavado.

Luna Colonial reconoce que allí existe “la limitación de realizar construcciones dentro de la faja costera de 150 metros de la ribera atlántica”. Por otra parte, el Plan Entre Lagunas prohíbe construir en predios frentistas oceánicos, por lo cual el predio principal debería definirse como de “prioridad ambiental”.

La compensación

A cambio de las excepciones a las citadas normativas para “agregar valor a la comunidad y al entorno sin detrimento del medioambiente”, el empresario ofrece “una compensación”.

El planteo de viabilidad establece que el padrón complementario será de “uso público” y, como a su vez linda hacia el oeste con un padrón municipal, propone construir pasarelas de acceso a la playa y estacionamientos para “facilitar la accesibilidad”. De ese modo, quedaría un área pública comprendida entre la cabecera este del puente de José Ignacio y las construcciones del hotel de campo.

La solicitud ya está a estudio de la Comisión de Obras de la Junta Departamental, cuyos ediles rompieron el receso estival para recibir a promotores y a la arquitecta y directora general de Urbanismo de la IDM, Soledad Laguarda. En la tarde de este miércoles estaba previsto que recibiera a una delegación de la Liga de Fomento de José Ignacio.

Fuentes del Partido Nacional y del Frente Amplio adelantaron a la diaria que, en principio, el oficialismo preveía definir el tema “rápidamente” en comisión para pasarlo a consideración de una sesión extraordinaria del plenario en esta semana. No obstante, dadas la discusión sobre las excepciones y la necesidad de ampliar consultas con técnicos y fuerzas vivas, “probablemente” el tratamiento del asunto se dilate hasta el año próximo, coincidieron. Una vez que lo trate la JDM, el proyecto deberá pasar a estudio del Ministerio de Ambiente.