Los diputados de Identidad y Democracia (ID) se han visto eclipsados durante la mayor parte de la legislatura europea iniciada en 2019. El ascenso en Italia de Giorgia Meloni y sus aliados ultraconservadores los ha aislado en el Parlamento de Estrasburgo, y se han mantenido a distancia de los acuerdos políticos que hacen funcionar la maquinaria europea. Pero con las elecciones europeas de junio de 2024 a la vuelta de la esquina, sienten que es la hora de la revancha: los partidos de extrema derecha miembros de ID, entre ellos Agrupación Nacional (RN por su sigla en francés) de Marine Le Pen, buscaron escenificar su unidad este domingo 3 de diciembre en Florencia, donde lanzaron su campaña para 2024 (aunque, finalmente, sin la presencia de Le Pen ni del neerlandés Geert Wilders).

El sorprendente éxito del islamófobo Wilders, antiguo aliado de Le Pen, en las elecciones legislativas del 22 de noviembre ha revitalizado a las tropas de este sector de la extrema derecha. ID espera que la victoria de Wilders –aunque es poco probable que llegue a jefe de gobierno por falta de aliados en esta democracia parlamentaria– cree una dinámica en el continente. Sobre todo en las elecciones legislativas anticipadas del 10 de marzo en Portugal, donde André Ventura, líder de Chega, que se deleita estigmatizando a la comunidad gitana, espera obtener suficientes votos para obligar al tradicional Partido Social Demócrata (PSD, de derecha) a considerar la posibilidad de una coalición.

El 9 de junio también habrá elecciones legislativas en Bélgica, donde el líder de Vlaams Belang (Interés Flamenco), Tom van Grieken, quiere aprovechar el impulso de los vecinos neerlandeses para mejorar aún más su resultado de 2019 (18,5% en el Parlamento regional). En las elecciones europeas del próximo año, el grupo ID también apuesta por una sólida actuación de Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), un partido que actualmente cuenta con nueve eurodiputados, pero que según las encuestas, aún inciertas, podría conseguir muchos más.

Rivalidad en el hemiciclo

En el Parlamento Europeo, la extrema derecha y sus diversas encarnaciones se reparten en tres grupos. El grupo ID, sexto y penúltimo grupo de la Eurocámara, con 60 diputados de un total de 705, ha cambiado de posición en los últimos años: ya no se propone salir de la zona euro o de la Unión Europea, sino reformar Europa desde dentro, en dirección a una “unión de naciones europeas [orientada hacia] grandes proyectos”, como dice Marine Le Pen.

También están los conservadores radicales del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés) (quinto grupo, con 66 diputados), que incluye a Fratelli di’Italia, el partido de la posfascista Giorgia Meloni en Italia, a Vox, la formación neofranquista de Santiago Abascal en España, y Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), que acaba de sufrir una derrota electoral en Polonia. En teoría, esta derecha ultraconservadora se diferencia de los partidos del grupo ID en que se muestra más preocupada por gobernar y, para ello, no duda en forjar alianzas con la derecha tradicional, como ha hecho en Italia desde 2022.

Las especulaciones recurrentes en Bruselas y Estrasburgo sobre un acercamiento entre la derecha del Partido Popular Europeo (PPE) y el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, por su sigla en inglés), reavivadas por las reuniones entre Manfred Weber, el alemán al frente del PPE, y Giorgia Meloni a lo largo de 2023, se focalizaron en el Parlamento Europeo en la segunda mitad de la legislatura. En los últimos meses, la posición del ECR ha sido a menudo decisiva para construir mayorías, incluso cuando se trata de torpedear textos, como el Pacto Verde Europeo. Por otra parte, sigue existiendo un cordón sanitario, aunque debilitado, hacia los partidos miembros de la ID.

Por último, en el lado de los no inscriptos, hay que tratar con los eurodiputados que no han encontrado grupo por el momento, como los eurodiputados del partido ultra francés Reconquête (Reconquista), de Eric Zemmour (ex-ID que sueñan con unirse al ECR en 2024) o del Fidesz (Unión Cívica Húngara) (ex-PPE que también podrían unirse al ECR, a pesar de la oposición, por el momento, del polaco PiS, preocupado por la proximidad del partido de Viktor Orbán con Moscú).

Mientras que la campaña electoral europea en Francia se reducirá probablemente a una estéril incógnita (si será Renacimiento –el partido de Emmanuel Macron– o RN de Le Pen quien quedará a la cabeza), una de las cuestiones fundamentales que están en juego en las próximas elecciones, a escala continental, se refiere al reordenamiento de estos tres bloques de extrema derecha. ¿Tendrán más peso el ECR e ID, como pronostican los sondeos? ¿Cuál de los dos grupos saldrá más beneficiado? ¿Podría haber puentes entre ambos? ¿Qué pasará con los no inscritos?

Más allá de las reuniones conjuntas y las declaraciones de unidad a medida que se acercan las elecciones, la extrema derecha ha encontrado a menudo dificultades para trabajar unida en el Parlamento Europeo. Básicamente, sigue dividida en temas clave como los acuerdos de libre comercio, con RN de Le Pen en contra y la Liga de Matteo Salvini a favor. En sus respectivos países, no todos se han embarcado en la misma estrategia de “normalización”.

A lo largo de la legislatura, estas fuerzas han demostrado más capacidad para obstaculizar los debates, bloqueando textos, que para lograr una influencia real en la agenda actual tendiente a reformar Europa en la dirección que desean.

Este artículo fue publicado originalmente en Nueva Sociedad.