El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y la presidenta del Supremo Tribunal Federal, Rosa Weber, enfocaron ayer sus discursos de apertura del año judicial en el repudio a los ataques contra los poderes del Estado del 8 de enero. “Como cualquier persona que aprecia la Constitución y la democracia, me sentí profundamente indignado al visitar esta casa [...] en la noche siguiente a los ataques terroristas. Sé que llevaré esa indignación para el resto de mi vida”, dijo Lula en la sede del Poder Judicial, que fue destrozada aquel día por una multitud de bolsonaristas. “[Esa indignación] me hace redoblar la disposición a defender la democracia, conquistada a duras penas por el pueblo brasileño”, agregó, según citó la revista Carta Capital.

Lula, además, elogió el papel que ha desempeñado el Poder Judicial en esta crisis y en los últimos tiempos. “De aquí, de esta sala, contra la cual se volvió el más concertado de los odios de los agresores, partieron decisiones valientes y absolutamente necesarias para enfrentar y detener el retroceso, el negacionismo y la violencia política”, afirmó.

Por su parte, Weber dijo que “sin un Poder Judicial independiente y fuerte, sin jueces independientes y sin prensa libre, no hay democracia”. La presidenta del Supremo Tribunal Federal agregó que el 8 de enero las sedes de los tres poderes del Estado “fueron blanco de un ataque golpista e innoble, dirigido con mayor virulencia contra esta suprema corte, seguramente porque ella, al hacer prevalecer en su actuación jurisdiccional la autoridad de la Constitución, se contrapone a toda suerte de pretensiones autocráticas”.

La magistrada advirtió: “No destruirán el espíritu de la democracia. No fueron ni jamás serán capaces de subvertirlo, porque el sentimiento de respeto por el orden democrático continúa y continuará iluminando las mentes y los corazones de esta corte suprema”.

En la sede del Supremo Tribunal Federal se exhibía este miércoles un ejemplar de la Constitución parcialmente quemado el 8 de enero. La secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, intervenida por el gobierno, decidió cerrar la Explanada de los Ministerios, donde se encuentran las sedes de los tres poderes del Estado, y reforzar la presencia de la Policía para asegurar la reapertura de los trabajos en el Poder Judicial y el Legislativo.

En la sede del Congreso asumieron sus bancas los diputados y senadores electos en octubre, y lo hicieron con la tarea de elegir al presidente de cada cámara. La de Diputados, que tiene 513 integrantes, tendrá 99 legisladores del Partido Liberal de Bolsonaro. Según informó Folha de São Paulo, esa será la mayor bancada de los últimos 24 años. A su vez, la alianza que reúne al Partido de los Trabajadores, el Partido Verde y el Partido Comunista de Brasil suma 81 diputados.

Sin embargo, Lula puede contar con otros aliados: logró reunir el apoyo de diez partidos a su candidatura y una vez que fue electo, y sumó a organizaciones políticas de derecha moderada a su gabinete, entre ellas el Partido Social Democrático, Unión Brasil y el Movimiento Democrático Brasileño. De acuerdo con Folha, con esos partidos el gobierno todavía negocia cargos de segundo y tercer orden en la administración.

En otra concesión, el oficialismo dio su apoyo como candidato a presidir la Cámara de Diputados a Arthur Lira. El cargo de presidente de la cámara tiene un peso especial porque es el que habilita a tratar temas en el Parlamento, desde un proyecto del gobierno hasta un pedido de impeachment. Durante el gobierno de Bolsonaro, Lira encajonó más de un centenar de proyectos de juicio político al presidente, y hasta último momento fue su aliado. Sin embargo, a diferencia de Bolsonaro, Lira reconoció casi de inmediato el triunfo de Lula. El legislador tenía este miércoles el apoyo de 20 partidos que suman 496 diputados, con lo cual su elección estaba asegurada.

En la Cámara de Senadores la presidencia aparecía en disputa entre Rodrigo Pacheco, que finalmente logró la reelección con 49 votos, y el bolsonarista Rogério Marinho, que obtuvo el apoyo de 32 senadores. También Pacheco fue un aliado de Bolsonaro, pero tomó distancia del expresidente después de que no reconociera la derrota electoral, y sobre todo después de los ataques del 8 de enero.

Las expectativas del bolsonarismo de colocar al presidente de esa cámara llevaron a la exprimera dama Michelle Bolsonaro a asistir como invitada a la sesión. Además, durante la asunción de los nuevos diputados, un grupo de legisladores bolsonaristas, entre ellos Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, protestaron con carteles con la frase “Pacheco no”. Varios de ellos, además, llevaron adhesivos con la inscripción “Fuera Lula”.