Una serie de explosiones que no dejaron víctimas registradas en Transnistria, una pequeña región de Moldavia fronteriza con Ucrania, pero que de hecho es un estado habitado predominantemente por rusoparlantes que responde a Moscú, generó tensiones en las últimas horas y el temor concreto de que la guerra alcance al territorio moldavo.

Los ataques se produjeron en el edificio del Servicio de Seguridad de Tiráspol, la capital del territorio, en una unidad militar en la localidad de Parcani y en antenas de comunicación cerca de la localidad de Maiak. Según manifestó Vadim Krasnoselski, presidente del estado separatista, que tiene una superficie algo menor a la del departamento de Maldonado y en la que viven poco más de 500.000 habitantes, acusó a Ucrania de estar detrás de los ataques, pero la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, además de condenar las acciones, también llamó a la paz en el país.

“Hay tensiones entre varias fuerzas dentro de la región interesadas en desestabilizar la situación. Esto hace que la región de Transnistria sea vulnerable y crea tensiones para la República de Moldavia. Condenamos cualquier desafío e intento de atraer a Moldavia acciones que puedan poner en peligro la paz en el país”, declaró Sandu, según informó el portal Euronews.

La situación en Transnistria no es novedosa, teniendo en cuenta que el propio Ministerio de Defensa ruso manifestó hace pocos días que tenía la intención de conquistar todo el sur de Ucrania hasta poder conectarlo con esta región moldava.

Este martes el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Andrey Rudenko, se refirió al tema y dijo que su gobierno “estaba preocupado” y que a Rusia “le gustaría evitar un escenario” en el que Transnistria se vea arrastrada a la guerra. Citado por la agencia rusa RIA Novosti, Rudenko dijo que la “situación con las explosiones” en la región indicaba que “ciertas fuerzas” detrás de los ataques estaban interesadas en crear “otro foco de tensión en Europa”.

También este martes, la base aérea estadounidense ubicada en la ciudad alemana de Ramstein fue sede de un encuentro de alto nivel en el que participaron representantes de 43 países, los 30 que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y otros de Israel, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Catar, Jordania, Kenia, Liberia, Marruecos, Túnez, Suecia y Finlandia. En el cónclave se creó el Grupo Consultivo para la Defensa de Ucrania, un espacio que se reunirá cada mes para analizar la evolución de la crisis bélica. Lloyd Austin, secretario de Defensa estadounidense, quien ofició de anfitrión del encuentro, dijo que “Ucrania está convencida de que puede ganar. Y todos los que estamos aquí, también”.

Austin, cuyas declaraciones recogió la agencia de noticias AFP, dijo que le gustaría que todos se fueran de la reunión “con una idea común y transparente de las necesidades de seguridad a corto plazo de Ucrania, porque vamos a seguir moviendo cielo y tierra para cumplirlas”. El secretario de Defensa estadounidense además se refirió al anuncio de la ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, en cuanto a que su país enviará a Ucrania alrededor de 50 sistemas antiaéreos Gepard.

Pero mientras esto sucedía en Alemania, en Moscú este martes se produjo el encuentro entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el portugués António Guterres.

Según informó El País de Madrid, en el diálogo que mantuvieron, Putin acordó “en principio” permitir la participación de funcionarios de la ONU y la Cruz Roja en la evacuación de civiles de la planta siderúrgica Azovstal, en Mariúpol, en la que, según Ucrania, aún están refugiadas cientos de mujeres y niños, además de los soldados ucranios que están defendiendo la fábrica. La semana pasada Putin ordenó evitar un asalto directo a la planta siderúrgica, aunque Ucrania denunció que los bombardeos contra la instalación no cesaron. Durante su entrevista con Guterres, Putin insistió en que, si hay civiles en la planta, Ucrania debería liberarlos “porque si no, actúan como terroristas como los de Estado Islámico”.

Putin dijo que Rusia ofreció corredores humanitarios para evacuar a los sitiados de Mariúpol hasta territorio bajo control ruso, y ofreció a la ONU y a la Corte Penal Internacional mostrar la forma en la que los prisioneros ucranianos son tratados.

En la reunión el presidente ruso le dijo además a Guterres que persisten las conversaciones con representantes ucranianos en la modalidad de videoconferencia y que espera que estos contactos traigan “algún resultado positivo”. Por otra parte, y manteniendo el discurso que salió de Moscú hace semanas, Putin negó la participación de las tropas rusas en las supuestas atrocidades que tuvieron lugar en Bucha, cerca de Kiev, a principios de este mes.

“Rusia se enfrentó a una provocación en Bucha, algo con lo que la parte rusa no tuvo nada que ver”, dijo Putin durante la reunión en el Kremlin. Las autoridades ucranianas acusaron al Ejército ruso de ejecutar a civiles antes de retirarse de Bucha, ciudad que ocuparon durante varias semanas.

Putin además culpó a Ucrania por los escasos avances en el proceso de negociación y dijo que no firmaría un acuerdo de garantía de seguridad con el país vecino sin que estén resueltas las cuestiones territoriales de Crimea y el Donbás.