Las elecciones israelíes celebradas este martes, las quintas en menos de cuatro años, podrían devolver al poder al ex primer ministro Benjamín Netanyahu, ya que su partido, el Likud, fue el más votado –lograría 30 o 31 escaños– y el bloque de formaciones derechistas y religiosas que lo apoyan sumaría entre 61 y 62 diputados de los 120 que componen la Knéset, el órgano unicameral legislativo israelí, por lo que serían suficientes para formar un gobierno, según informaron medios israelíes en base a las encuestas a boca de urna.
De acuerdo a lo que indicaron estos sondeos, los partidos contrarios a Netanyahu, que son liderados por el actual primer ministro Yair Lapid obtendrían aproximadamente 55 escaños, por lo que no tendrían posibilidad de formar mayoría y continuar en el gobierno. Según informó Efe, el partido de Lapid, el centrista Hay Futuro, lograría alrededor de 23 escaños, su mejor desempeño electoral desde su fundación, pero la heterogénea unión de partidos de derecha, centro e izquierda que lo respaldaría para crear un frente anti-Netanyahu aparentemente no llegaría a obtener los apoyos suficientes. De todas maneras, aún las cifras oficiales que hay son preliminares, y los resultados definitivos no se conocerán hasta el jueves. Esto mismo manifestó en primera instancia Netanyahu, que en un breve contacto con medios locales dijo: “Es un buen comienzo, es todo lo que puedo decir. Todo depende de los números reales”.
Un factor que puede cambiar el destino de las elecciones es la votación que obtenga el Hadash, partido izquierdista predominantemente apoyado por ciudadanos árabes israelíes, pero que también cuenta con el apoyo de sectores comunistas judíos. Si Hadash consigue superar el umbral del 3,5% de los votos tendría 4 bancas, por lo que podría modificar la balanza en favor de la coalición de Lapid. Si por el contrario no llega a superar esta valla, no obtendría escaños por lo que se aseguraría el retorno al gobierno de Netanyahu, quien ya fue primer ministro entre 1996 y 1999 y posteriormente entre 2009 y 2021.
Lo que sí quedó claro es que si Netanyahu -quien está afrontando varios procesos en su contra por corrupción- vuelve al poder será gracias al sorprendente avance de la extrema derecha representada por el partido Sionismo Religioso, que se convertirá en el tercer sector más grande del Parlamento, con al menos 14 escaños, informó el diario Haaretz.
Este sector radical es conocido por su perfil abiertamente racista, anti-árabe y homófobo, que pretende la colonización total de los territorios palestinos ocupados. Sionismo Religioso es heredero político del Kach, un partido ultranacionalista israelí que fue fundado por Meir Kahane, un rabino supremacista estadounidense que vivió durante décadas en Israel y murió asesinado en Nueva York en 1990. Uno de los seguidores de Kahane e integrante del Kach, Baruch Goldstein, perpetró la masacre de Hebrón, un ataque terrorista cometido en 1994 en el interior de una mezquita donde fueron asesinados 29 árabes, además del propio Goldstein que fue linchado. A partir de ese momento el Kach fue ilegalizado y hasta hoy es considerado como una organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros estados.
Números
Según los datos preliminares, los dos partidos religiosos, tradicionales aliados de Netanyahu sumarían 17 escaños en total: 10 el Shas, que representa a los ultraortodoxos de origen sefaradí y mizrají (judíos descendientes de las comunidades provenientes del norte de África y Medio Oriente), y 7 el sector Judaísmo Unido de la Torá, partido que representa a los judíos ultraortodoxos de origen asquenazi.
En el otro lado del arco político, en el bloque anti-Netanyahu, la coalición de centroderecha Unidad Nacional consiguió 12 bancas, de acuerdo con los sondeos. Este partido es una coalición entre el sector Azul y Blanco, liderado por el actual ministro de Defensa, Benny Gantz, y Nueva Esperanza, el partido del exmiembro del Likud y actual ministro de Justicia, Guideon Saar. La formación ultranacionalista laica Israel Nuestro Hogar, que lidera Avigdor Lieberman, se quedó al borde del umbral mínimo con 4 escaños.
Estas elecciones confirmaron la debacle total de la izquierda. El partido Laborista, históricamente uno de los más importantes del país, tendría en el próximo Parlamento apenas 5 representantes, y Meretz, sector con un perfil progresista y pacifista, tendrá 4. Por su parte, el partido islamista conservador Raam habría logrado 5 escaños.
A pesar del desgaste que hay entre la ciudadanía israelí por la inédita sucesión de elecciones, la participación en los comicios de este martes fue de 71,3 %, la más alta desde 2015, y mayor que en las cuatro elecciones desde 2019, cuando el país entró en parálisis política debido a la enorme paridad entre los bloques a favor y en contra de Netanyahu.