Los presidentes de Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, respectivamente, se reunieron este miércoles en la ciudad rusa de Sochi, a orillas del Mar Negro, donde hablaron sobre diferentes temas, pero con el foco puesto en la guerra civil siria, que comenzó en 2011. El encuentro, que duró algo más de tres horas, fue el primero entre los mandatarios desde el comienzo de la pandemia de coronavirus.

Actualmente, las fuerzas del gobierno de Bashar al Assad dominan casi la totalidad del territorio sirio, pero uno de los lugares que siguen en manos de los rebeldes es la zona que circunda la ciudad de Idlib, cerca de la frontera de Siria con Turquía, en el noreste del país. Rusia es uno de los principales apoyos de Al Assad –quien gobierna el país desde 2000, año en el que falleció su padre, Háfez al Assad, quien ocupó el cargo desde 1971 hasta su muerte–, mientras que los turcos aportan combatientes y financiamiento a los rebeldes islamistas que se oponen al gobierno. El largo conflicto afecta directamente a Turquía, que, tras las sucesivas olas migratorias, ya alberga en su territorio a aproximadamente cuatro millones de sirios.

En el encuentro de este miércoles los mandatarios hablaron de la posibilidad de establecer un alto el fuego definitivo en la zona. Aunque la mayor parte de las posiciones terrestres están estancadas, la tregua se rompió en muchas ocasiones durante el último año y medio, con un aumento significativo en los ataques aéreos y los bombardeos de las fuerzas gubernamentales sobre la zona de Idlib, donde el ejército turco desplegó tropas adicionales para intentar disuadir los embates.

“Los pasos que damos juntos con respecto a Siria tienen una gran importancia. La paz allí depende de los lazos entre Turquía y Rusia”, dijo Erdogan a los medios luego del encuentro. Por su parte, de acuerdo a lo que consignaron agencias internacionales, Putin afirmó que “las negociaciones con Turquía a veces son difíciles”, pero remarcó que los dos países aprendieron la manera de “encontrar compromisos beneficiosos para ambas partes”.

La relación entre Rusia y Turquía no es fácil, pero tienen fuertes vínculos comerciales y también en el rubro energético. Además, en los últimos años Moscú y Ankara se acercaron por sus crecientes roces con los países de Occidente y afianzaron su colaboración en el rubro de la tecnología militar, algo que genera grandes molestias dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entidad que Turquía integra. Incluso el año pasado el gobierno de Estados Unidos, en ese momento encabezado por Donald Trump, impulsó sanciones contra la administración de Erdogan por la compra por parte de Turquía de material bélico desarrollado en Rusia.

Más allá de esas sanciones, Erdogan se mantiene firme en su postura y este miércoles señaló que su país sugirió estar interesado en adquirir más sistemas antimisiles rusos S-400, de acuerdo a lo que informó la agencia Efe. “Ya hemos dado ciertos pasos y no hay marcha atrás”, respondió el presidente turco cuando se le preguntó respecto de las críticas de algunos países occidentales por su relación militar con Rusia.