Al cierre de la jornada del 21 de noviembre, cuando el escrutinio de votos de la primera vuelta presidencial en Chile ya se acercaba a 100%, la sorpresa fue tan grande como las posibilidades que se abrían para los candidatos que seguirían en carrera: por la derecha, el representante del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, obtuvo la mayoría, con 27,91% de los respaldos, y por la izquierda fue Gabriel Boric, candidato del pacto Apruebo Dignidad, quien pasó a la segunda vuelta, con 25,83% de los votos. Se trató de la elección que derivó en balotaje con los menores porcentajes de votos en la historia chilena, y también de la diferencia más reducida entre dos candidatos presidenciales.

Si bien las encuestas adelantaban que esos serían los nombres que avanzarían en la carrera, sorprendieron el orden de las preferencias y la magnitud del respaldo en votos.

Generó sorpresa, también, el apoyo recibido por las demás candidaturas, en especial una que de inmediato se interpretó que sería clave en la segunda vuelta: la del economista Franco Parisi, del novel Partido de la Gente, que llegó al tercer lugar, con 12,8% de los sufragios. Se trata del único de los siete candidatos que había en competencia que no se ubica de manera clara en el espectro derecha-izquierda, quien además no pisó tierra chilena en todo el transcurso de la campaña electoral: hizo todas sus actividades de manera telemática desde Estados Unidos, país en el que reside y, de hecho, por no estar en el país ni siquiera pudo votar en las elecciones.

Con casi 900.000 votos para su candidatura, la figura de Parisi cobró relevancia de inmediato de cara a la segunda vuelta, que tendrá lugar el 19 de diciembre y que, se presume, será muy ajustada. Si se suman los respaldos de los bloques de forma ideológica –añadiéndole a Boric los votos de Yasna Provoste, de la Democracia Cristiana (11,61%), de Marco Enríquez-Ominami, por el Partido Progresista (7,61%), y de Eduardo Artés, por Unión Patriótica (1,47%), y a Kast los de Sebastián Sichel, por el pacto de centroderecha Chile Vamos (12,79%)–, ninguno de los candidatos en competencia sobrepasa el 50%. Además, la suma de esos votos tampoco es una operación matemática que se pueda hacer con facilidad.

El día después

“Muy temprano en la campaña, Boric recolectó los apoyos de gran parte de las otras candidaturas que estuvieron en primera vuelta”, explica la integrante de la Red de Politólogas y académica de la Universidad de Chile Mariana Ardiles Thonet. El primero en darle su apoyo al postulante de Apruebo Dignidad fue Marco Enríquez-Ominami, pero lo hizo de forma crítica: “Si usted no une, perderá. Si usted no une, perderemos”, le dijo. Por su parte, la senadora Provoste primero dijo que sería “importante” escuchar “qué es lo que le va a ofrecer al país”, pero dos días después señaló que votaría por él, una decisión que no todos en su partido comparten y que sacó ronchas en algunas figuras prominentes, como la senadora y excandidata presidencial Carolina Goic. Artés, el candidato situado más a la izquierda de todos, directamente no quiso llamar a votar por el representante de Apruebo Dignidad.

Aun así, con el paso de los días han sido cientos las distintas figuras de la centroizquierda –científicos, artistas, políticos, gremios profesionales– que se han sumado a la campaña con un llamado a “detener el avance del fascismo” que identifican encarnado en la figura de Kast. Como una forma de dar tranquilidad a los sectores más moderados de la centroizquierda, Boric ha sumado a su equipo de asesores a figuras icónicas del sector para revisar su programa económico y dar las certezas que ellos piden. También ha dado un fuerte impulso discursivo a temas como la seguridad, la migración y la libertad.

Para Kast tampoco ha sido fácil el proceso de pasar a ser un candidato más volcado hacia el centro. La Unión Demócrata Independiente, el partido más conservador del bloque de centroderecha que integra la coalición de gobierno, resolvió el día después de la elección apoyarlo “sin condiciones” y Renovación Nacional, sector más moderado, lo respaldó por decisión del consejo nacional del partido dos días más tarde. Evópoli, el partido más joven y liberal del bloque, tomó una decisión distinta: llamar a votar por él, pero anunciar que no participaría en un posible gobierno.

El candidato independiente de la coalición oficialista que quedó en el camino, Sebastián Sichel, fue todavía más lejos: presentó una lista de nueve requisitos mínimos para apoyar la candidatura de Kast. Entre las condiciones estaban mantener el Instituto de Derechos Humanos y el Ministerio de la Mujer, dos entidades que el programa original del candidato buscaba erradicar, así como no derogar el aborto en tres causales y respetar la diversidad sexual.

Aunque inicialmente su comando aseguró que todo estaba contenido en el programa de forma “mal redactada”, finalmente las condiciones fueron aceptadas y Sichel entregó su respaldo.

