El jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, el británico Martin Griffiths, lanzó “una última advertencia” ante la crítica situación que se está viviendo actualmente en el sur de Somalia.
En una conferencia que brindó este martes en Mogadiscio, la capital del país, el funcionario de la ONU advirtió: “El hambre llama a la puerta. Hoy es la última advertencia. El Informe de análisis alimentario y nutricional de Somalia muestra indicios concretos de que se producirá una hambruna en dos zonas de la región de Bay entre octubre y diciembre de este año”.
Según el diplomático británico, dos distritos del sur del país, Baidoa y Buurhakaba, se verán afectados. Para que se declare la hambruna en una región, al menos 20% de la población debe estar en situación de desastre. De acuerdo a lo que informó el portal France 24, la crisis alimentaria es consecuencia de cuatro temporadas consecutivas de escasas lluvias y de décadas de conflictos armados.
Griffiths, que llegó a Somalia la semana pasada, visitó campamentos de desplazados internos en Baidoa y dijo estar “profundamente conmocionado por el nivel de dolor y sufrimiento que tantos somalíes están soportando”.
El funcionario también estuvo en Banadir, donde se encontró con el personal médico que trabaja en salvar la vida de niños esqueléticos, cuyo número aumentó 50% en pocas semanas, según informaron los médicos que trabajan en la zona.
La crisis que se avecina podría ser peor que la de 2011, cuando la hambruna llegó a algunas zonas de Somalia y provocó la muerte de 260.000 personas, más de la mitad de ellas niños menores de seis años.
Según la ONU, 7,8 millones de personas –casi la mitad de la población de este país ubicado en el Cuerno de África, en el extremo este del continente– están afectadas por la actual sequía y 213.000 corren grave riesgo de morir de hambre.
Según los expertos de la ONU, Somalia y algunos de sus países vecinos, como Etiopía y Kenia, están sufriendo la peor sequía de los últimos 40 años, que ha arrasado con el ganado y los cultivos, los cuales ya habían sido devastados por una invasión de langostas entre 2019 y 2021.
Además, la Organización Meteorológica Mundial de la ONU dijo que la región va en camino de sufrir una quinta temporada consecutiva de bajas lluvias. Las familias no sólo mueren de hambre, sino también de enfermedades como el cólera y el sarampión, por falta de agua potable y saneamiento en un país donde más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza.
Las agencias humanitarias están advirtiendo de la situación desde hace meses y reclaman más recursos para sus operaciones humanitarias. Sin embargo, de los 131,4 millones de dólares que el país necesita en forma urgente para salvar vidas y medios de subsistencia, ha conseguido menos de la mitad.
Somalia es considerado uno de los países más vulnerables al cambio climático y está especialmente mal preparado para hacer frente a la crisis.
Otro elemento determinante en la paupérrima situación en la que vive buena parte de la población somalí es que desde hace más de 30 años el país sufre una guerra civil con enfrentamientos entre clanes, extremistas islámicos y el gobierno federal. La insurgencia del grupo islamista Al Shabab, que se enfrenta a la débil administración del gobierno, limita gravemente y desde hace muchos años el acceso humanitario a muchas zonas del país.