Cada día del verano, a toda hora, turistas y lugareños incurren en acciones que dañan el ecosistema costero, unos a sabiendas y otros por desconocimiento. Como sea, el constante trajín de personas y mascotas sobre el cordón dunar en la temporada alta es un asunto que preocupa a los integrantes de la asociación civil Nativos Punta Negra, en la costa oeste de Maldonado.

“Para lo que es la gravedad de la presión sobre el ambiente en este momento, los buenos hábitos de la gente deberían ser mayores”, dijo a la diaria el guardavidas Gerardo Rasenti, presidente de Nativos Punta Negra y docente en la tecnicatura de Conservación y Gestión de Áreas Naturales que dicta el Polo Educativo Tecnológico (PET) Arrayanes.

A su juicio, otra sería la situación si los diferentes niveles de gobierno invirtieran en informar y advertir a los turistas sobre estos impactos, además de tocar el tema en los centros educativos. Según Rasenti, esto no ocurre y son las agrupaciones vecinales y ambientalistas las que se ocupan de advertirlo, en la medida de los recursos y el tiempo disponibles, que son escasos.

A falta de apoyo oficial, Nativos Punta Negra comenzó por estos días a divulgar en redes y grupos ambientalistas una decena de audiovisuales grabados hace tres años -tras ganar fondos concursables de organismos internacionales- con claves e instrucciones dirigidas a los bañistas. El material sigue vigente, porque la batalla cultural para revertir los malos hábitos del turismo está en ciernes.

No pisar el pasto dibujante

Vecinos y guardavidas del balneario colaboraron con intervenciones en los puntos donde se concentra la mayor cantidad de personas y se “generan trillos descontrolados, con un pisoteo que degrada la vegetación nativa”. Porque, ¿quién no ha cortado camino desde la ruta hacia la orilla sobre esos pastos filosos que castigan los pies descalzos en las dunas?

“Es el pasto dibujante y es parte de las especies imprescindibles para estabilizar la arena y que no se vuele de la playa, provocando erosión costera”, explicó Rasenti. En la bajada hacia la caseta hay carteles y un vallado, pero el guardavidas considera que tanto en Punta Negra como en otros lugares de la costa de Maldonado hacen falta más pasarelas de madera.

“Orientadas según la dinámica de los vientos, son de las infraestructuras más útiles” para evitar ese trasiego sin control, señaló. Entretanto, recomienda que al bajar a la playa las personas se tomen la molestia de caminar unos metros de más -si es necesario- para circular por los senderos de arena desnuda.

Una clave para cuidar la fauna

Otra de las recomendaciones de protección apunta a quienes dejan que sus mascotas husmeen y escarben en las dunas porque allí “no molestan a nadie”. El asunto va más allá de cuidar la higiene y recoger las heces cuando los perros defecan en la arena donde se instalarán otros.

“Instintivamente, invaden el hábitat de la fauna nativa. En las dunas hay nidos de aves de verano (gaviotines, teros, ostreros) y cuevas de tucu-tucu, lagartijas, lagartos y serpientes”, remarcó el docente. “No sólo se trata de que maten a un ejemplar, sino que esa invasión al hábitat lesiona la calidad del ecosistema y puede llevar a perderlo”, acota.

En Piriápolis hay una playa para mascotas, igual que en la Mansa de Punta del Este. Sin embargo, Rasenti remarcó que cuando “las dunas presentan pasto es porque el ecosistema es saludable”, por lo cual ese es un factor que las autoridades deben considerar (y monitorear) al momento de habilitar estas zonas especiales.

“No dejes lo que no estaba cuando llegaste”

La acumulación de residuos que dañan a la fauna costera y marina es un tema de nunca acabar, aunque las cuadrillas de la IDM recogen de forma manual los residuos plásticos bien temprano en la mañana y el servicio es “bastante bueno”. Pero las personas parecen sentir pereza de caminar hasta el recipiente de los residuos o miran, impávidas, cómo la bolsa de nailon o el envoltorio de galletitas que arrebata el viento se va rodando por la arena.

“Muchas veces, los guardavidas, comprometidos con el ambiente, les gritamos que se les voló, a ver si al menos actúan por vergüenza, y funciona”, contó el guardavidas. “La mayoría de la gente sabe que eso está mal, falta que actúe en consecuencia. Y para eso también faltan políticas públicas serias”, enfatizó.

Rasenti insistió en que el gobierno departamental podría aprovechar las grandes aglomeraciones en eventos estivales para realizar campañas de educación y concientización, y apoyar a las organizaciones sociales que pueden contribuir en esa tarea.

“Si perdemos la salud de la playa perderemos calidad ambiental pero también turismo y, en consecuencia, el ingreso económico más fuerte del departamento”, concluyó.