Fuentes del Kremlin informaron que este jueves el presidente ruso, Vladimir Putin, y su par francés conversaron por teléfono durante 45 minutos, en lo que fue el tercer intercambio directo entre los líderes esta semana, con la cuestión ucraniana como tema excluyente.

Según la presidencia rusa, Putin volvió a denunciar ante el mandatario galo “las declaraciones y acciones provocadoras de las autoridades ucranianas”. Además, desde Moscú se expresó el deseo de obtener garantías para la seguridad de Rusia por parte de los países occidentales.

Más tarde, de acuerdo a lo que informaron agencias internacionales, Emmanuel Macron también conversó con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sobre las maneras de “hacer frente a los desafíos a la seguridad” y “hacer avanzar el proceso de paz”, según tuiteó luego de la charla el mandatario de Ucrania. “Acordamos más medidas conjuntas para mantener la estabilidad de Ucrania”, agregó Zelenski.

Macron y el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, están considerando visitar Moscú para conversar con Putin en forma personal con la finalidad de reactivar el Acuerdo de Minsk. Esta instancia diplomática instaurada en 2015, en la que además de Rusia, Francia y Alemania está también Ucrania, fue creada para activar un proceso de paz en el este del territorio ucraniano, donde las fuerzas locales llevan ocho años luchando contra los separatistas prorrusos, que ya gobiernan de hecho en las provincias de Donetsk y Lugansk, donde buena parte de la población es rusa.

Tanto Alemania como Francia, las dos potencias más importantes de la Unión Europea, no pretenden una guerra, por lo que están siendo un nexo entre Moscú y Estados Unidos, que, como líder de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quiere atenuar la influencia rusa en el este de Europa, tanto en las exrepúblicas soviéticas como también en los países que integraron el extinto Pacto de Varsovia, la mayoría de los cuales son desde hace años miembros de la alianza del Atlántico.

Otro país que integra la OTAN y que ofreció su mediación fue Turquía. El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, de viaje a Kiev, se ofreció para acoger las conversaciones entre Ucrania y Rusia. Pero desde Moscú no se ve con buenos ojos esta alternativa, ya que recientemente Putin no ocultó su molestia con Ankara por vender drones a Kiev para su uso en el este de Ucrania, así como por una nueva oferta para construir una planta de fabricación de drones turcos en el país. Según informó el diario inglés The Guardian, Turquía dijo que, como miembro de la OTAN, era legítimo proporcionar armas contra un país que podría amenazar a otros estados de la OTAN en Europa del Este. “La cooperación militar entre Ankara y Kiev no tiene como objetivo apuntar a Rusia y no se interrumpirá para complacerla”, dijo un alto funcionario presidencial turco.

Mientras esto sucede, este viernes Putin se reunirá con el presidente chino, Xi Jinping, en el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, que se desarrollarán durante las dos próximas semanas en Pekín. La presencia del líder ruso en la capital china es una clara muestra de afinidad entre las dos naciones, que contrasta con la actitud de numerosos países, entre los que se cuentan Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Japón, que promovieron un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos y enviaron únicamente a deportistas, pero no a ningún representante político. El motivo que esgrimieron los países para implementar este boicot es la violación de los derechos humanos por parte del Estado chino a la minoría musulmana de la etnia uigur que habita predominantemente en la región de Sinkiang, en el noroeste del país.

Más allá de que este encuentro está pactado desde hace meses, se produce en un momento de máxima tensión, y no es menor en este contexto el mano a mano entre los dos líderes más importantes opuestos a las potencias occidentales.

La frenética actividad diplomática del jueves se produjo cuando Rusia acusó a Estados Unidos de aumentar las “tensiones” al enviar 1.000 soldados a Rumania y 2.000 a Polonia para reforzar el extremo oriental de la OTAN. El movimiento estadounidense fue más bien simbólico, ya que el contingente de soldados movilizados es mínimo, teniendo en cuenta los más de 100.000 efectivos rusos que están en la frontera con Ucrania, pero igualmente desde Moscú se interpretó la decisión de Washington como un gesto provocador.