Todo indica que este jueves se confirmará, una vez finalizado el recuento de votos, el triunfo del ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en las elecciones legislativas del martes, quien conseguiría una amplia mayoría para poder formar gobierno y de esa manera recuperar el poder tras más de un año en la oposición.

El partido de Netanyahu, el Likud, fue el más votado y tendrá, de acuerdo a las estimaciones, 32 escaños en la Knéset (Parlamento), superando claramente al segundo sector más votado, el centrista Yesh Atid del actual primer ministro Yair Lapid, que tendrá 24 representantes. Pero además, informó Efe, el bloque de grupos políticos que lidera el líder derechista se encamina a superar sin problemas el mínimo de 60 parlamentarios –la mitad de los 120 que integran el órgano unicameral legislativo israelí– necesarios para gobernar.

Así, el retorno del exmandatario al poder es inevitable y sólo no sucedería si hay un rotundo e improbable cambio en la tendencia en el recuento de los menos de 700.000 votos que quedan por contabilizar, con 86% ya escrutado.

De mantenerse los actuales resultados, el Likud y sus aliados concentrarían un total de 65 diputados y superarían por amplia diferencia al bloque contrario a Netanyahu. Además de los 32 escaños de su sector, el ex primer ministro cuenta con el apoyo de los dos partidos representantes de los ciudadanos ultraortodoxos, el Shás, que tendrá 11 bancas, y Judaísmo Unido de la Torá, que contará con ocho. Además, Netanyahu contará con los votos del gran ganador de la jornada electoral, el partido de extrema derecha Sionismo Religioso, que con 14 escaños superó todas las expectativas y tendrá un peso importante en el próximo gobierno, algo que garantiza que el nuevo Ejecutivo será el más derechista de toda la historia israelí, algo que genera preocupación internacional y que indudablemente no contribuirá en nada a un posible acercamiento con el gobierno de la Autoridad Palestina, sino más bien todo lo contrario.

Por otra parte, los resultados hasta el momento marcarían un mínimo histórico de representantes de los partidos de izquierda y centroizquierda en la Knéset.

El histórico Partido Laborista, que gobernó Israel desde su fundación y durante buena parte de la vida del país fundado en 1948, obtendría apenas cuatro escaños, su peor cifra. Por su parte, Meretz, la formación más izquierdista dentro de los partidos sionistas, por el momento no llegaría al umbral mínimo de 3,25% de los votos necesarios para entrar al Parlamento, por lo que quedaría sin representación legislativa por primera vez en su historia.

Otro partido que quedaría fuera de la Knéset es el nacionalista árabe Balad, que apostó a escindirse de una coalición de partidos árabes y se presentó de forma independiente, obteniendo en torno a 3% de los votos. Las otras dos formaciones árabes israelíes, el conservador Raam y los izquierdistas Hadash-Tal, fueron, junto a Yesh Atid, los únicos partidos del bloque opositor a Netanyahu que registraron una mejora en su desempeño electoral respecto de los comicios del año pasado. Raam tendrá cinco escaños y Hadash, cuatro.

Por su parte, Unidad Nacional e Israel Beitenu, los sectores derechistas de la coalición de sectores contrarios a Netanyahu, pierden dos escaños cada uno, por lo que en la próxima legislatura contarán con 12 y cinco escaños, respectivamente.