Las fuerzas rusas intensificaron en las últimas horas los ataques contra la ciudad de Odesa, el principal puerto de Ucrania, que se encuentra en el suroeste y es estratégicamente clave para controlar la costa del mar Negro del país.

Odesa, la cuarta ciudad más grande de Ucrania, que antes del comienzo de la invasión rusa tenía una población aproximada al millón de habitantes, no había sido alcanzada en gran medida por las hostilidades. Pero el fin de semana hubo un ataque contra un hangar del aeropuerto de la ciudad donde supuestamente estaba almacenado armamento de origen estadounidense y además en la incursión rusa se destruyó por completo la pista de la terminal aérea.

Este lunes las autoridades de la ciudad informaron que un cohete ruso destrozó un importante puente que une la región de Odesa con el centro del país. Es la principal conexión de esa zona con el resto de Ucrania, pasando por el estuario del río Dniéster. Además, el gobernador de la ciudad, Maksym Marchenko, informó en su cuenta de Telegram que hubo otro ataque con misiles en áreas habitadas con el cual se hirió y mató a un número incierto de personas.

Las acciones podrían señalar un anticipo de lo que un general ruso reveló hace dos semanas durante una conferencia: que el gobierno de Vladimir Putin tenía como cometido tomar la región del Donbás y toda la costa del mar Negro, uniendo Crimea y llegando por el sur hasta la república separatista prorrusa de Transnistria, ubicada en Moldavia, país que comparte frontera con el oeste de Ucrania.

Hasta ahora, con la captura de Mariúpol, a excepción del foco de resistencia que todavía persiste en la planta siderúrgica Azovstal, los rusos lograron el control de toda la zona y enlazarla con la región de Mikolaiv, ubicada sobre la costa del Dniéper, río que divide en dos el territorio ucraniano. Además, los rusos controlan desde hace más de una semana la ciudad de Jersón, en el sur del país, muy cerca de Crimea, donde establecieron un gobierno local y ahora pretenden llevar adelante un plebiscito para emancipar la región tildado como fraudulento por el gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski.

La semana pasada los ataques contra tres ciudades de Transnistria generaron temores de que Moscú pudiera reforzar sus fuerzas en ese lugar, que ahora está compuesta únicamente por 1.500 efectivos, para lanzar desde allí un ataque múltiple contra Odesa, que se encuentra a sólo 70 kilómetros al oeste de la frontera del área separatista.

En el plano diplomático, los países occidentales siguen haciendo llegar material bélico y ayuda de todo tipo a Ucrania, mientras la Unión Europea prepara un nuevo paquete de sanciones contra Moscú.

En ese sentido este lunes el ministro alemán de Asuntos Económicos y Acción Climática, Robert Habeck, se reunió con sus pares del bloque comunitario en Bruselas y manifestó que su país logró llegar a una situación en la que puede soportar un embargo del petróleo ruso, aunque matizó que dicho paso “no será sin consecuencias”.

Sobre este tema también se manifestó el ministro de Finanzas, Christian Lindner, que en declaraciones al diario Die Welt dijo que “con el carbón y el petróleo ahora es posible renunciar a las importaciones rusas”, pero agregó que “no se puede descartar que los precios de los combustibles puedan subir”.

Según recordó el diario inglés The Guardian, el canciller alemán, Olaf Scholz, que ha sido más cauteloso que otros líderes occidentales a la hora de respaldar a Ucrania, viene soportando una presión cada vez mayor en su país para adoptar una línea más firme, incluso desde dentro de la propia coalición socialdemócrata gobernante.

En una entrevista transmitida este lunes, Scholz dijo que las sanciones se mantendrán hasta que el presidente Putin acceda a firmar un acuerdo de paz con Ucrania.

“No retiraremos las sanciones a menos que llegue a un acuerdo con Ucrania, y no lo conseguirá con una paz dictada”, dijo Scholz en declaraciones a la cadena pública germana ZDF. El dirigente dijo además que su país no aceptaría la anexión de Crimea por parte de Rusia.

Las últimas posturas adoptadas por Scholz marcan un cambio importante del mayor cliente de energía de Moscú que podría permitir que Europa imponga un veto a la compra de los combustibles rusos en los próximos días. Alemania también dio un giro drástico respecto al conflicto al anunciar la semana pasada que comenzaría a enviar armamento a Ucrania, algo a lo que se había negado sistemáticamente en el comienzo del conflicto.