El ministro de Educación, Milton Ribeiro, pidió su renuncia ante las denuncias de la existencia de un supuesto esquema de corrupción instalado en su cartera, por el cual una oficina paralela de pastores evangélicos habría llegado a controlar la distribución de recursos del ministerio.

Ribeiro había puesto a disposición el cargo para evitar mayores daños a la campaña de reelección del presidente Jair Bolsonaro, quien aceptó la renuncia en la tarde de este lunes.

Hasta la semana pasada, el mandatario respaldaba por completo a Ribeiro, que es pastor de una iglesia presbiteriana y fue un ministro elegido directamente por el presidente. Pero la situación del titular de Educación empeoró sensiblemente en los últimos días.

Las sospechas en su contra se instalaron con la difusión de un audio, publicado por Folha de São Paulo, en el que Ribeiro afirma que los recursos de ministerio tienen entre sus prioridades los proyectos del pastor pentecostal Gilmar Santos, cercano a Bolsonaro. “Fue un pedido especial que el presidente de la República me hizo sobre la cuestión de Gilmar. Mi prioridad es atender, primero, a los municipios que más precisan, y segundo, a todos los que son amigos del pastor Gilmar”, dice el ministro en el audio.

A partir de ese indicio, una jueza del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia Antunes, aceptó el pedido del fiscal general, Augusto Aras, de abrir una investigación para determinar si fueron favorecidos líderes religiosos con recursos del Ministerio de Educación. “Las circunstancias expuestas, que evidencian prácticas delictivas a ser investigadas, convierten en indispensable, según la manifestación del Ministerio Público, que se profundice la investigación de los hechos denunciados”, manifestó Antunes. Por su parte, Aras enfocó el caso en posibles delitos de corrupción, prevaricación y tráfico de influencias.

En su defensa, Ribeiro dijo que “el presidente de la República no pidió atención preferencial para nadie. Solicitó apenas que pudiera recibir a todos los que me lo requirieran, incluidas las personas citadas en el reportaje”. Agregó que, del mismo modo, recibe “pedidos intermediados por parlamentarios, gobernadores, alcaldes, universidades y asociaciones públicas y privadas”, que “son enviados a las áreas técnicas” del ministerio.

La jueza habilitó la posibilidad de que la Fiscalía tome declaración al ministro de Educación, a Santos y al pastor Arilton Moura, también cercano al gobierno. El nombre de Moura se suma al de Santos en artículos difundidos en la prensa brasileña sobre la existencia de un equipo paralelo dentro del ministerio que tomaba ciertas decisiones sobre partidas presupuestales. Los dos pastores serían los encargados de hacer de intermediarios para gestionar el destino de los recursos.

Según O Estado de São Paulo y Folha, Santos y Moura tenían una especie de despacho paralelo en un hotel de Brasilia donde recibían a alcaldes y asesores municipales para discutir sobre esas partidas. Allí también los visitaban funcionarios del ministerio. En el hotel los trabajadores ya los conocían y sabían qué pedían para desayunar, por ejemplo, debido a que su presencia allí era constante.

De acuerdo con el diario O Estado y la agencia Efe, el pastor Santos le pidió a un alcalde un pago a cambio de gestionar sus demandas ante el Ministerio de Educación, y le dijo que una vez que recibiera los recursos que solicitaba debería pagarle con “un kilo de oro”.

Dirigentes opositores pidieron que se investiguen estas denuncias, e incluso integrantes del oficialismo reclamaron una respuesta. Uno de ellos fue el diputado Sóstenes Cavalcante, del Partido Liberal, al que pertenece Bolsonaro, que pidió “una explicación” de parte de Ribeiro.

También algunos líderes evangélicos pidieron explicaciones o directamente la salida del ministro. El diputado Marco Feliciano, integrante de la bancada evangélica, solicitó públicamente que al menos se aparte del cargo de manera temporal. “Le pido, por favor, que se tome licencia hasta el término de las investigaciones, porque los evangélicos estamos sangrando. Si se prueba su inocencia, regrese al cargo”. También el influyente pastor Silas Malafaia dijo que, aunque Ribeiro “parece honesto”, debe “comprobarlo con documentos”.

Una posibilidad que evaluó el gobierno de Bolsonaro es que Ribeiro dejara el cargo en el marco de una reforma ministerial que debe hacer el presidente debido a que diez de sus ministros dejarán sus cargos esta semana para poder postularse a algún cargo en las elecciones de octubre. Pero el escándalo de corrupción aceleró la salida del cargo de Ribeiro.