Shireen Abu Akleh, periodista de la cadena panárabe Al Jazeera, murió este miércoles por un disparo en la cabeza durante una redada del Ejército israelí en un campo de refugiados de la ciudad de Yenín, en el territorio palestino de Cisjordania. Junto a ella se encontraba un colega, Ali al Samudi, que fue herido de bala en la espalda, pero que está fuera de peligro. Los dos llevaban chalecos que los identificaban claramente como periodistas y usaban cascos.
Akleh, quien era palestina pero además tenía nacionalidad estadounidense, tenía 51 años, trabajaba para la cadena catarí desde hace más de 20 años y era una cara conocida para los televidentes. “En un asesinato flagrante que viola las leyes y normas internacionales, las fuerzas de ocupación israelíes asesinaron a sangre fría a la corresponsal de Al Jazeera” en los territorios palestinos, manifestó la cadena. También el Ministerio de Salud palestino y la Media Luna Roja responsabilizaron a Israel por los disparos que mataron a Akleh e hirieron a Samudi.
El gobierno israelí emitió un comunicado en el que afirmó: “Parece probable que palestinos armados ‒quienes disparaban indiscriminadamente‒ fueran los responsables de la desafortunada muerte de la periodista”.
Más tarde, el jefe del Estado Mayor israelí, Avi Kohavi, matizó esa versión, informó la agencia Efe. “En esta etapa, no es posible determinar de quién fue el disparo y lamentamos su muerte”, afirmó en un comunicado. “Con el fin de llegar a la verdad, hemos creado un equipo especial que esclarecerá los hechos y los presentará en su totalidad y a la mayor brevedad”, afirmó Kohavi, y detalló que al frente de ese equipo estará el coronel Meni Liberati, jefe de la Brigada de Comando del Ejército.
Sin embargo, Kohavi defendió la actuación del Ejército. “Los soldados operaron bajo fuego y demostraron coraje y determinación para proteger a los ciudadanos del país, y continuaremos haciéndolo donde sea que se nos requiera”, dijo. Según la versión del Ejército, “sospechosos armados” dispararon contra las fuerzas de seguridad, que respondieron también con disparos.
Las reacciones de repudio a lo ocurrido llegaron desde distintos países y organizaciones. El gobierno de Catar condenó “en los términos más fuertes el asesinato de la corresponsal de Al Jazeera Shireen Abu Akleh por las fuerzas de ocupación israelíes, cerca del campamento de Yenín” y lo calificó de “un crimen atroz, y una violación flagrante del derecho internacional humanitario, de la libertad de prensa, de expresión y del derecho de los pueblos a obtener información”. En el mismo comunicado, emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores catarí, el gobierno llamó a la comunidad internacional a que tome “medidas urgentes” para evitar que “las autoridades de ocupación cometan más violaciones contra la libertad de expresión e información, y para que se tomen todas las medidas para detener la violencia contra los palestinos y los trabajadores de los medios”.
Por su parte, un portavoz del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell, condenó “enérgicamente el asesinato de la periodista” y reclamó que “una investigación exhaustiva e independiente aclare cuanto antes todas las circunstancias de estos incidentes” y que “los responsables sean llevados ante la Justicia”. Agregó que “es inaceptable que se atente contra los periodistas mientras realizan su trabajo”. También la embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, pidió una investigación “transparente” sobre lo ocurrido.
Lo mismo hizo la Liga Árabe, que además calificó lo ocurrido como “un crimen atroz contra la prensa y la libertad de prensa” que “requiere una investigación exhaustiva”. Un comunicado del organismo señaló: “El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, condenó en los términos más fuertes el asesinato de la corresponsal de Al Jazeeera, la periodista mártir Shireen Abu Akleh, por balas israelíes”.
A su vez, el presidente palestino, Mahmud Abás, condenó este “crimen de ejecución por parte de las fuerzas de ocupación israelíes” y manifestó: “La Presidencia responsabiliza plenamente al gobierno israelí por este crimen atroz, parte de una política diaria de la ocupación contra nuestro pueblo, su tierra y sus lugares sagrados”. Dijo que lo ocurrido es “parte de la política de la ocupación de atacar a los periodistas para ocultar la verdad y cometer crímenes en silencio”.