6 de enero de 2021. Una multitud de seguidores de Donald Trump se encuentra fuera del Congreso estadounidense reclamando que las elecciones del 2 de noviembre de 2020 sean impugnadas por un supuesto fraude. “La madre de todas las bombas: la traición de Mike Pence. Tenemos miles de páginas, cuatro horas de audio y video probando todo. Tenemos la fuente”, decía de camino a la manifestación John Watkins, propietario del foro 8Kun (ex 8Chan), en el que se publicaban los mensajes de QAnon, un supuesto agente de inteligencia del gobierno estadounidense, cercano a Donald Trump, con acceso a información secreta.

Watkins, que el 6 de enero estaba acompañado por el cineasta Cullen Hoback, responsable de la serie de HBO Q: Into the storm, había fundado para las elecciones un Comité de Acción Política (PAC) destinado a financiar a candidatos republicanos que siguen a QAnon, como la finalmente electa diputada por Georgia, Marjorie Taylor Greene.

“Habrá una tormenta. Las nubes de tormenta rodean el campo de Biden, se está formando una tormenta”, decía en un stream el exjefe de campaña de Trump y uno de los rostros detrás del escándalo de Cambridge Analytica, Steve Bannon.

“Caminaremos por la avenida Pensilvania e iremos al Capitolio. [...] Trataremos de infundirles el orgullo y la audacia que necesitan para recuperar nuestro país”, dijo Donald Trump en una de sus últimas declaraciones públicas como presidente, que fue transmitida por las calles de Washington ese mismo día. Los manifestantes escucharon a su líder.

Y entonces, el crac de un vidrio: el vidrio de una puerta del Capitolio, que explota en pedazos producto de los reiterados golpes que dan la señal. La multitud se abalanza y también se empiezan a romper las ventanas, y las puertas empiezan a ceder y los policías del edificio se ven en inferioridad y empiezan a disparar. Del otro lado del edificio, los congresistas empiezan a ser evacuados. Las banderas de Estados Unidos, Trump y QAnon predominan en el edificio. No hubo un gran despertar, pero sí hubo una tormenta. No hubo una recuperación del poder supuestamente arrebatado a Trump, pero sí hubo cinco muertos, 14 policías heridos y 52 personas arrestadas.

Un año después, el juicio por el ataque al Capitolio continúa. El 19 de julio se produjo la primera condena, contra Paul Allard Hodgkins, un hombre de 38 años que se paró en el Senado con una bandera del ahora expresidente estadounidense y fue condenado a ocho meses de cárcel. Al lado de él estaba Jacob Angeli Chansley, el “Chamán de QAnon”, el rostro más pintoresco del ataque, un hombre de 34 años que se paseó por el edificio con la cara pintada con los colores de la bandera estadounidense, vestido con una suerte de casco con cuernos de bisonte y portando un megáfono. A mediados de noviembre fue condenado a tres años y medio de prisión.

También fue detenido un grupo de milicianos denominado Oath Keepers o Guardianes del Juramento, señalados hacia fines de julio como los encargados de dirigir el ataque liderados por el jefe de la milicia, Stewart Rhodes. El juicio contra una veintena de sus integrantes comenzará en abril, y al menos tres de ellos ya se declararon culpables y dispuestos a cooperar en la investigación.

La Fiscalía Federal de Washington DC ha acusado a más de 700 personas por diferentes delitos, desde el ataque a policías durante el ingreso al edificio, pasando por actos vandálicos hasta la destrucción de propiedad gubernamental. Al menos 150 ya se declararon culpables y esperan sentencia.

Por fuera de los actores secundarios, el otro partido judicial se juega con los referentes políticos, con Donald Trump a la cabeza. En febrero el expresidente se salvó de un juicio político gracias a los congresistas del Partido Republicano, pero desde la asunción de la nueva legislatura, el Partido Demócrata está llevando adelante una extensa investigación en la Cámara de Representantes para buscar a los responsables intelectuales del ataque.

Si bien el Congreso no puede emitir una sanción, los resultados de la investigación sí pueden declarar en desacato a quienes se nieguen a testificar, lo que puede derivar en una acusación judicial por medio del Departamento de Justicia. Hasta el momento hay tres personas del círculo cercano a Trump que se negaron a asistir al Congreso: el exjefe de Gabinete Mark Meadows, el exayudante del fiscal general Jefrey Clark, y Steve Bannon, el hombre que anunciaba la tormenta.

¿Qué puede pasar con el expresidente? Los congresistas aún no tienen claro qué hacer y están midiendo las consecuencias que puede traer una acusación contra Trump, quien tiene pensado volver a ser candidato a la presidencia en las próximas elecciones.

Sin embargo, el presidente Joe Biden dará este jueves un discurso por el aniversario del asalto al Capitolio y allí acusará a Trump de ser el único responsable de lo sucedido, según adelantó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki. “El presidente explicará el significado de lo que ocurrió en el Capitolio y la responsabilidad única que tiene Trump por el caos y la carnicería que vimos ese día”, dijo. También “rechazará rotundamente las mentiras que difundió el expresidente en un intento de engañar al pueblo estadounidense y a sus propios seguidores, así como de distraer de su propio papel en lo que ocurrió”, señaló en una rueda de prensa.