Kast presentará esta semana su nuevo programa de gobierno, que se espera que sea más abierto en lo valórico y más responsable desde el punto de vista fiscal, sin la eliminación de impuestos que proponía al comienzo.

Según una encuesta realizada por la consultora Pulso Ciudadano, 42,2% de la población votará por Boric y 28,3% lo hará por Kast, pero los comandos electorales de los candidatos, si bien toman en cuenta estos datos, no se confían.

Pero con respecto a Parisi, el camino ha sido más complejo. Luego de su buena votación en la primera vuelta, el líder del Partido de la Gente señaló que realizaría una consulta no vinculante para recabar la opinión de sus votantes e invitó a cada candidato a participar en su programa en línea Bad Boys. Kast ya asistió la semana pasada y la participación de Boric, que sigue en duda, se llevaría a cabo el viernes. Según una encuesta realizada por la consultora Pulso Ciudadano, 43% de los votos de Parisi irían para el candidato de la izquierda y 18% al de la derecha. La misma medición aseguró el sábado, el último día habilitado para publicar encuestas, que 42,2% de la población votará por Boric y 28,3% se inclinará por Kast, pero los comandos electorales de los candidatos, si bien toman en cuenta estos datos, no se confían.

Tocando puertas

“Ambos candidatos se están disputando los votos de Parisi, haciendo señales tanto al candidato mismo, sobre todo en el caso de Kast, como a sus electores”, apunta Ardiles Thonet.

Efectivamente, el abanderado de la derecha se refirió a una de las mayores problemáticas que afectan a Parisi: el no pago de la pensión alimenticia determinada para sus hijos. “Estoy seguro de que no quiere eludir el pago, sino ver si el pago es justo o no”, dijo. En tanto, Boric comenzó la campaña con un viaje al norte de Chile, zona donde históricamente la izquierda ha obtenido la ventaja, pero esta vez Parisi consiguió la mayoría al lograr más de 30% de los votos. Adicionalmente, el candidato izquierdista deberá apelar al voto femenino y a aumentar su respaldo en las comunas de la Región Metropolitana de Santiago, donde tuvo su mejor desempeño.

La estrategia de centrar los esfuerzos en esos votantes ha sido criticada por algunos, pero la sostiene la antigua teoría de que es más fácil que un votante que ya acudió a sufragar concurra nuevamente a hacerlo que convocar a alguien que no ha votado. En esta primera vuelta, la participación electoral llegó a 47,3% y fue mayor a la que hubo en mayo para la elección de convencionales constituyentes (43,3%), pero menor a la que se dio para el plebiscito constitucional de 2020 (50,9%).

“En segunda vuelta se hace más difícil conquistar votantes nuevos. Si una persona nunca ha votado en su vida, es poco probable que lo haga para esta segunda vuelta”. Mauricio Morales, director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca.

“Es difícil movilizar a personas que no fueron a votar, porque un predictor de la participación es que la gente haya ido a las elecciones anteriores, pero sí puede haber un incentivo mayor a participar cuando hay incertidumbre sobre el resultado, y aquí hay bastante”, dice Ardiles.

“En segunda vuelta se hace más difícil conquistar votantes nuevos. Si una persona nunca ha votado en su vida, es poco probable que lo haga para esta segunda vuelta. Si bien es cierto que en 2017 aumentó la participación en segunda vuelta, esto se debió más a la altísima participación de los segmentos más acomodados de la capital que a un ingreso masivo y surtido de nuevos votantes”, añade, por su parte, Mauricio Morales, director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca. Ese, precisamente, es uno de los fenómenos que debería buscar potenciar Kast: que suba la participación de las comunas ABC1 de la capital, donde se concentra la población con mayor poder adquisitivo, así como aumentar su ventaja desde el sur de la Región Metropolitana hasta la que antecede a la más austral del país, Magallanes, cuna de su opositor.

Alcanzar la participación del plebiscito también es una meta porque, en números absolutos, el respaldo de Kast no se distancia demasiado de la votación que obtuvo la opción Rechazo en 2020: el candidato alcanzó 1,9 millones de votos y la oposición a una nueva Constitución llegó a 1,6 millones, lo que corresponde a 21,7% del total de sufragios. Otra estrategia de la campaña de Boric ha sido apelar a la lógica del “Apruebo” y el “Rechazo” –palabras que incluso ha añadido a su franja televisiva en cuadros comparativos de las propuestas de ambas candidaturas– con el fin de alcanzar los 5,8 millones de votos que obtuvo la opción de modificar la Carta Magna. Para llegar a esa meta, le faltan todavía cuatro millones de votos. El escenario, a menos de dos semanas de la elección, está todavía plenamente abierto.

Consuelo Ferrer, desde Santiago.