Este viernes en Washington se reunieron los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. En la agenda de la conversación estuvo la guerra en Ucrania, temas ambientales como la deforestación de la Amazonia, la relación comercial y política de Estados Unidos con América del Sur y la situación de la democracia.

Al comienzo del encuentro, Biden destacó que la “democracia triunfó” en ambos países y se “rechazó la violencia política”. Convocó a su homólogo brasileño a “seguir defendiendo los valores democráticos que constituyen el núcleo de nuestra fuerza, no sólo en nuestro hemisferio, sino en todo el mundo”.

Lula, por su parte, le agradeció a Biden la “solidaridad” con su país y lamentó que Brasil haya tenido un mandatario que vivía “con noticias falsas por la mañana, por la tarde y por la noche”, en referencia a Jair Bolsonaro. “Eso me suena”, bromeó Biden, aludiendo al expresidente estadounidense Donald Trump.

Lula enfatizó que pretende “recolocar a Brasil en la geopolítica mundial” y que su país se tomará “muy en serio este tema del clima”, y convocó a Biden a construir juntos “gobernanza mundial más fuerte” en la materia. “En los últimos años, la Amazonía ha sido invadida por la irracionalidad política”, lamentó, pero aseguró que su gobierno hará “un gran esfuerzo para transformar la Amazonía no en un santuario de la humanidad, sino en un centro de investigación compartido con el mundo entero”.

La comitiva de Lula estuvo integrada por los ministros de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira; de Finanzas, Fernando Haddad; de Medio Ambiente, Marina Silva; de Igualdad Racial, Anielle Franco; y por el asesor especial de Lula y excanciller Celso Amorim, entre otros funcionarios y jerarcas.

Antes de reunirse con Biden, Lula mantuvo un encuentro con el senador progresista Bernie Sanders, con legisladores del Partido Demócrata y con representantes de la central sindical más importante de Estados Unidos. Sanders contó a la prensa que conversó con Lula sobre “la necesidad de fortalecer las bases democráticas no sólo en Brasil y en Estados Unidos, sino en todo el mundo”, ante la “amenaza masiva desde extremistas del ala derecha” que “están intentando minar la democracia”.