El hallazgo de una araña de los bananos en la frutería de un supermercado de Piriápolis, el domingo pasado, es como un déjà vu de otros dos episodios ocurridos en diciembre de 2018: el primero en un autoservicio de ese mismo balneario y el segundo en una verdulería de San Carlos. Esta vez el protagonista es David, empleado de la sucursal de El Dorado, que tomó la precaución de capturar a la araña ponzoñosa dentro de un envase plástico y llamar al reptilario Alternatus Uruguay para que alguien fuera a retirarla.

“Queremos felicitar a David, empleado en la sección de frutas y verduras por comunicarse con nosotros y actuar con responsabilidad, colectando a la araña de forma segura, y preocuparse por su bienestar en lugar de matarla o soltarla deliberadamente”, divulgó Alternatus este lunes 28, en su cuenta de Youtube, junto con un video que muestra al trabajador haciendo entrega del ejemplar mientras ofrece detalles del descubrimiento y posterior captura.

Desde entonces, los titulares advierten sobre el “sorprendente hallazgo” de una “peligrosa araña de origen brasileño”, una “peligrosa araña con veneno neurotóxico”, “uno de los arácnidos más letales del mundo”, “rara vez encontrada en Uruguay”. En los hechos, la araña del banano o errante brasilera “llega durante todo el año, a todo el país, en las cajas de bananas importadas casi siempre desde Brasil y a veces desde Ecuador”, informó Alternatus, que tiene sede en Piriápolis y realiza actividades educativas en la comunidad. Y los científicos uruguayos no conocen de ningún accidente grave por contacto con este animal.

“Ni tanto ni tan poco”

En diciembre de 2018 dos investigadores de la Facultad de Ciencias salieron al cruce de “la alarma desmedida” que produjo la cobertura mediática del hallazgo de otro ejemplar de Phoneutria, también dentro de una caja de bananas que llegó a la frutería de un autoservicio en Piriápolis.

Bajo el título “Ni tanto ni tan poco”, Miguel Simó y Fernando Pérez-Miles resaltaron que, “si bien todas las arañas de ese género son potencialmente peligrosas para el hombre por la toxicidad” de su veneno, “la mayor parte de los accidentes son leves” y “muy poco frecuentes en Uruguay”.

Aunque ingresan accidentalmente al país con la importación de bananas desde Brasil y Ecuador, “ocasionalmente” se han encontrado individuos “en algunas islas del río Uruguay”. “Tal vez ingresan en balsas de camalotes durante las crecidas de ese río”, señalaban los investigadores de Entomología de la Facultad de Ciencias.

Un segundo episodio ocurrió diez días después en una verdulería de San Carlos, cuando otra araña fue ubicada entre las bananas y también pasó a manos de científicos para su estudio. Un tercer caso volvió a registrarse en esta zona, aunque no tuvo tanta trascendencia pública y el ejemplar murió antes de ser analizado.

A partir de aquel hallazgo, científicos del Centro Universitario Regional Este (CURE) iniciaron una investigación junto con colegas de otras tres universidades para estudiar variaciones de toxicidad, evaluar el efecto del medio o el estrés en las propiedades del veneno, y coordinar trabajos entre distintas instituciones.

La temida criatura encontrada el domingo mide 2 centímetros (seis, si se cuentan sus patas extendidas) y está conservada en un lugar con calefacción. La intención es que, como las parientas que pasearon por las verdulerías de Piriápolis y San Carlos hace cinco años, sea estudiada por los científicos.

Cómo reaccionar

Las personas que trabajan en la carga y descarga de frutas y verduras suelen ser las más expuestas a estos animales. El contacto con el veneno, en los casos leves, causa “dolor local, edema, eritema y sudoración”, mientras que en casos moderados “se agrega hipertensión arterial, agitación, vómitos y priapismo (erección patológica y dolorosa)”.

En caso de accidentes, se recomienda consultar al Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT) del Hospital de Clínicas, a través del teléfono 1722. Además de asistir al centro de salud más cercano.

A modo de prevención, Alternatus sugiere aprender a identificar a las especies de riesgo, “ser responsable ante encuentros y no interactuar de forma innecesaria”, pero no soltarlas o matarlas. También aclara que “los supermercados o puestos de frutas no tienen manera de evitar estos encuentros, no sería justo responsabilizarlos a ellos”.