Mientras el futuro presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su grupo de colaboradores más cercanos afinan la integración del gabinete ministerial, algo que se espera que quede totalmente definido el jueves, el tema de la seguridad en el acto asunción del líder del Partido de los Trabajadores, que tendrá lugar el 1º de enero, está tomando cada vez más relevancia, a medida que se acerca el día de la ceremonia.

Este miércoles medios locales informaron que el ministro del Supremo Tribunal Federal (STF) Alexandre de Moraes acogió el pedido del equipo de Lula y prohibió el porte de armas de fuego en el Distrito Federal por parte de coleccionistas, tiradores y cazadores. La decisión, de acuerdo a lo que informó la cadena Globo, entró en vigor el miércoles y estará vigente hasta el 2 de enero. Según la determinación judicial, quien incumpla la orden será incriminado por el delito de porte ilegal de arma.

Moraes especificó que esta suspensión temporal no se aplica a los miembros de las Fuerzas Armadas, a los integrantes de las fuerzas de seguridad pública ni a los efectivos de la Policía Legislativa y Judicial y los funcionarios de las empresas de seguridad privada y de transporte de valores.

En su argumentación, el ministro del STF afirmó que la decisión se debió a la “creciente radicalización de los ciudadanos brasileños descontentos con el resultado surgido de las urnas” y la posibilidad de “ejecución de actos que pueden ser considerados terroristas”.

El futuro ministro de Justicia y Seguridad Pública, Flávio Dino, saludó la decisión de Moraes, al considerar que garantiza “una capa extra de seguridad” para la ceremonia de toma de mando.

Paralelamente, otro hecho que fue considerado positivo por el PT fue que este miércoles, por orden del presidente Jair Bolsonaro, se publicó en el Diario Oficial la exoneración al comandante del Ejército, Marco Antônio Freire Gomes, y la designación para el cargo, con carácter interino, del general Júlio César de Arruda, quien había sido propuesto por Lula para estar al frente del Ejército. Esta medida permitirá que el equipo del nuevo gobierno cuente con parte de las Fuerzas Armadas en el esquema de seguridad que se organiza para el cambio de mando, informó la revista Fórum.

Además, otra medida del gobierno saliente conocida el miércoles fue la autorización por parte del Ministerio de Justicia de que los efectivos de la Fuerza Nacional participen en la toma de mando. De acuerdo con la disposición, también publicada en el Diario Oficial, se establece que la Fuerza Nacional actuará brindando apoyo a la Policía Federal Caminera “en actividades de escolta en forma episódica y planificada, en el período comprendido entre el 27 de diciembre de 2022 y el 2 de enero de 2023”.

La Fuerza Nacional está integrada por agentes estatales de seguridad pública -policías militares, bomberos militares y policías civiles- que en ocasiones específicas son llamados a prestar funciones al servicio del Estado, recordó Folha de São Paulo.

Está previsto que en la ceremonia de asunción de Lula participen aproximadamente 8.000 agentes de seguridad, entre policías y militares. La idea del equipo de seguridad del presidente electo es trabajar con el uso proporcional de la fuerza estatal. Esto quiere decir que cuanto mayor riesgo exista, más niveles de protección se pondrán en práctica.

Pero además de temas cruciales como el de la seguridad, también hay otras cuestiones aún por resolver para la toma de mando. Una de ellas, si se quiere menor, pero que tiene importancia simbólica en la ceremonia, es la entrega de la banda presidencial al mandatario entrante. El tema fue motivo de debate en los últimos días, pero parece haberse encontrado una solución.

Es un hecho que el presidente Bolsonaro no estará en el país el primer día del año –se especula que viajará a la ciudad estadounidense de Orlando, en el estado de Florida–, por lo que el compromiso de ponerle la banda presidencial a Lula recaería sobre el vicepresidente, Hamilton Mourão. Pero el general y senador electo por el estado de Rio Grande do Sul ya manifestó que él no era el mandatario y que, por lo tanto, no tenía la obligación de cumplir con tal compromiso. “Considero esto [el paso de la banda presidencial] un deber y una responsabilidad del presidente saliente. Es un acto simbólico de cambio de mando. El presidente de la República ya ha dicho que no participará en esta ceremonia. Al tomar esta decisión, no me corresponde a mí participar, porque yo no soy el presidente”, explicó Mourão al portal Metrópoles.

Ante esta situación, parece estar definido que quien le entregará la banda a Lula será Rodrigo Pacheco, integrante del centroderechista Partido Social Democrático, quien es el presidente del Senado y del Congreso brasileño.